“Se extinguen” ríos de Nogales, lamentan ambientalistas

Dos de los siete ríos de respuesta rápida que atraviesan la región de las Altas Montañas se han convertido en canales de conducción pluvial durante la temporada de lluvias, pues durante la época de secas prácticamente desaparecieron, lamentaron ambientalistas de esta región.

El río Chiquito y La Carbonera, conocidos por su inmenso caudal hasta la década de los 70, son visibles tras las lluvias y escurrimientos, luego de ello se quedaran secos por muchos meses, pues ambos eran el resultado de los escurrimientos de la zona del volcán, devastada por el efecto de los talamontes.

De acuerdo con el ingeniero José Manuel Estrada Trejo, en la zona del valle de Orizaba y municipios circunvecinos, los manantiales descendieron hasta un 90 por ciento en su nivel de captación, lo cual es alarmante, considerando que toda el agua proviene de los glaciares.



A cambio, sólo quedaron los canales pluviales que contienen aguas negras vertidas desde drenajes domiciliarios, talleres y rastros clandestinos, generando contaminación, mal olor e imagen insalubre.

La misma vegetación que durante años se sirvió del agua de los ríos, señala el biólogo Graciano Illescas Téllez, hoy sufre ante la falta de hidratación. La misma fauna silvestre ha emigrado al no contar con cuerpos de agua, entre la que destacan anfibios, pequeños mamíferos, insectos, ranas y sapos.

“El agua se extingue”, coinciden diversos sectores. Sin embargo, poco se hace por recuperar los espacios generadores de agua, principalmente las faldas del volcán Pico de Orizaba donde la tala inmoderada sigue causando estragos en el deshielo y extinción de los glaciares.



Con ello, los ríos Chiquito y La Carbonera fluyen con agua por escurrimiento entre los meses de mayo a noviembre y sólo hasta dos horas después de lluvias o tormentas, por lo cual se debe mantener toda la atención para dar una respuesta inmediata a esta contingencia, a decir de los especialistas.