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Sección: Estado de Veracruz

Tras 10 meses de pandemia, trastornos psicológicos afectan a personal sanitario

- Hemos experimentado angustia, miedo, temor, ansiedad al atender a enfermos

- Tuvimos que lidiar con la pérdida de compañeros y de familiares

- Es importante prevenirlos y dar tratamiento oportuno, dice especialista

Miguel Valera Xalapa, Ver. 22/01/2021

alcalorpolitico.com


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“En esta pandemia hemos experimentado la presencia de la muerte, el fallecimiento de nuestros pacientes, el momento tan difícil que supone la intubación de alguien. Hemos tenido que lidiar con la pérdida de compañeros cercanos a nosotros y de familiares que también padecieron esta enfermedad y todo ello ha creado un ambiente minado en términos psicológicos entre el personal sanitario”, así lo expresó la doctora Lucía Ledesma Torres, colaboradora del área COVID-19 y de la División de Neurociencias del Centro Médico Nacional “20 de Noviembre” ISSSTE.

“Las medidas sanitarias que han complicado nuestro día a día, las políticas gubernamentales que no han contenido de forma significativa la pandemia, el desconcierto e incertidumbre de lo que va a suceder en temas de salud con nosotros, con nuestras familias, las vacunas… Hay un contexto de incertidumbre psicológica que llevamos experimentando desde hace más de 10 meses”.

Durante el webinar “Pandemia y fatiga por compasión en personal sanitario”, la especialista en Psicología recordó que esta pandemia por COVID-19 no es la única que ha vivido la humanidad pero que también sabemos que cada vez que hay una pandemia sufrimos una crisis en diferentes órdenes de nuestra vida y uno de ellos será el costo a nivel de la salud mental, el cual está vinculado a las pérdidas humanas que hemos tenido en esta contingencia.



Expuso que también se van agregando circunstancias que tienen que ver con cambios en el funcionamiento de las sociedades. Las diferentes formas de convivencia con nuestros seres queridos y de nuestros círculos afectivos y la economía, son factores que están implicados en el equilibrio psicológico y emocional, que todos podemos tener o perder en esta pandemia.

En el caso del personal hospitalario, señaló, hay temas que han impactado de forma directa: “hemos tenido saturación y la estamos teniendo en estos momentos, dificultad en el acceso a equipo de protección personal, compañeros que se han infectado en el camino y muchos que desafortunadamente han fallecido; en términos generales esta situación nos ha sobrepasado”.

“Hemos experimentado angustia, miedo, temor, ansiedad. Estuve acompañando a varios compañeros de áreas COVID en momentos complicados, en donde sobrevenían crisis de angustia antes de entrar a la zona de trabajo y hubo casos de ansiedad extrema por la situación tan complicada que representa portar el equipo de protección durante todo un turno de trabajo. Varios compañeros han tenido que dejar a la mitad del turno el área COVID debido a la ansiedad que se hizo patente y que se incrementaba en diferentes momentos”.



La docente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) refirió que en la atención del COVID se han reportado cuatro olas que tienen repercusiones en el mundo, no solamente en México. En la primera está el impacto de la morbilidad y mortalidad; en la segunda se experimentó la limitación de recursos y atención; en la tercera ola, que es en la que estamos, se está reportando la interrupción de atención a pacientes con enfermedades crónicas y ahora estamos empezando a surfear una cuarta ola, que consiste en el incremento de los trastornos psiquiátricos y psicológicos, la fatiga por compasión.

“Ante ello, tenemos que ser realistas y empezar a atajar este problema, pero para hacerlo necesitamos un diagnóstico de la situación, desde la población general, pasando por nuestras familias, nosotros mismos y desde luego el personal sanitario”, comentó.

Consideró que existe un situación preocupante que tiene que ver con la magnitud del impacto de la pandemia en nuestro equilibrio psicológico, y si bien es cierto que en la historia del hombre contemporáneo sabemos que el incremento de los síntomas depresivos en la vida cotidiana es una realidad desde hace varios años, en estos momentos esa depresión clásica adquiere otros tintes que es importante tener en cuenta y que le otorga características de mayor complejidad en su abordaje y en su tratamiento, de ahí la importancia de empezar a emprender medidas preventivas y de tratamiento oportuno.



“Derivado de lo anterior, es fundamental diferenciar la tristeza de la depresión. La tristeza podemos experimentarla de manera natural, es una emoción adaptativa si hemos tenido un fallecimiento de un familiar, si estamos abordando una situación de desempleo o de dificultades económicas o porque hemos perdido parcialmente la rutina que teníamos antes de la pandemia y estamos lejos de nuestros familiares, es esperado tener momentos de tristeza. Sin embargo, cuando tenemos recursos de afrontamiento adecuados esta tristeza nos permite ir sorteando las dificultades, adaptándonos a las circunstancias y podemos lograr revertir estos momentos”.

“Por su parte, la depresión está caracterizada por un estado emotivo bajo la mayor parte del día, todos los días, por lo menos durante dos o tres semanas de forma continua, hay dificultades para concentrarse, hay cansancio extremo, puede haber pérdida del deseo sexual, así como del interés en hacer cosas que antes nos producían placer y dificultades para conciliar el sueño. Ante estos síntomas, hay un descontrol neuroquímico en nuestro sistema central”.

Apuntó que en la depresión COVID-19 existen otras etapas que se agregan a un cuadro depresivo clásico, como es el hecho de que la crisis sanitaria que se va a seguir prolongando, los momentos de angustia, el deterioro físico, la exasperación, el deterioro mental, la irritabilidad, el agotamiento emocional y la lasitud (estado de desfallecimiento o falta de fuerzas).



También hay algunos otros aspectos que se han suscitado en esta crisis, como la angustia, el miedo a enfermarse, el miedo a morir solos y el miedo a la misma enfermedad; el aislamiento, el confinamiento, la incertidumbre y la angustia por la situación económica, entre otros, puntualizó.

Señaló que una parte del personal ha logrado adaptarse a las circunstancias, “seguimos trabajando en áreas COVID, nos podemos sentir ecuánimes o equilibrados desde el punto de vista psicológico; a lo mejor en algún momento pasamos por dificultades emocionales, que poco a poco fuimos resolviendo en los primeros tres o cuatro meses”.

Agregó que otro sector del personal ha visto cómo se complica su estado anímico, lo que ha dado lugar a diferentes síntomas que se pueden ir observando a nivel cognitivo, conductual, afectivo, somático e interpersonal, lo que habla de la tendencia a desarrollar una enfermedad psicológica por el agotamiento que ha producido esta enfermedad entre las personas que lo atienden.



Dentro de los síntomas que puede esperar el personal sanitario están: aislamiento social, hiperactividad, huida, cambios de hábitos alimenticios, pérdida de interés, incremento en el uso de sustancias adictivas, sensación de ausencia, propensión a accidentes, negación, agresividad, pasividad, dependencia, enajenación, obsesividad, respuestas exageradas, aplanamiento afectivo, ira, irritabilidad, miedo, ansiedad, frustración, pesar, temores, angustia de separación, taquicardia, palpitaciones, hipertensión arterial, sudoración, dificultada para respirar, insomnio e hipervigilancia.

También tensión muscular, estreñimiento, anorexia, debilidad, problemas cardiacos, problemas digestivos, cefaleas, conducta evitativa, desapego, restricción de la vida afectiva, temor al aislamiento, desconfianza, conflictos familiares, sociales y laborales, confusión, dificultad para tomar decisiones, pérdidas no resueltas, sensación de futuro limitado, dificultad para concentrarse, recuerdos recurrentes, recuerdos intrusivos e incapacidad para recordar.

Lucía Ledesma indicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado que el impacto de la pandemia en la salud mental es extremadamente preocupante y que los trabajadores que están en primera línea de atención al COVID-19 son particularmente vulnerables por las altas cargas de trabajo, el riesgo de infección y las decisiones de vida o muerte que tienen que tomar.



“En este momento hay mucha fatiga física y mucha fatiga emocional por todo lo que hemos acumulado durante estos 10 meses de emergencia sanitaria, por lo que hay una ola de mala salud mental que amenaza al personal sanitario y hay que tener mucho cuidado con ciertos pensamientos que pueden servir como alerta ante un trastorno mental”.

En ese sentido, explicó que existen diferentes trastornos en el personal sanitario que se deben empezar a detectar y prevenir, como el síndrome de Burnout o desgaste emocional, que es un efecto psicológico negativo generado por condiciones de trabajo adversas y es el resultado de estresores crónicos del trabajo que no han sido afrontados exitosamente y se encuentra caracterizado por tres dimensiones: sentimientos de deterioro de energía o agotamiento, distanciamiento mental, sentimientos negativos o indiferencia relacionada al trabajo y eficacia profesional reducida.

“Por su parte, la fatiga por compasión proviene de la frustración por no poder ayudar como se desea a los pacientes, ya sea por la saturación hospitalaria, falta de insumos, la incomunicación del paciente con los familiares, el estar con las personas en sus últimos momentos de vida y la muerte de los colegas”.



Ante toda esta situación, la especialista recomendó incrementar la capacitación en la materia así como aumentar en número de profesionales de la salud, particularmente aquellos que atienden al personal sanitario que labora las áreas COVID, en donde esta pandemia no parece ceder.

Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fund
https://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund