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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Un poco de historia de la acción indigenista (III y última)

José Manuel Velasco Toro 17/06/2021

alcalorpolitico.com

Con la reforma constitucional de 1992 se reconoció la realidad pluricultural de la nación mexicana. En el artículo 2 se afirmó la obligatoriedad del Estado para reconocer la libre determinación y garantizar la autonomía de los “pueblos indígenas y sus comunidades; autonomía que les da derecho a decidir “sus formas internas de convivencia” y libre determinación, lo mismo que ordena “preservar” su lenguas y cultura, así como “preservar” la integridad de sus tierras. Sin embargo, pese a que el artículo 2 brinda posibilidades varias para crear espacios en el orden cultural, lingüístico, educativo y político orientado hacia el desarrollo integral de las naciones originarias, aún mantiene preceptos acordes con el centralismo de Estado que manipula aztequismos como símbolos de identidad nacional, cuando Mesoamérica era multinacional y continuó siendo plural comunitaria durante el período novohispano. De igual forma, subrepticiamente conserva una actitud paternalista al mantenerse el concepto liberal de “indígena” que, con la Constitución de 1824, desplazó el concepto de indio, cuya connotación poseía carácter jurídico de súbdito español con derechos y obligaciones, por el de ciudadano con igualdad ante la ley. Cambio que llevó implícito el sentido individual del liberalismo que es opuesto al de comunidad como organización social dinámica y regulada por el sentido de lo comunitario. Así mismo, es fragmentario porque visualiza a las comunidades como constelación de pueblos indígenas descendientes de “poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización”, y no como naciones cuya unidad fue fragmentada por el régimen novohispano que las redujo a pueblos de concentración, ínsulas en un espacio, con un sistema de organización social, política y económica subalterno al régimen hegemónico. Si desde 1821 la suma de individualidades ha construido una nación ¿por qué no la suma de autodeterminación de las naciones originarias también podría lograr la reconversión multicultural e intercultural nacional? ¿Se puede? Todo es posible a partir de visualizarnos en la heterogeneidad como normalidad y en la interculturalidad como factor de colaboración convivencial. ¿Utopía? Sí, pero toda utopía avanza hacia el futuro cuyo diseño se va haciendo entre cada intersticio emergente que detona relaciones prospectivas para un ser cada vez mejor. Lograr la interacción equitativa de la sociedad nacional con las sociedades originarias, es posible en la medida en que se cultive y fructifique la convivialidad cultural, el diálogo generativo, el respeto compartido y la equidad en la justicia como rizoma relacional.

Un concepto es una representación mental de una relación, un hecho, un objeto, una situación. Y en lo jurídico un concepto refiere a normas que regulan la conducta humana en sociedad. Si queremos dar el salto a la interculturalidad real, efectiva y actuante, debemos empezar por reconsiderar los conceptos usados y aplicados en la Constitución con referencia a las naciones originarias. Pero lo esencial es recombinar el paradigma liberal de libertad como suma de individualidades con la dinámica de voluntad común que da sentido a lo comunitario. Visiones complementarias que abriría las puertas a la convivialidad intercultural. Concepto como los de pueblos indígenas, preservar (que se deriva del latín praeservare, proteger), conservar, incorporar, tienen peso normativo en la Constitución y poseen connotación paternal en la que subyace la tradición indigenista que no retira el dedo del renglón integracionista. Lo que se refleja en el Programa Nacional de los Pueblos Indígenas, 2018-2024. Si bien en sus principios se plantea la libre determinación para fijar su condición política, el respeto a los derechos individuales y colectivos, la perspectiva intercultural como base de las acciones programáticas, el reconocimiento de la territorialidad y recursos naturales, el diálogo y acuerdo transversal entre instancias gubernamentales y pueblos indígenas, el respeto pleno de los derechos de las mujeres y la participación para la consulta de toda política pública vinculada y vinculante con los pueblos indígenas, las acciones están pensadas desde la cúpula gubernamental cuyo discurso se encuentra fuertemente teñido por tres ideas centrales: protección que refiere a preservar, conservación que implica guardar sin alterar y promoción que es campaña en la que subyace la vieja idea extensionista del indigenismo de integración, cuando el sentido debería estar orientado hacia el impulso de la participación directa autogestora, cultivo intrínseco de la cultura en horizonte intercultural y aprendizaje como único germinal de inteligencia y educación. Más, sin embargo, ¿qué ocurre en la realidad? La discriminación y el racismo hacia las personas pertenecientes a las naciones originarias sigue presente y vivo. Como lo es la conducta racista que denunció el EZLN (como muchas otras en todo el ámbito nacional) de la Secretaría de Relaciones Exteriores que ha complicado la entrega de pasaporte a quienes lo solicitaron para viajar al extranjero, en éste caso, para realizar la “Travesía por Europa” con el fin de dar a conocer a los doscientos años de la independencia nacional, que las naciones originarias no fueron conquistadas y continúan en resistencia, ayer contra la hegemonía hispana, hoy contra el embate del liberalismo de Estado. La travesía es en son de paz, no de reclamo, en guisa de acercamiento con el continente europeo, y no para pedir “perdón”, sino para dar a conocer que se mantienen de pie, firmes en su lucha por la autodeterminación. A las naciones originarias no les interesa el “penacho de Moctezuma” que, para ellas es símbolo del dominio Azteca; como tampoco les importa un retorno a ideales del pasado donde reina el resentimiento y la pequeñez de espíritu. Lo que a ellas les interesa es lograr “el florecimiento de los pueblos”, el respeto de las diferencias de identidad, de lengua, cultura e historia de las diversas naciones originarias que habita en su ancestral territorio hoy reconocido como nación mexicana. La “Travesía por Europa” posee un sentido fraternal de unidad con Occidente y acercamiento de orden solidario, a la par de mostrar y comunicar que las naciones originarias continúan en resistencia, que no fueron conquistadas porque el sometimiento al poder colonial, y ahora nacional, no significó, ni significa sumisión en el abandono de sus lenguas y cultura, de su autonomía, como tampoco para su integración en el afán “cósmico” del mestizaje, sino que representa, como me lo dijo (cuando viví con los Yaquis allá por el año de 1978) Guadalupe Buitimea, mujer Yaqui que de niña fue separada de su familia para ser desterrada a las plantaciones magueyeras del estado de Tlaxcala: “el sagrado territorio es el alma del Yaqui, es la vida de nuestra nación; nuestra lengua nos identifica, nuestra cultura, desde el Bacatete hasta el río Yaqui, cubre el cielo bajo el cual vivimos, por eso cuando la revolución nos liberó, caminé desde Tlaxcala hasta llegar a mi tierra, a la tierra de la nación Yaqui”. Y ahora, ante la “Travesía por Europa” que realizarán miembros de la nación mayense pertenecientes a los pueblos agrupados en el EZLN, se les niega su derecho como mexicanos, que también lo son, de expedirles pasaporte para viajar al extranjero. En fecha reciente el EZLN envió una carta de protesta a la SRE por el trato discriminatorio, racista y de bloqueo dado a los indígenas que han ido a tramitar su pasaporte para viajar a Europa. En la carta se lee: “Tanto bla, bla, bla de derechos y reconocimiento de nuestras raíces, y etcétera -incluidos perdones hipócritas pedidos sobre la tierra a destruir-, pero la población originaria, o indígena, sigue siendo tratada como extranjera en su propia tierra”. Bajo miles de rodeos absurdos les han negado la expedición del pasaporte, pese a contar con los requisitos exigidos para tal efecto. Y el texto continúa: “En la ciudad de México, que se supone “progresista”. Ahí, una señora, burócrata de la Secretaría de Relaciones Exteriores, rechazó la credencial del INE con un despectivo ‘esa no sirve para nada, sólo para votar’, y le exigió a la compañera, de más de 40 años, habitante de la Selva Lacandona, su certificado de secundaria, para comprobar que no era guatemalteca. La compañera alegó: ‘pero yo vivo de la tierra, soy campesina, no tengo estudios de secundaria’. La burócrata altanera y prepotente: ‘pues no estudian porque no quieren’. Pero vengo desde Chiapas. Insiste la compañera. No me importa. A ver, el que sigue, responde la burócrata. ¿Se excita la burocracia gubernamental al maltratar a indígenas?”. Pero, pese a toda estrategia de bloqueo para que no vaya a Europa, la delegación Zapatista que navega por el Atlántico en la embarcación “La Montaña”, llegará esta semana al puerto de Vigo en Galicia, España, donde ya están listos los preparativos para recibirla. “La Montaña” zarpó de Isla Mujeres y navega a “contrapelo de la historia”. En Vigo iniciarán la “Travesía por Europa” cuyo objetivo es, señala el comunicado del subcomandante Moisés, “compartir historias, dolores, rabias, logros y fracasos. (…). Para abrazar a quienes en el continente europeo se rebelan y resisten, y también para escuchar y aprender de sus historias, geografías, calendarios y modos (…). No para amenazar, insultar ni reprochar, no exigir, no para que nos pidan perdón. (…). Ya basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales”. Sino viajan a Europa para unir con amor y confraternidad solidaria a las naciones originarias con el pueblo europeo, por eso la travesía fue bautizada con el nombre de “Ruta de Ixel”, diosa maya del amor y la fertilidad.