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Columnas y artículos de opinión
¡Defendamos la UNAM!
Helí Herrera Hernández
12 de octubre de 2015
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
El pensamiento formado en las universidades públicas y en los institutos de estudios superiores ha convertido al ente en ser reflexivo, calificado, culto. Sus resultados se han visto en el campo académico, científico, profesional, deportivo y de aporte a las mejores causas de la humanidad.
 
Han sido éstos los motores que han movido a las sociedades en el mundo provocando cambios, rompiendo inercias. Sin sus aportes el grado de desarrollo de los pueblos estaría estancado en aquella etapa histórica donde la educación estuvo en manos de la iglesia y/o gobiernos dictatoriales. Ellos han salvado al mundo infinidad de veces del colapso gracias a sus teorías y acciones reflejadas en los procesos de producción, de salud y educacional.

 
México no ha sido la excepción. Nuestras universidades han estado del lado de los movimientos progresistas, democráticos y antiimperialistas en toda su historia. Han sido la antítesis a los gobiernos entreguistas al gran capital doméstico y extranjero, a la educación elitista y burguesa y han estado contra todos los Estados que la promueven.
 
Allí está el movimiento de 1968, el del 70, el recibimiento que le dieron a Luis Echeverría Álvarez en su visita a la Universidad Nacional Autónoma de México; a Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana. Pero allí también están los que increíblemente le han dado a candidatos cuyo programa electoral contempla el avance del país de manera armónica, coadyuvante y equilibrada entre los factores del capital-trabajo, (sin preponderancia del primero sobre el segundo dado que provocaría explotación), porque genera una distribución de la riqueza más democrática y justa, como el generado en el Instituto Politécnico Nacional y la UNAM a Cuauhtemoc Cárdenas en 1988, o en el mismísimo corazón de la academia burguesa, el Tecnológico de Monterrey al candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador donde apoteósicamente lo recibieron con el grito de ¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente!, en su campaña por la Presidencia de la República de 2012.
 
Las escuelas de nivel superior, principalmente las públicas, han sido diques frente a las acciones privatizadoras de los gobiernos neoliberales porque se han consolidado como la conciencia de la nación y como el principal resorte para la movilidad social en contra de la corrupción desbordada, la censura, la represión, el gobierno derechista y contra los monopolios de la radio y la televisión deformadores de la educación, la cultura, las ciencias y las artes.

 
Es, quizás, el último bastión que los tecnócratas del PRI y del PAN no han podido vulnerar para completar la onda expansiva de poner toda la riqueza nacional en manos de la iniciativa privada, después de infinidad de intentos. Hoy, por estas razones enfilan sus baterías para apoderarse de la UNAM que elegirá en noviembre a su nuevo rector o rectora, y ya mueven a sus alfiles para coronar dicha encomienda.
 
Con sus más de 350 mil alumnos, 38 mil académicos y 28 mil trabajadores es de las escasas instituciones del saber que todavía mantienen la organización de masas para luchar por construir un México más justo y democrático a través del conocimiento de las ideas y la fortaleza de la conciencia.
 
La guerra desatada por el gobierno peña-nietista desde que tomó posesión ha sido despiadada contra el sector estudiantil. No les perdona la ofensa ni la vergüenza que le hicieron pasar aquel viernes 11 de mayo de 2012 cuando cientos de alumnos de la Universidad Iberoamericana (privada y de niños bien), lo corrieron de su campus entre gritos de ¡fuera” ¡Asesino!. Allí está como ejemplo la masacre y desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014 como un botón de la venganza desatada por él. Acciones que hacia fuera son calificadas por organismos de derechos humanos internacionales como una política general de “limpieza social y política”. Para el Ejecutivo Federal los estudiantes son más un obstáculo que la esperanza de México para transformar la nación en beneficio de todos.

 
El Pacto por México fue el documento que recogió el odio de los partidos firmantes contra las instituciones públicas y se organizaron para modificar las superestructura jurídica, para darle “legalidad a sus acciones” golpistas. Así, Constitución en mano privatizaron PEMEX, La Comisión federal de Electricidad, La Secretaría de Educación (quitaron al obstáculo que se oponía), y ya están cocinado la del IMSS y la del ISSSTE.
 
Se apoderaron del Instituto Nacional Electoral, del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información; de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se convirtió en agencia de colocaciones de juristas radicales del PRI y del PAN. ¿Qué les falta? Doblar el sector educativo pensante y formador de jóvenes que podrían poner en peligro, en riesgo sus planes transexenales. Les urge a la derecha y su soldado Peña clausurar definitivamente esa posibilidad.
 
Fieles a su estirpe, en lo oscurito, como lo hacen los malechores, se han propuesto apoderarse de la UNAM para evitar pesadillas. Buscan colocar en la Rectoría de la máxima casa de estudios del País que se renovará, a una persona fiel al actual proyecto de autoritarismo neoliberal que liquide, que finiquite y sepulte los actuales modelos educativos basados en el humanismo, la ciencia, la dialéctica y la igualdad económica.

 
Para evitar que nuestra universidad se convierta en brazo intelectual y académico de la derecha reaccionaria es necesaria una coalición amplia de universitarios que exijan un proceso transparente y democrático en la selección del nuevo rector o rectora que tomará posesión el próximo 17 de noviembre. Deben cerrar filas académicos, estudiantes y el sindicato universitario para obstruir el paso a los candidatos de Peña Sergio Alcocer, quien fue pieza fundamental en la privatización de PEMEX y en el sacrificio de la soberanía nacional, primero como subsecretario de Energía con Felipe Calderón y después en la de Relaciones Exteriores Con Peña Nieto; y a Francisco Bolívar Zapata quien se desempeñó como coordinador de ciencia y tecnología en la oficina de la presidencia de la república (al lado de Nuño), bautizado Como el “señor monsanto”, a raíz de su aguerrida promoción de los transgénicos por medio de la ley de bio-seguridad de los organismos genéticamente modificados.
 
No será fácil, estoy de acuerdo, porque el PRI, la burguesía reaccionaria, Peña y demás pelafustanes no olvidan que ellos jamás han ganado con el voto de los académicos, de los profesionistas, de los científicos, sino con el voto que por dádiva recogen en las colonias y en el campo. El voto razonado ha sido para la izquierda; el voto comprado para la derecha en México, de allí que hay que torpedear a la casa formadora de talento y capacidades.
 
La teoría Friedmana se fija como regla el control capitalista sobre el trabajo y la educación y en consecuencia, una reducción progresiva de los presupuestos federales a la educación. Hay que cambiar esta regla desde la trinchera académica con el apoyo social: control popular sobre los poderes y así reorientar el desarrollo económico en beneficio de los que menos tienen. La batalla de las ideas debe prevalecer sobre el dinero y la explotación espiritual, social, laboral y política.