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Columnas y artículos de opinión
Premios a los reaccionarios
Helí Herrera Hernández
23 de noviembre de 2015
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA
 
Los últimos reductos del poder popular en este país caen como naipes ante la embestida del gran capital, de los barones del dinero que sin escrúpulos y en el afán de mostrar su músculo, su poder, llegan a los escenarios que moldearon la historia de México, donde se forjaron las instituciones, donde se construyeron los acuerdos que pacificaron a esta nación, a recibir medallas que se instauraron para premiar a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de la patria o de la humanidad.
 
Justo allí, donde la proclama de los caudillos formó cuerpo, donde los diputados constituyentes interpretaron la lucha de los parias, de los obreros explotados, de los peones agrícolas sin futuro de vida, de los jóvenes sin escuela ni proyectos y los convierten en ley, privilegiando a las masas sociales por encima de la élites porfirianas, los senadores de la derecha, representantes del sector conservador, en una clara muestra de que este país ya se torció, le entregan la medalla Belisario Domínguez a un hombre que ha hecho en su vida todo lo contrario al héroe chiapaneco que acusó al chacal Victoriano Huerta de asesinar al Presidente Francisco I Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez, justo cuando éste usurpó la presidencia de México, mandándolo asesinar inmediatamente.

 
Allí, donde surgió La República con el programa de la revolución mexicana, entendida a la perfección por el general Lázaro Cárdenas que sentó las bases de la industrialización de este país, que forjó el modelo desarrollista y fue el autor intelectual del milagro mexicano, los que se organizaron desde aquellas épocas para combatirlo, sus émulos del nuevo siglo acordaron galardonar a un explotador de la clase obrera del campo y de la ciudad, introduciéndolo por la puerta grande a la Cámara Alto del Congreso de la Unión, en medio de vítores, aplausos y porras para entregarle inmerecidamente una medalla reservada para un hombre o una mujer progresista, democrático, revolucionaria, lúcido, solidaria y honesto.  
 
Desde esa tribuna que alguna vez, junto con La Cámara de Diputados fue la voz del pueblo, se premia a los ideólogos reaccionarios, se premia a los que han explotado a los trabajadores del campo, de las minas, de la ciudad, se premia a los que sudan el dinero de los ahorradores enriqueciéndose brutalmente, a los que aprovechando los instrumentos de la banca hacen trampa en el mercado de dinero; se premia a los enemigos de la educación pública y gratuita. ¡Y cómo no si los senadores del PRI y del PAN tienen secuestrado ese poder convirtiéndolo en una franquicia de los inversionistas, de los banqueros, de los reyes de las telecomunicaciones, de los empresarios y hasta de los organismos financieros internacionales!
 
Alberto Bailléres González es descendiente de aquellas familias que se vieron afectadas por las políticas públicas cardenistas. De los latifundistas lastimados por la reforma agraria, de los enemigos que el Estado interviniera en la economía porque les amarraba las manos para no especular con los precios de los bienes y servicios. Al convertirse en competidores con las empresas públicas sacrificaban ganancias y riquezas porque afectaban directamente sus negocios, por eso fundan en septiembre de 1939 el partido (de) acción nacional, para competir electoralmente por el poder público y desde allí destruir el modelo económico surgido de la revolución mexicana (economía mixta). Por ello en los albores del llamado milagro mexicano, los magnates resentidos y como respuesta a las directrices educativas de Lázaro Cárdenas crearon sus propias instituciones educativas, opuestas diametralmente al sentido social del Instituto Politécnico Nacional, de las escuelas normales, de los internados escolares, de la Universidad Nacional Autónoma de México, copiando los programas de las universidades estadounidenses, sobre todo del Tecnológico de Massachusetts. En 1943 la familia Garza Sada creó el Instituto de Estudios Superiores de Monterrey y en 1946, Raúl Bailléres, padre de Alberto, fundó el Instituto Tecnológico Autónomo de México, convertidos ambos, al paso del tiempo, en los semilleros de las élites neoliberales de México.

 
El ITAM ha sido y es el promotor de los economistas que dominan las áreas económicas de los gobiernos federales del PRI y del PAN desde 1985 y que han llevado al país a la catástrofe que hoy vivimos. Veamos: Pedro Aspe Armella secretario de hacienda con Carlos Salinas de Gortari es consuegro de Alberto Bailleres. José Antonio Meade, excanciller y actual secretario de desarrollo social; Virgilio Andrade, titular de la función pública (el que le tapó a Enrique Peña Nieto los actos de corrupción de su casa blanca con el grupo constructor HIGA), Emilio Lozoya, director de PEMEX; Enrique Ochoa, director de la Comisión Federal de Electricidad. Todos los directores de la banca de desarrollo y Agustín Carstens, actual director del Banco de México son egresados de ese Instituto.
 
Así, el dueño del ITAM ha multiplicado en este lapso de dominio de sus yihadistas en los gobiernos federales su fortuna, pasando de 1,800 millones de dólares en 1996 a 10 mil 800 millones de dólares en 2015 a través de todas las empresas que integran el Grupo Peñoles (minería), lo que fue la cervecería Moctezuma; de Banca Cremi; de GNP seguros, del palacio de hierro y del ITAM, su trinchera académica, y hoy suma a todos sus haberes y súper-habits conseguidos explotando a sus trabajadores, un souvenir que le faltaba, la medalla in memoriam del senador asesinado por luchar contra todo lo que hace Alberto Bailléres González, Belisario Domínguez.
 
Por eso, cuando siguiendo la transmisión del canal del congreso escuché al senador panista Javier Lozano decir frente a los micrófonos de radio y cámaras de televisión "que se vayan al carajo todos los que se opongan a que Alberto Bailléres reciba la medalla Belisario Domínguez", yo, desde esta tribuna que me concede este medio de comunicación le contesto: con todo gusto señor Lozano me voy al carajo porque usted, y otros senadores del PRI y de su partido el PAN son remedos del chacal, con honrosas excepciones como el Senador Javier Corral Jurado.