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Columnas y artículos de opinión
¿Qué culpa tiene Xalapa?
Helí Herrera Hernández
6 de julio de 2015
alcalorpolitico.com
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twitter:HELÍHERRERA.es
 
Se han cansado los gobiernos en sus tres niveles de decir que su obligación es respetar la libertada de expresión, asociación y tránsito de sus gobernados, pero que todas tienen un límite y es, cuando empiezan a lesionarse los derechos de terceros, y que son ellos, los encargados de protegerlos auxiliándose de la fuerza pública y otros medios.
 
Bajo ese argumento vi la forma como actuó el secretario de seguridad pública con sus huestes contra los maestros que se movilizaron cuando protestaron contra la reforma laboral-educativa, con aquel triste desenlace en la plaza Lerdo, donde corrió la sangre de decenas y decenas de mentores en un exceso que fue criticado por la sociedad, porque pudiendo dispersar a los maestros con otras técnicas, prefirieron la violencia utilizando el tolete, los gases y las patadas, que generaron lesionados de gravedad que tuvieron que ser llevados a los diversos hospitales de la ciudad a internar algunos, y otros a recibir curación.

 
En los últimos años las manifestaciones de diversos grupos se han multiplicado en la capital. Algunos dicen que son prefabricadas por los que han sido secretarios de gobierno para demostrarle al Ejecutivo la capacidad de diálogo y negociación que tienen, y así los vea como entes capaces; otras se las mandan ellos mismos contra otros miembros del gabinete para exponerlos frente a la sociedad y frente al gobierno como hombres y mujeres incapaces para estar en el cargo público, y otras tantas son de verdad ocasionadas por la negligencia del gobierno municipal o estatal para atender y resolver la problemática en Veracruz o en el municipio.
 
Sea cual fuere la circunstancia que las provoca lo cierto es que el ciudadano Xalapeño ya está acostumbrado a las marchas y manifestaciones que de todo el Estado llegan. Cuando impiden la circulación buscan alternativas para no pasar por la calle Enríquez; cuando hay paso circulan y miles ya ni siquiera voltean a ver de cuál grupo o partido político son las personas que se están manifestando; me atrevería a decir que ya existe hasta una cultura en la ciudad de tolerancia y resignación, en la gran mayoría de los casos.
 
Pero sucede algo inusual en el trato que dan las autoridades a los manifestantes cuando los que gritan, bloquean y se encueran pertenecen a la organización priísta antorcha campesina, y la fidelista denominada 400 pueblos. Ellos pueden hacer y deshacer sin que se les toque con el pétalo de una macana o de un gas pimienta. Pueden estar todo el día bloqueando la arteria principal de Xalapa sin que ningún funcionario encargado de velar por los intereses de terceros se aparezca para dialogar con ellos y los conmine, de manera comedida a dejar libre la rúa.

 
Todo pareciera que el Gobierno tolera, y en mucho de los casos alienta a estos grupos VIP y, si no me cree vea que lo sucede cada vez que César del Ángel trae a cientos de hombres y mujeres a encuerarse totalmente, a plena luz del día, frente a jardines de niños, dando un espectáculo denigrante frente a niños y niñas que tienen que ver, a fuerzas, estas escenas inmorales que deberían, de inmediato, ser sancionadas por nuestras autoridades.
 
Y no es que me considere un hombre conservador o de esos que sobrenombran a las mujeres como “plagas”, todo lo contrario, soy un hombre liberal y abierto de pensamiento, pero de eso a tener que ver, cada vez que a este sujeto se le ocurre venir a Xalapa a dar este espectáculo indignante, dado que por dinero hace que las mujeres bailen por horas y horas en las vías públicas, enseñando sus genitales a niños sin ningún pudor, inclusive, me pregunto si no hay una, aunque sea solo una autoridad que vele por los derechos de los infantes.
 
Antes, hace ya cerca de tres décadas, este mismo individuo traía a campesinos a tomar prácticamente todo el centro de la capital del Estado por días y semanas. Los apostaba en toda la calle Lucio que se conecta a palacio de gobierno; en toda la calle de Enríquez, desde Carrillo Puerto hasta Clavijero; copaba todo el parque Juárez y léanlo bien, alentaba la defecación de estos miles de campesinos sobres esas rúas y áreas de convivencia familiar, con la pestilencia que usted se estará imaginando, así como la potencial contaminación que tales hechos generaban.

 
Los Xalapeños nativos y avecindados pagaban la culpa de un sujeto inconsciente, indecente e impúdico que contaba y cuenta con la simpatía (por llamarlo de alguna manera), de los gobiernos en turno de aquella época.
 
Hoy pregunto: ¿Dónde están las autoridades que desalojan en un 2 por 3 todas las manifestaciones que por gritarle a Peña Nieto corrupto los corren a macanazos? ¿Dónde está el secretario de seguridad pública estatal que sin miramiento alguno ordenó la paliza –sin piedad-, a los maestros que marchaban y protestaban en la plaza Lerdo contra la reforma Laboral-educativa hace dos años?
 
¿Por qué tolera este gobierno a César del Ángel y le permite que realice este tipo de actos? ¿Acaso no tienen derechos los niños y niñas de las escuelas donde César manda a bailar desnudos totalmente a sus huestes a una buena educación, a la impartición de valores, que debe tutelárselos el gobierno? ¿Será por eso mismo que está usted pensando que el PRI-Gobierno le hizo diputado a su hijo?  

 
Ojalá y este “legislador” no se le vaya ocurrir encuerarse en alguna sesión de congreso o, nos quiera atormentar llevando a su papá para que este lo haga. ¡Bendito sea dios, dirían las católicas!