Este primer domingo de mayo, la homilía del arzobispo Hipólito Reyes Larios abordó el tema del perdón como un mandamiento que Jesús enseñó a sus discípulos en la víspera de su pasión: “en el jueves santo celebramos la última cena, el lavatorio de pies y ahí Jesús les da un testamento, le habla a sus discípulos y les anuncia su pasión y glorificación porque la cruz, la exaltación de la Cruz, significa la glorificación”.
También refirió que estamos en un periodo casi vacacional debido al puente, “los niños están felices porque hay un puentazo así como el de Plaza Crystal; hasta el jueves o hasta el viernes, si no, se van a ir hasta el lunes de la otra semana”.
Anunció que una de estas celebraciones es mañana cuando se conmemora el día de la Santa Cruz, “para todos los que trabajan en construcciones como ingenieros, arquitectos, maestros, peones”. Explicó que la Cruz se recuerda y venera ya que Jesús dijo “cuando sea levantado en la Cruz, atraeré a todos hacia mí, por eso la celebramos tanto y hablamos de la exaltación o la glorificación de la Cruz, porque aunque fue el instrumento de la muerte de Jesús, ha pasado a ser el signo de nuestra redención”.
Señaló que “Jesús derramó su sangre por todos nosotros pecadores y ahí nos da un mandamiento nuevo; nos da la capacidad de amarnos como él nos ama; lo demuestra en la cruz entregando su vida por nosotros que somos pecadores”.
Reyes refirió que las enseñanzas de Jesús son de amor, “a sus discípulos los quería, los formaba, los disculpaba, como en el caso de San Pedro que lo negó tres veces y sin embargo Jesús lo mantiene en su cargo y llamaba a aquellos que las autoridades judías consideraban como lo peor de la sociedad, los publicanos o los pecadores, y les decía no son los sanos quienes necesitan el médico sino los enfermos, yo no he venido a salvar a los justos sino a los pecadores”.
Por ello comentó que una de las características esenciales de los católicos debe ser “que nos queramos unos a otros, nos amemos, respetemos, estemos dispuestos a dar la vida unos por otros; hay que empezar en la casa, en la familia, en el trabajo donde estudiamos donde nos desenvolvemos que tengamos esa generosidad de corazón que manifieste que somos creyentes en Cristo”.
En su homilía, Reyes recordó al sacristán muerto en la iglesia y señaló que cuando alguien es capaz de amar a sus enemigos, incluso de perdonarlos, es lo más auténtico de una vida cristiana. Por ello, relató a la congregación lo sucedido esta semana con el asesinato del sacristán, el señor Florentino fundador de la adoración nocturna, en la iglesia del Espíritu Santo.
“Un muchacho que andaba por ahí de novio, entonces los hermanos de la novia lo siguieron y tenían ya sus rencillas y lo golpearon dentro del templo; el sacristán salió a tratar de poner paz y también a él lo golpearon. Lo que son las cosas de la vida, este hombre de 73 años fue a dar al seguro social y ahí falleció. El muchacho también fue muy golpeado y fue a dar el CEM y se ha recuperado, está en convalecencia”, indicó.
Añadió lo que platicó con los deudos del fallecido sacristán, “la familia decía nosotros estamos muy tristes por lo que ha pasado con nuestro papá, esposo, decía la señora pero nosotros perdonamos a estas personas, nosotros no pedimos nada contra ellos y uno se asombra porque dice uno estas personas verdaderamente son creyentes”.
Recordó el caso de su sobrina Karina Reyes, y cómo respondió cuando le hicieron la misma pregunta que a los familiares del sacristán; “después del secuestro y asesinato de mi sobrina me decían -ustedes como familia qué piden-, y yo les contestaba, -lo primero, que Dios los perdone por esto que hicieron y lo segundo pienso que sí tienen que ser localizados, no por sentido de venganza o desquite sino de precaución, de prevención, porque hay otras familias que si estas personas ya están acostumbradas a eso, pues son un peligro para la sociedad-“.
Refirió que ahí es cuando se combinan la justicia con el amor. “Uno los perdona, pero si la persona no cambia, tiene que pagar los daños que ha causado. Ésa es la vida cristiana, ése es el amor de Cristo y es él quien cambia los corazones”, aseveró.
Como parte de la colecta anual para el seminario, Juan Carlos Matu Sánchez, alumno del Seminario Mayor de Xalapa, transmitió el mensaje del rector del seminario, el padre Roberto Reyes Anaya, quien envió un agradecimiento a quienes participaron con trabajo, empeño, dedicación, donativos y despensas. Agregó que los estudios filosóficos se dividen en dos partes: una de estudios filosóficos y posteriormente cuatro años de estudios teológicos.
Recalcó que desde el 2005, el Seminario Mayor de Xalapa posee autonomía económica por lo que busca la manera de solventar sus gastos. Actualmente cuenta con 150 alumnos.
Reyes concluyó citando a San Rafael Guízar y Valencia “el obispo puede no tener muchas cosas, la mitra, la curia, pero nunca le puede faltar el seminario; esta colecta es una vez al año y les voy a pedir que sean más generosos, que suelten el llanto un poquito más ampliamente para bien de nuestro seminario”.