Aunque los hospicios han desaparecido y se fueron transformando en colegios, escuelas de artes y oficios enfocados en la formación técnica, hoy en día se retoma la idea de formar saberes útiles, explicó Hubonor Ayala Flores, doctor en Historia por el Colegio de Michoacán y postdoctor por la Universidad de Colima.
En entrevista, refirió que esto es impulsado por instituciones como los actuales Centros de Capacitación para el Trabajo Industrial(CECATI) y otras, que forman a personas en computación, carpintería, herrería, mecánica y demás.
El también colaborador del Cuerpo Académico de Estudios del Golfo de la Universidad Veracruzana, dijo que en la actualidad la idea de tener casas de asistencia para los pobres ya no existe y, hay más programas de ayuda que instituciones donde puedan vivir las personas con vulnerabilidad social.
En su ponencia: La forja de ciudadanos útiles, los hospicios de Orizaba y Veracruz, en el siglo XIX y el Porfiriato, presentada en el coloquio: “Educar, formar, corregir: hospicios, escuelas de artes y oficios y correccionales en las regiones de México, siglos XVIII al XX”, habló sobre los dos hospicios más importantes que hubo en Veracruz.
En ello analiza políticas e ideas en torno a qué hacer con los niños pobres huérfanos y de qué manera se solucionó institucionalmente.
Explicó que un hospicio conjugaba diferentes opciones, servía para asilar huérfanos, asilar a jóvenes y niños pobres, para que recibieran una educación formal, que aprendieran un oficio, para corregir. “Son instituciones que cumplían muchas funciones”.
Anteriormente se pensaba que el niño era el futuro de la nación dentro de la masa de pobres en la sociedad, el niño era el que tenía mayor esperanza de alcanzar un grado de un buen ciudadano porque era niño y el Estado asumía el papel de padre que lo podía educar, formar y corregir.
Esto se acrecentó hasta el siglo XX, de ahí surgen instituciones como Pro Infancia y la Gota de Leche que son programas destinados a dar apoyo a la madre y niño pero más de un punto social no tanto como ayuda como caridad, sino una ayuda para el desarrollo.
Finalmente, recordó que en el siglo XIX se criminalizó mucho al niño delincuente, pero en la actualidad no tanto y aunque los niños están expuestos a violencia, criminalidad -sobre todo las clases más bajas por su contexto- se ha abogado mucho por derechos de niños y humanos, hay un cambio de visión a cerca de los niños.