“La neurofisiología del acto de escribir y su impacto en la impartición de justicia” fue el eje central de la visita a México del perito calígrafo argentino Jorge Luis Mora, quien impartió un taller especializado a peritos y estudiantes de grafoscopía en el Instituto Forense de Investigaciones Latinoamericanas (IFIL).
Mora, con 38 años de experiencia como perito calígrafo en tribunales de Neuquén, Argentina, explicó que la escritura no sólo responde a trazos visibles sino a procesos cerebrales complejos donde intervienen la memoria, la plasticidad neuronal y la consolidación del aprendizaje, factores decisivos para distinguir una firma auténtica de una falsificada.
“En Argentina le llamamos pericia caligráfica. Aquí se conoce como grafoscopía. La base científica de esta disciplina se sustenta en principios que tienen que ver con la neurofisiología del acto de escribir. Las leyes de la escritura cumplen 100 años en 2027, pero fueron redactadas antes de que la ciencia explicara cómo funciona el cerebro para aprender y trazar signos”, expuso.
Durante su ponencia, detalló que desde hace una década estudia cómo el cerebro produce, recuerda y ejecuta la escritura. Ese conocimiento, afirmó, moderniza el análisis pericial, pues permite entender si un temblor, una pausa o una irregularidad en un trazo corresponden a una enfermedad, a variaciones personales o a una falsificación.
“El falsificador tiene un problema básico, no posee la memoria consolidada del autor original. Puede practicar, pero la escritura auténtica se aloja en la memoria de largo plazo después de pasar por un proceso cerebral de aproximadamente 6 meses. En cambio, quien falsifica opera con memoria de trabajo, que es débil y se desvanece”, indicó.
Mora aclaró que su incursión en estudios neuronales no lo convierte en médico, aunque reconoce que varios colegas llegaron a llamarlo “doctor” sin serlo.
“Estudié diplomados en neurofisiología y plasticidad neuronal porque todo perito que analiza escritura debe saber cómo funciona el cerebro. No es exclusivo de médicos”, señaló.
El especialista comentó que su postura generó resistencia en sectores de la disciplina, pero hoy –con el auge de la inteligencia artificial– esos mismos profesionales se han visto obligados a estudiar cómo funcionan las neuronas para comprender los modelos que simulan procesos cognitivos.
“Los neurocientíficos que desarrollan inteligencia artificial primero tuvieron que estudiar plasticidad neuronal. Paradójicamente, esos colegas que no querían aprender del cerebro ahora tienen que hacerlo. Aun así, la inteligencia artificial nunca podrá suplantar la natural. El cerebro humano permanece en un nivel imposible de replicar por completo”, afirmó.
El curso impartido por el IFIL –donde participaron entre 80 y 95 asistentes– combinó teoría con ejercicios prácticos que permitieron identificar memoria de trabajo, memoria a largo plazo y los mecanismos que intervienen cuando alguien reproduce una firma sin poseerla interiorizada.
Finalmente, Mora destacó que estos conocimientos fortalecen el trabajo pericial, ya que permiten determinar con mayor precisión si una escritura es auténtica o responde a un intento de imitación.
“Conocer cómo se moldea el cerebro nos ayuda a ver cómo la escritura se transforma con la experiencia y cómo se consolida con la repetición. Esa plasticidad explica por qué cada persona escribe de forma única y por qué es tan difícil falsificarla”, subrayó el perito calígrafo público, diplomado en plasticidad neuronal, neurofisiología y neuropsicoeducación.