Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Estado de Veracruz

Roberto Campa trajo esperanzas a los padres de desaparecidos en Tierra Blanca

El Subsecretario de Derechos Humanos compartió el dolor de los padres y empatizó con ellos durante su reunión 

Rodrigo Barranco D?ctor Tierra Blanca, Ver. 03/02/2016

alcalorpolitico.com

Roberto Campa Cifrián llegó cerca de las 11:30 de la mañana a la Fiscalía Regional de Veracruz, en Tierra Blanca, platicó un rato con las familias de los cinco jóvenes desaparecidos el 11 de enero de este 2016, los abrazó, los consolaba, incluso –en más de una ocasión– se le vidriaban los ojos al ver a las madres llorar.

El Subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación pidió a los afectados ir con él al hotel “Niña Bonita”, en el centro de la ciudad, para que ahí, en privado, les diera los avances sobre las investigaciones en la búsqueda de sus seres queridos, secuestrados por la Policía Estatal y entregados a un líder de la delincuencia organizada en esa región.

Los padres aceptaron y abordaron las patrullas de la Gendarmería Nacional. En las cabinas de las camionetas ya no había lugar para uno más. Campa parece que entendió que era momento de mostrar empatía, así que sin chistar trepó a la batea. Ya sentado, agarrado de los tubos miró abajo al fiscal General, Luis Ángel Bravo Contreras, que dudaba si caminar a su Suburban que lo aguardaba a unos metros.



“Súbete”, le dijo el funcionario federal al ex Procurador de Justicia. En menos de cinco segundos el cordobés ya estaba acomodado, con su guardia personal colgado de la parte trasera con la guayabera blanca que contrastaba con el resto de los oficiales uniformados y equipados hasta los dientes.

El traslado fue rápido de la Fiscalía al hotel, menos de 10 minutos. Inició la encerrona. Afuera, las calles alrededor del “Niña Bonita” eran un búnker, fueron cerradas por dos jeeps que se atravesaron de esquina a esquina. Afuera, elementos del Estado Mayor Presidencial por doquier, grupos tácticos resguardaban el área. Nadie entraba sin antes mostrar una identificación.

La reunión duró más de dos horas. Agentes de la Fiscalía, de la Gendarmería y de la Policía Federal iban y venían. Sólo ellos podían ingresar a la junta. En un área recreativa aguardaba un puñado de reporteros.



Cerca de las 14:00 horas, la puerta del salón se abrió. Los rostros de los padres de los cinco jóvenes habían cambiado: salieron vigorosos, con esperanzas, ni una lágrima, aunque no quisieron hablar con la prensa hasta que Campa se marchara de su vista.

De nuevo, el Subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación a escena, lo esperaban personas de Tierra Blanca que también perdieron a sus hijos o hijas a manos, según ellos, de la Policía.

Los escuchó, los abrazaba, se le ponían los ojos rojos consolándolos. Se movía entre ellos hablando a sus allegados y relegando responsabilidades para que todos fueran atendidos en unos días, cuando, prometió, regresará a Tierra Blanca a entrevistarse de nuevo con ellos.



Una vez en la calle, otra vez trepó a la batea de una patrulla para regresar a la Fiscalía Regional. Ahora sí, el fiscal Luis Ángel Bravo, se escabulló de la mirada del funcionario federal, cuando lo buscó ya estaba arriba, en el asiento de su camioneta esperando a que el convoy arrancara.