Tras inundaciones, implementan jornadas de apoyo psicológico para niños, en Álamo

A 2 meses de las devastadoras inundaciones provocadas por el desbordamiento de arroyos y del río Pantepec el pasado 10 de octubre, Álamo continúa enfrentando una de sus crisis más profundas: el daño emocional que dejó el agua en la población, particularmente en los niños, advierten psicólogos.

Los especialistas apuntan que decenas de infantes siguen arrastrando miedo, ansiedad y tristeza desde aquel suceso devastador cuando vieron cómo sus casas quedaban rodeadas y luego bajo el agua turbia.

La situación se vuelve más crítica debido a que la mayoría de los menores aún no ha podido regresar a sus salones. Varias escuelas permanecen dañadas, sin mobiliario ni condiciones para reactivar las clases. Esta interrupción educativa ha mantenido a los estudiantes en un aislamiento que especialistas comparan con el vivido durante la pandemia de COVID-19, pero ahora agravado por el trauma reciente de la inundación.

Con este escenario, un equipo integrado por el Centro Estatal de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (CEPREVIDE), el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) y el Instituto de las Mujeres puso en marcha jornadas de apoyo psicológico y Espacios de Sanación Emocional en planteles como el Colegio “Progreso”.

En esta actividad los menores pudieron expresar lo que durante semanas habían guardado en silencio: el miedo a que el agua regrese, la angustia de haber perdido sus pertenencias y la incertidumbre de no volver pronto a la normalidad. Los especialistas remarcaron que brindar atención psicológica gratuita es ahora una prioridad para la población infantil afectada y que las jornadas continuarán tanto en escuelas como en comunidades y en las instalaciones del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Municipal, donde se organizarán nuevas actividades para fortalecer la recuperación emocional de los menores.

Este miércoles se cumplen 2 meses de la emergencia, un periodo en el que los organismos involucrados no sólo buscan responder a las necesidades inmediatas, sino también mitigar las afectaciones a largo plazo en la salud mental de los niños.