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Columnas y artículos de opinión
Pagar más, comer menos
Helí Herrera Hernández
20 de julio de 2015
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
La fuga de Joaquín Guzmán Loera le ha servido, por lo menos al gobierno de Enrique Peña Nieto, para ocultar el desastre económico que se avecina, que pocos perciben y los que lo hacen, guardan un silencio cómplice en un país donde la corrupción, el contratismo, el compadrazgo y la impunidad han hecho que el 1% de mexicanos concentre el 21 por ciento de los ingresos totales del país, y el 100% más favorecido por los gobiernos del PRI y del PAN acumulen el 64.4 por ciento de la riqueza nacional.
 
Ésta disparidad entre una élite compuesta por 16 hombres mas opulentos de México y 53.3 millones de compatriotas que viven en la pobreza, y 11.5 millones en pobreza extrema, es resultado de un modelo económico depredador, traído, impuesto y defendido por políticos perversos, títeres de los grandes oligopolios y trusts, a quien poco les importa que no se generen empleos, que los que existen sean mal remunerados a tal grado, que mas de 23 millones de personas no pueden adquirir una canasta alimentaria básica y mas de 60 millones padezcan alguna carencia social, mientras esos 16 potentados han multiplicado sus riquezas en 18 años, al pasar de 25,600 millones de dólares en el 2000, a 142 mil 900 millones de dólares en 2014.

 
El Estado neoliberal hizo megabillonarios a Carlos Slim, a Germán Larrea, a Alberto Bailleres y a Ricardo Salinas Pliego. En 2002 la fortuna de estos cuatro representaba 2 por ciento del Producto Interno Bruto; en 2014 el porcentaje aumento a 9% gracias al desmantelamiento del sector estatal de la economía, que puso en manos del ingeniero Slim la industria telefónica nacional que lo ha catapultado a ser el segundo hombre más rico del mundo (a veces el primero), con una riqueza de 77 mil 700 millones de dólares, según la revista Forbes, mientras los otros tres se quedaron con las minas y los medios de comunicación masiva, sectores económicos que mientras estuvieron en manos del Estado sostuvieron a la sociedad mexicana con una distribución de la riqueza nacional más igualitaria que daba empleo, poder adquisitivo, educación de calidad para todos y todas que la quisieran, salud pública eficiente y paz pública al grueso de la población.
 
Esta pesadilla de la que quisiéramos despertar no termina, y lo peor es que en lo que resta del semestre se agudizará por culpa de un gobierno ineficiente, corrupto, incapaz y entreguista al gran capital, que ha provocado una creciente disparidad en los ingresos como ya lo comenté, haciendo que la calidad de vida de los mexicanos raye ya en la sobrevivencia, a costa de lo que sea: robos, asaltos, asesinatos, secuestros, extorsiones y un sector cada vez mas numeroso de jóvenes que se refugian en la industria del narcotráfico, a sabiendas que sus vidas penden de un hilo todos los días.
 
La economía nacional se está ahogando y no se vislumbra ni corto ni a mediano plazo un salvavidas que albergue la posibilidad de que venga un rescate que salve a los mexicanos de clase media, pobre y miserable. El Producto Interno Bruto Per-Capita crece a menos del 1 por ciento anual, porque las políticas públicas de Peña Nieto anteponen el capital antes que el bienestar social; el mercado antes que el desarrollo de la industria nacional y estatal; la macroeconomía antes que la recuperación de los estándares de vida que logró el modelo desarrollista o el milagro mexicano.

 
Sus resultados son escalofriantes: La industria manufacturera frenó su crecimiento en mayo. Traía tasas de generación de empleos del 3% y era el único sector que generaba contratación de personal; nuestras importaciones siguen subiendo mientras las exportaciones van a la baja, que arroja una balanza comercial desfavorable al país de 2 mil 441 millones de dólares. Importamos 52.9 por ciento y las estadísticas del INEGI marcan que nuestras exportaciones se ubican en el 47.1% que incide, desgraciadamente, frente a la devaluación del peso, en comprar al extranjero más caros los productos que consumimos. No era lo mismo pagar las mercancías a $12.74 pesos por dólar que era la paridad con la que inició el actual régimen, que hacerlo hoy a $16.20, colocándonos en el escenario real de pagar más y comer menos.
 
En la defensa que realiza todos los días Peña Nieto y su gabinete por el sistema idolátrico del dinero se está llevando al fango a 79 por ciento de la sociedad. Al dólar caro súmele la baja de los precios del barril de petróleo que es nuestro principal producto de exportación en 48%, que se traduce en la pérdida de 112 millones de dólares diarios (1,792 millones de pesos), que dejan de circular en el mercado y están encareciendo la moneda norteamericana.
 
Nuestras reservas depositadas en el banco de México que hasta febrero estaban en 195 mil 821 mil millones de dólares se están desfondando por la inyección diaria de 52 millones de dólares que esa institución fiduciaria realiza al mercado para apuntalar la paridad peso-dólar. Ha perdido, en tan solo 5 meses el 7.3 por ciento de su valor total.

 
Este semestre que arrancó se convertirá en una película real de terror para la inmensa mayoría de nuestros compatriotas, pues mezclado al dólar caro, con la pérdida de ingresos petroleros, más el crecimiento de las importaciones, más el estancamiento de la industria manufacturera que era la única que contrataba personal, más la disminución de nuestras reservas, más la caída del mercado interno que producirá desempleo, está conformando un cóctel explosivo que sólo requerirá una mecha para hacerlo explotar, con consecuencias desastrosas para la población asalariada porque los millonarios huyen del país.
 
El Estado neoliberal que comanda Peña Nieto ha logrado que la canasta básica en sus dos años y medio de gobierno haya aumentado 40%, con las consabidas consecuencias que tal ajuste representa de pobreza, miseria, inseguridad, insalubridad e inconformidad social.
 
No hay más: los gobiernos impuestos por los barones del dinero están tensando la liga poniendo al borde la estabilidad social. Por eso el jueves 9 en Santa Cruz Bolivia el papa Francisco pronunció un discurso duro, crítico al neoliberalismo afirmando "Este sistema ya no se aguanta; no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos, y tampoco lo aguanta la madre tierra" (refiriéndose a que el capitalismo salvaje ha arrasado no sólo con la vida humana, sino con todos nuestros recursos naturales, generando el cambio climático).

 
Es por todo esto que los mexicanos festejamos la fuga del >Chapo<, no por su significado y por lo que el sinaloense representa, sino como el único consuelo que tenemos de burlarnos de un gobierno, al que en sus narices, un hombre de baja escolaridad, no egresado de Harvard, de Oxford, Yale, la Sorbona o Massachusetts les obsequió una obra de ingeniería que ni el grupo Higa, el favorito de Peña, son capaces de construir. Resultó más eficiente el Chapo que Peña Nieto.
 
Es momento pues de enjuiciar a los causantes de la creciente disparidad de los ingresos y la calidad de vida de los mexicanos. ¡Hagámoslo!