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Sección: Estado de Veracruz

Salió de Honduras huyendo de los “maras”; Jefferson busca reunirse con su papá en EU

- Dejó su natal San Pedro Ozula de Luciano para no “trabajar” con el grupo criminal

- “Si te niegas no se tientan el corazón para matar a la gente, a tu familia”

- Junto con otros 5 migrantes, espera llegar a Carolina del Norte, donde radica su padre

Benito Juárez Ramírez Amatlán, Ver. 05/06/2020

alcalorpolitico.com


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No hay cansancio, no hay fatiga. Así lleva 28 días buscando llegar a Carolina del Norte, Estados Unidos, para encontrarse con su padre. Huye de Honduras, de los Mara Salvatruchas para no “trabajar” en la delincuencia.

Esta es la historia de Jefferson Antonio Medina Lagos, de 32 años de edad, quien llegó buscando la ayuda a las fondas, una ayuda para echarse algo al estómago y seguir su camino.

Mientras se echaba un sorbo de café y se comía unas “picaditas” que les invitó un compañero, refirió que salió hace 28 días de su pueblo, San Pedro Ozula de Luciano, -una comunidad que tenía hasta hace un año más de 2 mil 500 habitantes. Hoy apenas llega a los mil habitantes, donde sólo quedan mujeres y ancianos.



Comentó que ya no aguantó el acoso de la banda criminal de los Mara Salvatrucha, que por negarse a “trabajar” con ellos, ya había sido golpeado en varias ocasiones; la última vez, fue apuñalado.

El haber sido trasladado de Honduras al hospital de Chiapas, le valió para huir de su país y tomar camino en busca de su padre que se encuentra en Carolina del Norte, EUA.

Guardando picaditas para sus 5 compañeros que lo acompañan en esta odisea, dice que le hubiese gustado llevarse a su familia pero no pudo, lo que quiso es primero es salvar su vida, huir de esa banda criminal que tiene amenazado ese país.



Explicó que con esta banda los jóvenes tienen tres opciones, trabajar por la buena, ganando 2 mil 300 lempiras; por la mala, mil lempiras y si te niegas, van y matan a toda tu familia. Ante esa situación, dijo que tuvo que huir de su país; no le dejaron otra opción.

Añadió que él no quería salir de su país, quería estar allá para cuidar a su familia pero con los Maras no se puede.

Mostrando sus cicatrices en la cabeza y cara, dijo que fue por negarse a trabajar con esas bandas en el tráfico de drogas, asaltos y secuestros.



“Ellos no se tocan el corazón para matar a la gente, robar o violar a las mujeres; son gente sanguinaria que abunda en ese país. Pero yo por eso huí, porque soy una persona que no me gusta delinquir y, primero Dios, debo llegar con mi padre”.

Así termina Jefferson Antonio de contar parte de su historia, levantando su maleta y sus gorditas para buscar a sus compañeros, juntar lo que les hayan dado de comida y desayunar para descansar y más tarde continuar su camino, porque su sueño es llegar a Carolina del Norte.