Zonas arqueológicas emblemáticas del país, como El Tajín, Veracruz y Teotihuacán, Estado de México; experimentan condiciones de abandono y daños luego del recorte presupuestal al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El integrante del Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (SNPICD-INAH), Alejandro Medina Ávila señaló que en el caso de El Tajín, municipio de Papantla, los trabajadores promovieron acciones legales tras registrarse daños con maquinaria pesada en dicho sitio de vestigios de la cultura totonaca.
“Por ejemplo la zona arqueológica de El Tajín ha sufrido muchos problemas también estructurales, incluso cuando el Director General ingresó al INAH, como un año o año y medio, se hizo de palas mecánicas que fueron introducidas a vestigios arqueológicos, todavía sin excavar y fueron totalmente destruidos”.
Otro ejemplo es en Teotihuacán, en donde la falta de presupuesto puede observarse en el Templo de Quetzalcóatl o la Pirámide de la Serpiente Emplumada, que corre riesgo de derrumbe.
“La zona arqueológica de Teotihuacán tiene serios problemas, en específico de la Pirámide de Quetzalcóatl, tiene serios problemas estructurales, está en condiciones tan deplorables que se tiene la visión de que en cualquier momento puede tener problemas de derrumbe”.
Indicó que ante la falta de dinero, la Dirección General del INAH lanzó una convocatoria para recaudar fondos que permitieran construir una techumbre para resguardar el monumento. “Y no sabemos en qué quedó por que fue lanzar de manera noticiosa el apoyo para la pirámide y no sabemos si se recaudó algo”.
Insistió que para financiar el Tren Maya, el INAH experimentó un recorte de 40 por ciento de su partida anual, afectando la conservación de los sitios arqueológicos.
“El año pasado, cuando se hizo una reasignación de recursos para este año, era un presupuesto aproximado de 8 mil millones de pesos y de esos, la mitad iban a ser para el Tren Maya y el resto para el desempeño de la Institución, ahí es donde aplican el recorte del 30 por ciento”.
Esta austeridad en el Instituto limita las actividades académicas de los antropólogos, arqueólogos e historiadores, de modo que a muchos de los investigadores se les señala de “no trabajar”.
“La falta del recurso ha creado tanta deficiencia que muchos de los compañeros ya no realizan su investigación como tal y se ven tan afectados que se les acusa que no laboran dentro de su centro de trabajo, sin embargo no vemos cambio alguno”, acusó.