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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Paulo Freire: somos seres inacabados

José Manuel Velasco Toro 25/05/2023

alcalorpolitico.com

El 2 de mayo de 2023 se cumplieron veintiséis años de la muerte de Paulo Freire (1921-1997). Filósofo de la educación, profuso pensador que creyó, y ese es su legado vigente en la inmortalidad de su obra, en la utopía de la esperanza que habita en la educación, en la curiosidad como motor intelectual mediante la cual se busca conocimiento, en el potencial de nuestra mente para el autoaprendizaje y en el respeto a la libertad de la humanidad. Freire fue un educador que sabía cómo emocionar, motivar, alentar al aprendizaje y sacudir nuestras consciencias para comprender que somos seres que estamos siendo, que somos inacabados y nos hacemos día a día. Realidad en la que se ubica la educación al impulsar la habilidad intelectual de aprender en el aprender. También creyó, convicción que repitió una y otra vez en libros, artículos, conferencias, que para ser siendo es fundamental el ejercicio de la libertad con responsabilidad, el respeto del derecho humano a la dignidad y el impulso a la autonomía del pensamiento. Condiciones necesarias para facilitar el cultivo de la curiosidad que, nos dice en su libro El grito manso (Siglo XXI, 2004), “nos lleva a develar la realidad a través de la acción”.

Curiosidad y acción, meditación del primer capítulo del libro mencionado, constituyen el binomio dialógico que provoca el preguntar qué detona la búsqueda intelectual para conocer y conduce a la reflexión cognitiva para ser como aprendiente y actuar en el entorno vivido. Ello es el corazón del autoaprendizaje, el potencial de autoorganización que nos da autonomía para “aprender a comprender” o, en palabras de la pedagogía de la autoorganización, “aprender en el aprender”. Solo se aprende en el aprendizaje mismo y éste, a su vez, potencia la curiosidad que nos plantea nuevas preguntas, nuevas interpelaciones con el entorno lo que genera la necesidad de continuar en el aprender. Es por lo que somos inacabados, porque estamos inmersos en nuestra propia búsqueda para comprender el mundo que nos rodea, siempre, con mayor o menor intensidad, vivimos siendo para ser.

Reflexión que dirigió a los educadores. Y preguntó en su libro: “¿Cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia búsqueda y sin respetar la búsqueda de los alumnos?”. Si educadoras y educadores no estamos conscientes de nuestra inconclusión, de que continuamente tenemos no solo la necesidad, sino la obligación de estar en continuo aprendizaje, de descubrir lo nuevo que emerge de la dinámica del cambio que genera procesos de disrupción en muchos sentidos, entonces ¿cómo podemos trasmitir el sentido de la realidad y cultivar la inteligibilidad de la realidad? El universo de hoy, y lo seguirá siendo mañana, es un mundo que nos arrastra en un torrente de cambios científicos, tecnológicos, sociales, energéticos, culturales, artísticos, económicos, de ocupación laboral, de poder político y manipulación ideológica.



Es un mundo de perspectivas de género, de lucha por los derechos humanos en sentido amplio y específico, de migraciones masivas por causa de pobreza, violencia social, guerra y cambio climático. Es un planeta duramente erosionado por el impacto medio ambiental antropogénico, colmado de problemas relacionados con el calentamiento global como son la escasez de agua, el aumento de los niveles marinos, la acidificación de océanos, la plastificación de tierra y mar, la desaparición de especies animales y vegetales, pero, sobre todo, es una sociedad planetaria en la que priva la pobreza multidimensional pues no solo es material sino, lo más grave, espiritual e intelectual, creándose condiciones que erosionan el tejido social que se deshilvana en violencia e intolerancia, en autoritarismo y represión.

Freire insistió toda su vida que toda y todo educador debía “aprender a comprender y a comunicar esa comprensión a los otros”. Aprendizaje significativo para la vida y por la vida que consiste en la simplicidad de “hacer inteligible el mundo”. Pero para hacer inteligible el mundo, primero tenemos que hacerlo inteligible para nosotros mismos, comprenderlo para poder motivar la comprensión en las personas con las que interactuamos. Dialógica de la naturaleza humana y bujía de la democracia porque es, resalta Freire, “a través de la curiosidad y de la inteligencia esperanzada” que se crean las relaciones por las que intervenimos en la dinámica social con responsabilidad e interposición estética, pues “somos capaces de expresar la belleza del mundo”. Sentido por el que Freire destaca que toda educadora y educador debe “vivir éticamente, practicar la ética diariamente” en el aula, en los espacios de aprendizaje, en la sociedad para hacer consciencia de la inconclusión y la importancia de la curiosidad reflexiva que facilita aprender autónomamente para la vida.

Vivir y educar éticamente es practicar la curiosidad para aprender con autonomía, labrar la habilidad intelectual de autoorganización y cultivar la libertad para intervenir en la realidad. Consiste en aprender a escuchar para participar propositivamente, trabajar para hacer del respeto a los derechos humanos la práctica cotidiana, fomentar conductas que conduzcan a la paz y convivialidad social. Por ello Freire insistió, y lo sigue haciendo cada vez que rememoramos su legado educativo al leerlo y releerlo, que el acto educativo no debe ser para amoldar a los alumnos, sino, por el contrario, el deber es provocarlos, desafiarlos para que sean sujetos de su propia formación cultivando su habilidad de autoorganización para aprender, para conocer y estar en posición de contribuir a cambiar el mundo, “esta realidad insoportable”, escribió Carlos Falaschi, que pone en riesgo la “plenitud del ser humano”. Vivir éticamente conduce al ejercicio de la praxis política porque, en educación, se debe sembrar la inquietud movilizadora y creativa de la inteligencia en oposición a ideologías inmovilizadoras que coartan la reflexión crítica, alientan la ignorancia para someter a las conciencias a designios ideológico-políticos y exaltan la creencia sobre bases falsas.