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Columnas y artículos de opinión
Congruencia
Helí Herrera Hernández
30 de mayo de 2016
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Me inicié en la lucha social a los 17 años contagiado por los ideales del doctor Rafael Campos López, presidente municipal de Teziutlán, Puebla, quien a través del Partido Popular Socialista derrotó a la dictadura de partido único por un margen de más de 9 mil votos, porque si hubieran sido menos, como ocurría en aquellos años, el gobierno priísta le hubiera arrebatado el triunfo al pueblo de aquel municipio de la sierra norte del Estado de Puebla.
 
Era la represión ejercida por los funcionarios priístas lo que queríamos cambiar, derrotar, ya fuera por la vía pacífica o violenta. Estaba fresco el movimiento estudiantil de 1968 y sus efectos, los asesinatos y encierros en Lecumberri; los presos políticos de las revueltas sociales de los ferrocarrileros, del magisterio, los médicos. Era la guerrilla de Lucio Cabañas, de Genaro Vázquez y los llamados de Vicente Lombardo Toledano a organizarse para combatir el status quo por la vía pacífica que, en el ejemplo teziuteco, me convenció que podríamos lograrlo.

 
Me volví militante en 1976 y caminando al lado de otros altotonguenses que convencí con esos sueños de libertad recorrí las comunidades de mi municipio a salto de mata. Los retrógradas priístas de aquella época lo perseguían a uno tan solo por las ideas. Me metía por dos semanas a la sierra de mi municipio sobreviviendo de la generosidad de algunas gentes que no sólo compartían las salsas o los frijoles de la olla, sino también el catre o las tablas para dormir y al siguiente día volver a caminar, porque nadie de los caciques comunitarios prestaban o alquilaban caballos o mulas. Fue difícil pero más peligroso porque hay testigos que por estas batallas que daba estuve a punto de ser asesinado por un matón que asolaba la región, y que fue mi entereza y ayuno de cobardía que no pudo hacerlo.  
 
Conocí así al maestro Indalecio Sayago Herrera, dirigente nacional del PPS y paisano mío quien terminó de moldearme. Me enseñó a ser rebelde, combativo, a perderle miedo a los gobernantes espurios, pero también me enseñó a que solo con el estudio diario podía enraizar mi ideología para no corromperme. Me enseñó a tratar a los campesinos, a los ejidatarios y a los jornaleros como si fueran mis colegas y a los obreros como si fueran mi familia. Tuve mis primeras experiencias contra el poder público en 1979 cuando al lado de un puñado de altotonguenses iniciamos la primera huelga en Altotonga por las ínfimas condiciones en que laboraban cientos de maquileros y obreras, huelga que triunfó gracias a un periodista del Dictamen, periódico del puerto de Veracruz >Luis Velázquez Rivera<, quien la dio a conocer nacionalmente. Resistimos todo hasta el encarcelamiento de varios jóvenes y señoritas o madres obreras que como yo, padecimos la represión de las guardias blancas de los patrones, que no se tentaron el alma para las golpizas y encarcelamientos.
 
Nos hizo más fuertes en lugar de acobardarnos. Con ello inauguramos el cooperativismo en Altotonga, y de allí, al observar que lo que uno idealiza puede convertirse en realidad nos planteamos objetivos superiores como han sido los de construir gobiernos populares y no elitistas, como los padecemos. Me preocupé por generar educación como medio para la revolución ideológica y al lado de varios paisanos fundamos la Escuela Nocturna de Bachilleres de Altotonga para los y las trabajadoras, abrazando la tesis de Justo Sierra de que entre más cultos menos nos podrán engañar, y fue allí, en mi contacto con la realidad de los que viven del salario mínimo que decidí ser maestro abandonando la abogacía, como instrumento para transformar al ente en un ser humano y reflexivo, transformador y actor de las grandes hazañas de la humanidad y en México, del cambio social, político y económico.

 
A eso he dedicado mi vida desde distintas trincheras, poniendo tiempo, dinero y esfuerzo, utilizando el que ha llegado cuando he estado como funcionario público al servicio de la causa; y el otro capital, el humano, el de las ideas y las palabras, a influir en las masas sociales con artículos en infinidad de medios de comunicación desde hace 30 años, que por las noches me reconfortan cuando me entero de los comentarios y respuestas que los mismos generan.
 
He sido dos veces diputado: Local en la LIV legislatura del Estado y en la LV del Congreso de la Unión y jamás, nadie, en estos 40 años me ha gritado o acusado de corrupto, ladrón, déspota o de diputado levantadedo. Mi vida política la conocen mis paisanos en el plano local y los veracruzanos a nivel estatal. Tuve la honrosa distinción de ser en 1992 candidato a gobernador por mi partido justo cuando el gobierno era el que organizaba y calificaba las elecciones, y me reconocieron poco más de 100 mil votos (Patricio Chirinos gano con más de 800 mil), en una campaña que fue alimentada por el pueblo, dado que cada vez que terminaba un mitin le pedía cooperación a los asistentes para la gasolina de dos carros compactos en los que me movilice con mis camaradas de lucha. Las comidas y las cenas nunca las gastamos porque puedo comentarlo con orgullo que siempre corrieron por cuenta de los anfitriones de cada lugar que visitaba.
 
Mi vida parlamentaria está a la luz pública en los diarios de los debates de esas legislaturas. Cada que tengo tiempo y los leo me llena de enorme satisfacción mi comportamiento porque cumplí con mis propósitos de ser un férreo defensor de los intereses del pueblo, y un guerrillero desde la tribuna más importante de México contra el neoliberalismo de Carlos Salinas de Gortari, a quien enfrenté por breves segundos a su llegada a la sede de la Cámara de Diputados cuando iba a rendir su cuarto informe de gobierno, sin doblez ni temor alguno.

 
Por eso hoy que mi partido me pidió ser candidato a diputado de mayoría por el IX distrito electoral con cabecera en Perote acepté, con la condición de no ir en la lista plurinominal y así demostrarles adentro y afuera de él, que lo que me sigue moviendo es ofrecer una batalla contra los enemigos de México, los neoliberales, que tienen postrado en la inseguridad, en la hambruna, en la ausencia de servicios médicos y medicinas, y en una cada vez más nula educación pública de calidad al país entero. Que frente a este panorama no podía permanecer en la comodidad de mi casa tomando café, leyendo y escribiendo notas sobre futuros libros.
 
Los tiempos de Veracruz exigen congruencia para los que nos decimos revolucionarios, luchadores sociales, promotores de un cambio económico que genere oportunidades y bienestar para todos. Se los dije así a Dante Delgado en mi oficina del Colegio Altotonga cuando acudió al acto de apoyo que le tributamos a Armando Méndez de la Luz. “estoy fraguado en las adversidades, nunca en el oportunismo político o en la simulación”.
 
Entré a la contienda en una batalla desigual. Del lado de los partidos de la burguesía están las autoridades electorales que fueron puestos por ellos, desde México, en acuerdos en lo oscurito. Basta saber que la presidente del OPLE en Perote es más priísta que el presidente municipal de ese municipio. No les tengo ni la más mínima confianza, y por si eso fuera poco está el otro elemento necesario para ganar elecciones: La Plata, plata que no sólo traen ellos sino también sus partidos paleros Cardenista, AVE, Verde, que la andan regando a manos llenas por los 8 municipios.

 
No sé cuántos votos vaya obtener porque mientras ellos comparan votos yo ando ganando conciencias en una campaña cuerpo a cuerpo, casa a casa, comercio por comercio, sin ningún obsequio o promesa vaga, ilusa, comprometedora de imposibles, mentirosa. Pero lo que sí sé es que así sean 500, 1000 o 1500 serán de hombres, mujeres y jóvenes reflexivos, pensantes, como aquel del joven paisano inquieto y talentoso que estudia Ciencias en la UNAM y me comunicó vía Messenger que cada que iba elección tras elección a la casilla anulaba su voto, y que al conocer que iba de candidato, por primera vez no lo haría y sufragará por mí. ¡Qué halago!), serán 500, 1000 o 1500 nuevos soldados que se nos unirán para las batallas electorales que se avecinan.
 
Acepté ser candidato uninominal porque estoy convencido que más temprano que tarde la inseguridad que vivimos se convertirá en paz social. Porque tengo fe que más temprano que tarde los empleos que exigimos llegaran con gobiernos honestos y diputados capaces; porque tengo fe que más temprano que tarde los hombres y mujeres que lleguen a los hospitales serán atendidos y aliviados y ya no sufrirán impotencia y frustración por estos malos gobiernos; porque tengo fe que más temprano que tarde los maestros y las maestras recibirán en sus aulas a niños y niñas bien desayunados, bien comidos y ahora sí rendirán frutos académicos, demostrando con ello que la reforma educativa fue un invento de los gobiernos neoliberales contra el magisterio; porque tengo fe que más temprano que tarde los hombres y mujeres que lleguen a los mercados, farmacias y tiendas su dinero les alcanzará para compra más satisfactores, generando bienestar familiar; porque tengo fe que más temprano que tarde la Universidad Veracruzana volverá abrir sus puertas a todos los jóvenes egresados de la educación media superior, ya no rechazando a miles año con año por culpa de los gobiernos corruptos de Fidel y Duarte; porque tengo fe que más temprano que tarde los mexicanos y veracruzanos saldrán masivamente a las urnas electorales a derrotar a sus verdugos para transitar del infierno que hoy vivimos a la paz pública y la justicia social.
 
Quiero abonar con esta campaña a la llegada de un Veracruz sin lágrimas, sin frustraciones, sin impotencias y sin más crímenes. Hice lo humanamente posible y lo imposible ideológicamente para sembrar ese Veracruz que sueño y que es lo único que no han podido robar estos neoliberales.

 
PD: Mi reconocimiento a Gustavo Melgarejo Pineda por su gallardía, entrega, pasión y coincidencia plena a estos objetivos. Por haber aceptado antes de que terminara de proponérselo, la suplencia. Me congratulo de haber descubierto a un gigante. Ese simple hecho ya nos hace victoriosos.