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Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

Tiempos de sucesión en la UV

Salvador Martínez y Martínez Xalapa, Ver. 02/06/2021

alcalorpolitico.com

“¡Quien sea, pero que no vaya a ser un abogado!” La expresión fue escuchada en los días previos a los tiempos de la sucesión a la Rectoría de la Universidad Veracruzana y ello ocurrió en tiempos idos, pero el prejuicio quedó como labrado en piedra en el ambiente universitario.

De cara a la frase lapidaria, alguna autoridad en el campo jurídico nos recuerda los comentarios de Luis Recasens Siches, en un artículo publicado dentro de la Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (1955). El pensador se ocupa del tema relativo a la severidad de las críticas a las leyes y a la profesión.

Recasens Siches advierte que las diatribas no sólo van contra los abusos, sino contra los usos, es decir, se ataca a la profesión misma, aun si ésta se ejerce correctamente. Al tratar de explicar su advertencia, llega a la conclusión de que tan amargos comentarios “están probablemente inspirados en el sentimiento doloroso que produce el contraste entre la justicia limitada y relativa de Derecho y el afán de una justicia perfecta". Se tiene la impresión de que el Derecho positivo no transcribe la plenitud del ideal.



No estamos promoviendo a alguien en particular, pero sí estamos considerando el área de las abogadas y los abogados. Al escribir esto, pasan por nuestro pensamiento los nombres de cuatro mujeres y cuatro hombres, licenciadas y licenciados en Derecho, todos ellos con posgrado y que harían un papel digno en el rectorado de la Universidad Veracruzana.

Es verdad que en la historia de los rectores muchos han sido licenciados en Derecho, pero no consideramos, ni por asomo, que todo tiempo pasado fue mejor. En algunos casos ha sucedido lo contrario.

A lo sumo, aquellos eran amigos del gobernador en turno, lo cual fue normal, pues el gobernador del Estado era la máxima autoridad de nuestra Casa de Estudios. Hoy, todo es distinto, uno de los méritos de Sara Ladrón de Guevara como Rectora de la Universidad Veracruzana, es que ha pugnado porque la autonomía universitaria sea realidad y no sólo una declaración formal y legal.



Nos asaltan algunas dudas sobre la obra publicada por aquellas y aquellos que ocupan nuestro pensamiento para llegar la Rectoría de la UV, pero amén de que no es un requisito esencial para ser designado como Rector, sino meramente un requisito preferente, habría que pensar no tanto en la obra publicada, sino en la obra realizada, como ocurre en el servicio docente. Pero, también hay obra publicada por casi todos ellos y de calidad.

Aquello respecto de lo cual no nos cabe duda es que nuestros personajes se han distinguido en el área de su especialidad. Un área que suele ser difícil y muy amplia: la Abogacía (litigantes), el Ministerio Público, la Judicatura y, por supuesto, la Docencia, la Investigación o Difusión de la cultura y extensión de los servicios, preferentemente en la Universidad Veracruzana.

También las abogadas y los abogados en quienes estamos pensando tienen más de cinco años de servicio en la Universidad Veracruzana, pero los integrantes de la Junta de Gobierno de la UV, al momento de hacer la designación deberán tomar en cuenta si ese servicio es efectivo. Un memorar negro nos asaltó, pues en otros tiempos hubo, estudiantes “fósiles” (en verdad, no-estudiantes). Que no se les vaya a colar a la Rectoría un académico “fósil” (no-académico). Los juristas que ocupan nuestra atención están entregados realmente a la labor universitaria.



La complejidad actual de la Universidad Veracruzana, por sí misma, excluye a los jóvenes menores de 30 años, pues carecerían de la experiencia necesaria en la rectoría. Pero, también descarta a quienes tienen sesenta y cinco años o más, pues podrían flaquear sus fuerzas para cumplir cabalmente la tarea. Los académicos que estamos considerando tienen la edad ideal, ni tanto ni tan poco. Pero, sobre todo, nos han dejado la impresión de que gozan de la madurez necesaria para ocupar el puesto.

Consideramos ocho mexicanos por nacimiento. Pero, ¿Es necesario discriminar a los mexicanos por naturalización? “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.” (Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 1).

En el ambiente que conocemos no hay juristas mexicanos por naturalización. No obstante, desde que surgió el Sistema de Enseñanza Abierta (SEA) hay abogadas y abogados en todas las regiones de la Universidad Veracruzana y podría haber algún jurista mexicano por naturalización del cual no tengamos noticia.



¡Nombres! ¡Nombres! ¡Nombres! ...

Tenemos diez años retirados de la Universidad Veracruzana, pero estamos informados de lo que en ella sucede, gracias, sobre todo, a las redes sociales. Mas, por respeto, debemos callar los nombres de aquellos que consideramos. Las abogadas y los abogados no se sienten poquita cosa y confiamos que alguno -más de uno-, que reúna los requisitos de ley, pronto levante la mano para llegar a la Rectoría de la Universidad Veracruzana.

Laboramos por cerca de cuarenta años en el ambiente académico dentro del campo del Derecho y conocemos, en general, la sensibilidad que allí prevalece, pero ésta se agudiza cuando se trata de los juristas. Mejor optamos por mostrar las palabras de la Ley Orgánica de la Universidad Veracruzana:



Artículo 37. Para ser Rector se requiere:

I. Ser mexicano por nacimiento;

II. Ser mayor de treinta y menor de sesenta y cinco años de edad, al momento de su designación;



III. Tener cuando menos cinco años de servicio docente, de investigación o de difusión de la cultura y extensión de los servicios, preferentemente en la Universidad Veracruzana;

IV. Haberse distinguido en su especialidad; y

V. Poseer título de licenciatura y preferentemente haber realizado estudios de posgrado, y publicado obra en el área de su especialidad



Sin rodeos, quien ejerce cualquiera de las profesiones jurídicas, tiene una profesión denostada. Eugenio Trueba Olivares afirma que “Puede ser que la razón [de la denostación] se halle en el hecho de su propia jerarquía, lo cual motiva juicios rigurosos proporcionales a la delicadeza de sus respectivos papeles... se perdona fácilmente el dolo o el error en las tareas inferiores o de poca trascendencia, pero nadie está dispuesto a perdonar el envilecimiento de la justicia”.

Con las siguientes palabras de Antonio Beristain expresamos nuestro sentir: “En contra de Parménides, con Heráclito miramos esperanzados el futuro porque creemos que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, que todo fluye, que todo cambia y generalmente prospera.”

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