Santuario de Guadalupe, en Coatzacoalcos, un refugio para peregrinos

El Santuario de Guadalupe ubicado en Coatzacoalcos se ha convertido en uno de los puntos más concurridos por peregrinos procedentes de Chiapas, Tabasco, Yucatán y otras entidades del sur-sureste del País, gracias a la amplitud del templo, la seguridad del espacio y el apoyo que reciben mediante alimento y hospedaje gratuito.

Cada año, previo a las festividades guadalupanas, miles de caminantes arriban al recinto mariano considerado uno de los más grandes de la región. Su fama ha trascendido fronteras estatales debido a que, a diferencia de otras parroquias, aquí se les permite dormir bajo techo, descansar y alimentarse sin costo. “Es la parroquia más grande, por eso le dicen santuario. Aquí hay espacio para quedarnos, cosa que no en todos los lugares nos permiten”, expresó una peregrina proveniente de Tapilula, Chiapas, quien junto con su grupo ha visitado Coatzacoalcos por 2 años consecutivos.

La feligrés detalló que el templo ha adquirido reconocimiento entre quienes transitan rutas largas hacia la Basílica de Guadalupe y lo describen como un sitio acogedor donde se sienten esperados y acompañados. “Aquí hay donde dormir y la gente da comida. Nos apoyan, pues, y en otros lugares no hay nada; dormimos afuera. Aquí como que nos esperan”, relató.

El flujo comenzó desde finales de octubre con grupos dispersos que sólo pernoctaban para cenar y salir al día siguiente rumbo a la Ciudad de México. Sin embargo, desde el 1° de diciembre el santuario vive su etapa más intensa, albergando contingentes completos y sirviendo alimentos a cientos de personas por jornada.

La voluntaria del área de cocina desde hace 5 años, Patricia Juárez de Aviña, explicó que en los días más concurridos llegan a alimentar hasta a mil peregrinos diarios. “Hoy sólo en el desayuno ya llevamos alrededor de 350”, reveló. La preparación de los alimentos funciona gracias a la solidaridad de la comunidad católica que acude con donativos en especie. Cuando estos se agotan, las cocineras recurren a los propios recursos del santuario para cubrir necesidades. “Dependemos de lo que la gente nos asista. Nos traen cosas y gracias a eso podemos atenderlos. Cuando ya no hay, tenemos que ver los recursos aquí para solventarlo”, expuso.

Este año la comida ha incluido carne de cerdo preparada de diversas formas, huevos con vegetales, sopas, lentejas, tamales y otros platillos improvisados con lo que llega desde la sociedad. Además de la alimentación, los voluntarios mantienen guardias extensas para lograr atender a los viajeros. Son alrededor de 8 personas en el turno matutino y otro grupo similar por la tarde-noche, extendiendo su jornada hasta casi la medianoche.

El Santuario de Guadalupe seguirá recibiendo peregrinos hasta el 11 de diciembre, cuando, después de servir desayuno y comida a quienes aún duermen en sus instalaciones, se cerrarán los espacios para preparar la fiesta del día 12. Mientras tanto, cientos de caminantes continúan llegando atraídos por la hospitalidad que distingue a Coatzacoalcos en el mapa de la devoción guadalupana, donde la fe encuentra alimento, descanso y cobijo en un templo que se ha convertido en referencia regional para los viajeros del sur.