Con una participación ciudadana de apenas el 29.73 por ciento, la elección municipal en la Capital veracruzana se vio marcada por el desinterés o desencanto electoral de más del 70 por ciento del padrón. A pesar del clima social relativamente estable y una jornada sin incidentes mayores, los xalapeños optaron en su mayoría por abstenerse.
Este porcentaje, capturado por el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), revela un reto democrático profundo: en una ciudad con más de medio millón de habitantes, menos de 3 de cada 10 personas decidieron el rumbo político de los próximos 3 años. Debe hacerse notar que la media estatal del abstencionismo en esta elección lo tiene registrado el PREP en 50.02 por ciento.
¿Qué hay detrás de esta baja participación?
Analistas consultados coinciden en que el fenómeno responde a una combinación de factores:
- La desconfianza hacia los partidos políticos, incluso entre simpatizantes tradicionales de fuerzas como MORENA, PAN o MC.
- Un creciente hartazgo ante promesas incumplidas, especialmente en temas de seguridad, servicios públicos y movilidad.
- La falta de propuestas verdaderamente innovadoras o candidaturas con fuerte arraigo ciudadano.
Además, esta elección se dio en un contexto donde el debate político estuvo centrado más en disputas partidistas que en soluciones locales, lo que pudo haber desmotivado al votante promedio.
El papel del OPLE
El Organismo Público Local Electoral (OPLE), encargado de garantizar la máxima publicidad y promover el voto, también quedó a deber. Pese a su mandato legal de fomentar la participación, su presencia fue débil en medios, redes y territorio. Las campañas institucionales para incentivar el voto resultaron insuficientes o poco visibles, en un momento en que se requería mayor cercanía con la ciudadanía.
El llamado al voto no tuvo el impacto esperado y eso también refleja una desconexión entre las instituciones electorales y la población, que no se sintió convocada con contundencia ni representada por el sistema.
Implicaciones del 29.73 por ciento
Aunque el Instituto Nacional Electoral (INE) ha reiterado que cualquier resultado es legal sin importar el porcentaje de participación, los márgenes de legitimidad se ven comprometidos cuando el ausentismo es tan elevado.
Los próximos gobiernos deberán enfrentar no sólo los desafíos administrativos, sino también la indiferencia o desaprobación tácita de la mayoría que no votó. Gobernar con baja participación implica un reto de conexión, transparencia y efectividad.
Llamado a la reflexión
Este resultado deja sobre la mesa una pregunta urgente: ¿cómo reconectar con la ciudadanía? Si más del 70 por ciento de los xalapeños decidió no ejercer su derecho al voto, el problema no es sólo de los votantes sino de un sistema que no está sabiendo convocar, representar ni involucrar.