Disfrazados de ancianos, viudas, médicos y hasta diablos, los veracruzanos continúan preservando la tradición del “Viejo”, una alegre caracterización que nace de una protesta por la falta de pago de aguinaldos y que se remonta al puerto de Veracruz hace ya varias décadas.
Los más tradicionales salen a las calles a pedir el “aguinaldo” acompañados de guitarras y jaranas y realizan un montaje, pero hay otros que bailan al ritmo de música de batucada.
En Veracruz, esta tradición se realiza en diversos municipios, aunque es más común en el Sur, los Tuxtlas y el puerto jarocho.
Tiene como símbolo el adiós a todo lo malo y agradeciendo lo bueno ocurrido en el año que se va y la bienvenida al que comienza, y los recorridos inician a partir del día 25 de diciembre hasta el 31.
Los grupos, principalmente de jóvenes, cambian un momento de alegría por unas cuantas monedas que les entregan casa por casa las familias a las que visitan.
Usualmente es en la noche cuando "el viejo" recorre las viviendas, haciéndose acompañar de sus futuras viudas, hijos y un séquito que pide entre llanto y canto, la limosna.
En los Tuxtlas y la zona serrana del Sur acompañan al viejo, un grupo de jaraneros y bailadores que al son de las cuerdas bailan y “fandanguean”.
Los grupos más modernos traen consigo hasta bocinas y se menean frenéticamente al ritmo de reggaetón, provocando carcajadas de los espectadores.
Los muchachos se disfrazan de viudas con la ropa de sus madres y hasta de sus esposas, se maquillan excesivamente y lloran la partida del viejo.
En la caracterización, aparece también un médico que intenta, sin éxito, salvar la vida al anciano, lo que provoca también el llanto de los hijos y sus deudos.
Finalmente, del drama se pasa a la alegría y se despiden de los hogares cantando el tradicional “yo no olvido al año viejo”.