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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Universidades

José Manuel Velasco Toro 24/07/2025

alcalorpolitico.com

Desde las primicias del Renacimiento, allá en la Italia del siglo XV, especialmente en la ciudad de Florencia, el naciente conocimiento científico, la inventiva tecnológica, el pensar filosófico, la creatividad literaria y la expresión humana del arte, adquirieron un lugar central en la historia de la humanidad. El redescubrimiento del ser humano fue elemento central y esencia inicial de cambio de época que paulatinamente, aunque con diversa intensidad en la geopolítica occidental, fue dejando atrás a la Edad Media.

Al volver la atención hacia lo humano contenida en la cultura clásica grecolatina en su expresión filosófica, en el arte y la literatura, así como el redescubrimiento del saber proveniente de la cultura árabe, propició una revolución intelectual humanística que condujo a cambios estructurales y culturales profundos dando origen a la modernidad.

Desde luego otros factores relacionales fueron claves en este proceso transformador: la intensa actividad mercantil fue fundamental en la difusión de ideas y nuevos conocimientos, el auge de la burguesía que permitió el crecimiento urbano convirtiendo a los burgos en centros de intercambio mercantil y cultural, la invención de la imprenta que hizo posible la divulgación del pensamiento de forma más accesible a sectores amplios de población y la corrupción de la Iglesia que le hizo perder credibilidad posibilitando el florecimiento de un pensamiento centrado en el ser humano, clave fundamental del renacer civilizatorio occidental.



Aunque a la distancia esos factores relacionados nos puedan parecer obvios, la realidad histórica es que no se presentaron de golpe ni tampoco al mismo tiempo en todos los reinos de Europa occidental y de Europa oriental, sino fueron más evidentes e incisivos en los burgos que poseía una mayor dinámica económica, conectividad mercantil y una clase burguesa que cobijó, patrocinó e impulsó a artistas que a la vez fueron, muchos de ellos inventores, filósofos, literatos y a quienes buscaban respuestas comprobadas y verídicas sobre la naturaleza y los procesos del cosmos dando nacimiento al pensamiento científico.

El conocimiento científico y humanístico, la invención tecnológica y el arte como libre expresión de creatividad adquirieron, desde entonces, un lugar fundamental en el progreso de la humanidad. Un progreso secular que impactó en las universidades existentes: Bolonia, La Sorbona, Oxford, Cambridge, Padua, Salamanca, Coímbra, Nápoles, Cracovia y Heidelberg, las que, no sin resistencias internas, comenzaron a replantear su misión y función social, se fueron abriendo al libre pensamiento para reflexionar en torno a los emergentes campos del saber, incorporaron el razonamiento lógico y la filosofía como núcleos en el pensar crítico, se incorporó el estudio de las humanidades que desplazó el enfoque teológico, se reformó su estructura organizacional para dar paso a colegios autónomos con sus propios métodos y enfoques académicos que son origen de la libertad de cátedra, paulatinamente fueron obteniendo autonomía de gobierno separándose de la influencia de la iglesia y adquiriendo áreas de especialización antes vetadas, en suma, de ser focos de enseñanza teológica preocupada en la verdad revelada, se pasó a ser centros públicos que multiplicaron el saber abierto, diverso y reflexivo que impulsó la ciencia, el saber humanístico, la tecnología y el arte.

Pero sobre todo se promovió el libre pensar que es clave en el progreso democrático; el descubrimiento científico e innovación tecnológica; el ejercicio del diálogo informado esencial para construir consensos; la autonomía universitaria que procrea posibilidades reales para la integridad de gobierno interno y dinámica académica más allá del control gubernamental, de organizaciones políticas o grupúsculos retrógrados amantes solo del poder; se creó la vinculación social para difundir y divulgar conocimiento y arte; se constituyó un espacio donde el pluralismo intelectual y la diversidad pueden coexistir cooperativamente para dialogar más allá de subordinaciones y reduccionismos ideológicos, sean de la corriente que sea.



Pero, lo más importante en la transformación de la Universidad que pasó del escolasticismo teológico al pensamiento humanístico y científico moderno, transición que fue paulatina y no homogénea en todos los países, hasta arribar a la Universidad contemporánea que conocemos, es el sentido y ser de la autonomía universitaria que permite garantizar su evolución en concordancia con el progreso del saber humano y las dinámicas sociales demandantes porque garantiza la libertad de cátedra e investigación lejos de imposiciones políticas e ideológicas externas, promueve la elección de autoridades propias y órganos de gobierno con base en su oportuna normatividad y estructura organizativa en el marco del orden jurídico nacional, maneja los recursos financieros con fundamento académico y asume la responsabilidad pública que ello implica.

Sin embargo, esa conquista de la autonomía universitaria que llevó décadas de lucha para su obtención, ahora se ve seriamente amenazada por derechas e izquierdas cuya convergencia es el autoritarismo. La estrategia está a la vista: estrangular las asignaciones presupuestales públicas para someter al capricho gubernamental en turno, corromper (aún más) a las organizaciones sindicales para que no muevan un dedo ante el embate a las universidades, utilizar a grupúsculos académicos internos afines ideológicamente o corruptibles para acceder a la rectoría de la Universidad violentando la normatividad universitaria, precarizar los campos de conocimiento humanístico con la finalidad de acallar el pensar crítico y reflexivo, manipular a los órganos de gobierno otorgando prebendas para someterlos a la voluntad del grupúsculo que busca acceder y mantener el control universitario, modificar unilateralmente la normatividad sin consulta a la comunidad universitaria, interpretación torcida de la reglamentación existente con argumentos legaloides para extender mandatos o modificar decisiones autónomas, narrativas que acusan a las universidades públicas de corrupción y carencia de transparencia, retiro de apoyos para desarrollar la investigación científica y humanística, sin descartar otras acciones cuya única finalidad es el control político, ideológico y financiero de las universidades públicas retrocediendo a los tiempos oscuros del medioevo o de los Estados autoritarios que pretenden acabar con la libertad académica, someter a un control curricular diseñado desde afuera, empequeñecer las humanidades para reprimir el pensamiento reflexivo, controlar el gobierno universitario destruyendo la base de la autonomía y reprimir la crítica abierta induciendo miedo para acallar.

Muchos de estos signos los estamos viendo en la UNAM cuya legislación fue modificada para reducir atribuciones a la Junta de Gobierno, la Universidad de Guadalajara a la que se le recortaron recursos, en la Universidad Autónoma de Sinaloa y en la Autónoma de Nayarit cuyas reformas normativas han afectado autogobierno y administración financiera. También, parece ser tendencia común, se recurre a la manipulación interpretativa de la normatividad existente en la Ley Orgánica, reglamentos derivados y normas que regulan el actuar de juntas de gobierno para dar continuidad a un rectorado o colocar a uno afín con los intereses externos. Así las cosas, bajo el actuar de gobiernos autoritarios, sean de izquierda o sean de derecha, su proceder coincide cuando se trata de someter a las universidades y limitar el saber obstruyendo la libertad académica.