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Columnas y artículos de opinión
El enemigo está adentro
Helí Herrera Hernández
21 de marzo de 2016
alcalorpolitico.com
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Donald Trump, el magnate de la industria de la construcción se ha convertido, al ganar la mayoría de las asambleas y elecciones primarias en los estados del país norteamericano, en el inminente candidato del Partido Republicano a la Presidencia de la República, lo que tiene dividido y preocupado a sus principales dirigentes, a grado tal que ya se habla no sólo de ser >un candidato incómodo<, sino el de encontrar algún medio para evitar que se convierta en el abanderado del partido ultraconservador.
 
Después del super-martes, Trump ha dejado atrás a todos sus contrincantes, perfilándose como el candidato mas viable a ganar la nominación presidencial de los republicanos, pero también a partir de allí los líderes republicanos en el Congreso Estadounidense Mitch McConell, jefe de la mayoría en el Senado y Paul Ryan de la Cámara de Representantes, han iniciado una serie de reuniones con los dirigentes de su partido para encontrar alguna manera de evitar que Donald siga con el discurso fascistoide que tanta popularidad le ha ganado en los grupos mas radicales de los Estados Unidos, y de no ser así, encontrar una asidera que lo pueda bajar de la carrera presidencial, intención de la que ya se dio cuenta Donald Trump y les salió al paso gritándoles, amenazándolos que si no lo registran como su candidato a la Presidencia, convocará a motines en las calles, a la violencia generalizada sin importarle las consecuencias que desemboquen tales acciones.

 
Tal advertencia del empresario a la nomenclatura del partido republicano ha prendido los focos rojos en el Capitolio, cuyos líderes (McConell y Ryan), han manifestado a los medios estadounidenses que Trump pervierte los principios políticos y valores cívicos que defiende el Partido Republicano y que lo representan históricamente, independientemente que ya dieron la orden para que Senadores y representantes (diputados), se deslinden totalmente de los discursos del multimillonario, condenando a su vez la posición de Trump de simpatía hacia David Duke, líder del Ku Klux Klan, su insistencia de calificar de terroristas a todos los musulmanes, de amenazar con deportar a todos los inmigrantes indocumentados y descalificar a los mexicanos.
 
Increíblemente y como para valorar el estado de desesperación en el que se encuentra el Establishment del partido republicano, los líderes camerales planean una estrategia consistente en abandonarlo como candidato presidencial de su partido frente a la candidatura de Hillary Rodham Clinton, quien es técnicamente la virtual abanderada presidencial del partido Demócrata.
 
Y no es para menos. Encuestas serias realizadas por compañías norteamericanas altamente confiables (no como las de mintiosky, Ciro Gómez Leyva o Berumen), dan como un hecho que Clinton saldría ganadora frente a Donald Trump en las elecciones del primero de noviembre, aunque el pánico se apoderó de los dirigentes cuando analizando toda la metodología se percataron que el voto estadounidense sería en cascada, es decir, que aquel estadounidense que vote por el partido demócrata lo harán también por los candidatos a Senadores y representantes de ese mismo partido, lo que provocaría que pierdan la mayoría en las dos cámaras, que lo han tenido prácticamente desde hace más de 20 años, con excepción de los primeros cuatro de Barack Obama que logró arrebatarles la de representantes), y con ello dejarle dicho control a los demócratas que lo aprovecharían para sacar todas las iniciativas que los republicanos les han bloqueado todos estos años, como son La reforma migratoria y el plan nacional de salud, entre otras.

 
Revelan los periódicos The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal que varios legisladores republicanos les filtraron un documento firmado por Mitch McConnell y Paul Ryan la primera semana de marzo, donde les advierten a todos los senadores y diputados que buscan la reelección…”deberían concentrarse en su propia campaña electoral y alejarse de la presidencial para asegurar que el partido republicano se mantenga como dueño de la mayoría representativa en el Senado y en la Cámara de Representantes. Solo así podremos contener los intentos de una presidencia demócrata de imponer su agenda liberal en el país…”
 
El Estableishment republicano da como un hecho que su candidato perderá la Casa Blanca frente a Hillary Clinton, y que de no condenar y/o deslindarse del discurso amenazante y loco de Trump, podrían perder la mayoría de los 435 lugares que están en juego en la Cámara de Representantes (de la cual, ahora 246 pertenecen a los republicanos y 188 a los demócratas más uno vacante), así como 100 escaños del Senado (actualmente 54 son republicanos, 45 demócratas y un independiente).
 
Las declaraciones racistas de Donald Trump, sus comentarios misóginos, sus ataques a las minorías étnicas, además de su posición contra los acuerdos comerciales son contrarios a los postulados de la plataforma electoral del Partido Republicano. Trump coincide con el sector conservador en su posición respecto a la inmigración indocumentada, de allí su promesa de construir un muro en toda la frontera con México, obligando al gobierno azteca a pagarlo. Los dirigentes republicanos saben que ese tema es un suicidio político para el candidato de cualquier partido en una elección presidencial. El voto hispano que apoya la defensa de los inmigrantes pueden definir el remplazo del presidente Barack Obama, como ha sucedido a lo largo de la historia reciente en estados claves como Florida, Colorado, Nevada, California y Nuevo México.

 
El rival a vencer pues para los republicanos no es Hillary Clinton del partido Demócrata, sino su propio candidato Donald Trump, dado que los resultados de las encuestas de preferencia electoral de más de una decena de sondeos realizados recientemente por los medios impresos y electrónicos de Los Estados Unidos, el resultado promedio indica que Hillary vencería en las elecciones presidenciales a Donald Trump por un margen mayor de 7 puntos, lo que a final de cuentas parece ya no importarles. Lo que si los tiene más preocupados y al borde del desquicio es que en todas las encuestas pierden la mayoría tanto del Senado como de la Cámara de Representantes y con ello, gran parte de su identidad ultraconservadora.
 
Para nosotros los mexicanos, en un examen analítico y reflexivo, por más increíble que parezca, nos favorece que el magnate de la construcción gane la nominación republicana porque con ello se está garantizando que las cosas se mantengan, para empezar, como están, con la esperanza que con Hillary Clinton y la mayoría de los diputados y senadores demócratas se reanude el proceso de legalización de cerca de 11 millones de compatriotas que radican en los Estados Unidos, y así darles tranquilidad y paz a ellos como a sus familias acá, que viven con el bendito en la boca ante el temor de la deportación.
 
Estamos a medio año para que se despeje esta incógnita.

 
PD. Ante la imposibilidad de contestar uno a uno la infinidad de correos electrónicos que me hicieron llegar por motivo de mi anterior artículo “La gran marcha”, aprovecho este medio par agradecerles a todas y todos sus felicitaciones y comentarios.