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Universidad Anahuac

Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

Quién no soporte el calor...

Salvador Mart?nez y Mart?nez Xalapa, Ver. 14/12/2016

alcalorpolitico.com

Nuestra Carta Magna establece: “Artículo 87. El Presidente, al tomar posesión de su cargo, prestará ante el Congreso de la Unión o ante la Comisión Permanente, en los recesos de aquél, la siguiente protesta: "Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande."

La invocación del precepto anterior viene al caso porque es la elección presidencial en México, 2018, aquello que se está cocinando al tiempo de escribir las presentes líneas. Los conocedores aseguran que al día siguiente de que termina una elección, los actores políticos inician la campaña electoral de los siguientes comicios. Los tiempos de pre-campaña y de campaña son formalidades jurídicas que, de acuerdo a la jerga política, podrían constituirse en una gran mentira. Dichos actores ya le están echando mucha leña al fuego del asador político nacional y la advertencia es clara: quien no soporte el calor que no se meta a la cocina.



Si esto es así, entonces, la campaña electoral comenzó al día siguiente del empoderamiento del actual Presidente de la República (su partido político llevaba dos sexenios de no ser favorecido por el voto ciudadano) y está guiada no por un conjunto de ideas y valores concernientes al orden político sino por una consigna: <<ataquen al hombre>>. Los resultados no se hicieron esperar, “El hombre es un ignorante y un tonto, pues no ha leído ni tres libros”. Con su antecesor sucedió algo similar, “el hombre es inhumano, pues no le importaron “las víctimas colaterales de su guerra contra el narcotráfico”.

La consigna se conecta con otra que también es estratégica para la propaganda electoral: en todos los ambientes de gobierno (municipal, estatal y nacional) los actos de gobierno y de campaña electoral están fundidos en una y la misma cosa. Todo lo que circunda los actos de gobierno apunta hacia algo sabido: los políticos mexicanos no son blancas palomas, ellos son corruptos. La evidencia de los hechos arroja una luz intensa que deslumbra. Le escuchamos la pregunta al bolero del pueblo, dirigida a su cliente: <<¿Conoce usted algún historiador que pueda decirme si ha existido algún gobernante que no haya salido enriquecido ilícitamente?>>. El argumento falaz ad hominem domina el escenario nacional.

El mismísimo pueblo está sorprendido ante la inmensa bandera que hoy se enarbola en el horizonte electoral, ya que no se trata de averiguar si aquellos que luchan por el ejercicio del poder político, y acceden al mismo, cumplen o no sus promesas de campaña, sino el meollo del asunto consiste en saber -y difundir- si cumplen o no su promesa de gobierno. ¿Promesa de gobierno? La pregunta lleva a pensar que la Constitución Política de México es un documento inédito.



La voz “protesta” guarda por lo menos tres significados usuales relacionados con el texto constitucional invocado arriba: (1) acción y efecto de protestar; (2) promesa con aseveración o atestación de ejecutar algo; (3) promesa solemne de un alto dignatario al tomar posesión de su cargo.

El texto constitucional podría encontrar su equivalencia en este otro: <<Bajo protesta de decir verdad, prometo observar o cumplir y hacer que se observe o se cumpla la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande>>.



Aquello que en el México actual está que arde es la última frase del texto: “[…] y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.” Ante la ausencia de un Juicio mediante el cual la Nación entable esa demanda, son los poderosos de este país (partidos políticos, burócratas y tecnócratas, al decir de Luis Villoro) quienes arman esa “campaña electoral” que, en la realidad, es una campaña de descrédito o desprestigio y el pueblo corea o abuchea cual, si se tratara de un partido de futbol, aunque aquí no se hayan introducido cánticos hermosos, como el cielito lindo, ni groseros, como el que hizo mundialmente famosa a la porra mexicana.

Entender el fenómeno electoral contemporáneo implica saber que la protesta que se contiene en el artículo 87 constitucional sustituyó al juramento religioso que bajo distintas fórmulas operó en el constitucionalismo mexicano del siglo XIX. Así por ejemplo, el artículo 101 de la Constitución de 1824 establecía el siguiente juramento: “[…] juro por Dios y los Santos Evangelios, que ejerceré fielmente el encargo que los mismos Estados Unidos (Mexicanos) me han confiado y que guardaré y haré guardar exactamente la Constitución y leyes generales de la Federación.”

Es a partir de la separación Estado-Iglesia consumado durante el periodo de la Reforma, que el juramento religioso es sustituido por la fórmula de la protesta. Nuestra hipótesis es que el contexto condiciona el sentido profundo de esa protesta. Esto es, a pesar de su expresión laica, conserva el talante religioso del juramento. Las cosas que están sucediendo en el México contemporáneo encuentran su razón en un pueblo profundamente religioso en donde la secta “católica” o, mejor dicho, algunos de sus jerarcas, sustituyeron la ética cristiana por la nada cristiana ética de los cátaros y, ahora en México, clamamos por políticos puros o inmaculados.



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