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Sección: Estado de Veracruz

Tiempo Mexicano: 50 años después (I)

- Las reflexiones de Carlos Fuentes en su libro “Tiempo Mexicano”, escrito hace 50 años, ilustran circularidades, simultaneidades y retornos en nuestra historia nacional

- Ofrecen pautas para trabajar por una sociedad justa, participativa, asociada a la prosperidad individual y colectiva

- El 18 y 19 de mayo, a partir de las 10:00 horas, la Cátedra Interamericana Carlos Fuentes, de la UV, analizará sus repercusiones en el presente y el futuro de México

Víctor A. Arredondo 13/05/2021

alcalorpolitico.com


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A cincuenta años de la edición de “Tiempo Mexicano” de Carlos Fuentes, aún es evidente la pertinencia y vigencia de las reflexiones ahí expresadas por su autor.

Él sostiene que somos una nación cuya historia refleja circularidades, regresos al origen y caminos aún no transitados cabalmente; porque los tiempos mexicanos no son lineales, no terminan de concluir y, por tanto, coexisten de manera simultánea.

En su relato construye una visión de nuestro pasado para explicar su presente y proyectarlo al futuro, desde el mundo original indígena con sus concepciones místicas y cósmicas circulares, pasando por la conquista española que aprovechó el mito de Quetzalcóatl y las pugnas indígenas para intentar borrar -sin éxito- la memoria de los conquistados; la colonia que prolongó el esquema orgánico de la Edad Media al desatender el potencial indígena y los vientos de modernidad europea de la época.



Luego, la independencia que al proponerse recuperar el tiempo perdido nos llevó a deslumbrarnos por el progreso como utopía y que la clase burguesa usó para postergar reformas necesarias; la revolución que con la pesada tradición del centralismo y el paternalismo se institucionalizó perdiendo sus raíces porque rindió homenaje con palabras a la revolución y con actos al progreso burgués, olvidándose de los pobres, hasta concluir con el movimiento estudiantil de 1968, que propició la ruina del sistema autoritario e inició el despertar de las fuerzas cívicas de México y con ello, la prolongada construcción de nuestra vida democrática.

En su disección sobre nuestra cotidianidad, resalta una convicción mexicana creada por la violencia de siglos: “el fin puede estar a la vuelta de la esquina, en una bala perdida, en un encuentro casual, en un estallido de cólera, en la simple enfermedad, la simple hambre, la simple esclavitud. El llamado gusto mexicano por la muerte sólo se salva en la vida, sólo es parte de la vida si se convierte en hecho consciente, en compañero permanente, en objeto de celebración y resistencia trágica”.

Pero, ¿acaso el mito de la circularidad temporal y del plazo trágico del mañana inhiben la construcción de un futuro promisorio? Él asume que no, siempre y cuando se destierre la corrupción, se propicie la horizontalidad democrática y se logre la fusión de altos valores que están detrás de nuestra historia para apuntalar la solidez moral del Estado y para poner por encima del poder, los intereses de la comunidad.



Esto es, aspirar a un utopismo comunitario y transformador que regenere un proyecto de vida propio y universal. A fin de cuentas, para evitar discusiones estériles entre lo local y lo universal, Fuentes nos recuerda que un ilustre pensador mexicano ya había encontrado el justo medio: “Alfonso Reyes había librado la guerra contra el chovinismo estéril con el argumento de que una cultura sólo puede ser provechosamente nacional si es generosamente universal”.

Siguiendo su lógica, la cultura se constituye en el gran aglutinador de todas las relaciones sociales, políticas, económicas y espirituales, en verdadero sostén y motor de una sociedad: “Cultura es la transmisión del poder en política, de la experiencia en ciencia y filosofía, de la vida en la unidad y significado del arte. Cultura, por ello, es el proceso de la progresiva auto liberación del individuo.

Lenguaje, arte, religión, ciencia son fases diversas de este proceso. En cada una de ellas, el hombre descubre y comprueba un nuevo poder, el poder de construir un mundo propio”.



A partir de su diagnóstico deja ver que cualquier transformación debe partir de la realidad lacerante de que nuestro desarrollo ha estado manchado por la injusticia, la corrupción y la concentración de la riqueza; ha sido desequilibrado, está basado en la explotación de la gente pobre y ha fomentado una política que induce a integrarnos a un sistema de decisiones e intereses supranacionales.

Además, identifica un aliado para el cambio, la difusión universal del sonido, la imagen y la palabra como instrumento para concretar los derechos individuales y hacer factibles las aspiraciones sociales. Y deja claro que no es posible la transformación social sin recurrir a los canales de la expresión democrática, acotando la noción del cambio desde arriba y los intereses creados, recurriendo a la organización social que fomente la participación ciudadana.

En una próxima entrega me referiré a la manera en que están organizados los temas de análisis de la Cátedra que hace honor a un pensador mexicano con alcance universal. Para registrase en la cita virtual al evento mediante la plataforma Zoom, favor de dirigirse a: www.uv.mx/catedracf/live.