A Obispo de Orizaba le emociona se cumplan promesas del presidente electo de México

El obispo de la diócesis de Orizaba, Marcelino Hernández Rodríguez, dijo que espera y le emociona ver cumplir todas las promesas que hizo el ahora presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, a fin de que llegue la paz, el trabajo, la vivienda y sobre todo el combate de quien infringe la ley.

“Pensamos que México no va a cambiar de la noche a la mañana, pero sí queremos que se vea el cambio con estrategias para convertir la inseguridad en seguridad; que existan mayores posibilidades para trabajar, para que el joven que egresa de la universidad tenga donde ejercer lo que con tanto trabajo consiguió”.

En referencia a las manifestaciones de diversos grupos en contra de la elección, dijo que es de interés y ocupación el hecho de que ya no solo son jóvenes sino que más gente grande se ha ido involucrando.

“Le pido a Dios que sepamos ser muy responsables todos también, yo respeto a quien quiera hacerlo que lo haga, pero que lo haga con responsabilidad, no con violencia no amenazas, muchos menos sin saber qué es lo que venga de lo que estoy haciendo”.

Añadió que nadie tiene derecho a violentar la paz de otros, así como tampoco de efectuar acciones graves de las cuales pueden arrepentirse después “todo lo que se haga debe ser con responsabilidad, creo que si pensamos como ciudadanía o como pueblo, nosotros queremos ejercer nuestros derechos muy bien y tenemos todo el derecho que se le respete, pero nosotros tenemos la obligación de medir las consecuencias como lo hacemos o de las palabras que utilizamos para decir”.

Acentuó que como pastor de sus ovejas pide que se cuide la paz de la cual aún goza el pueblo de México, e insistió que se deben medir las consecuencias de los actos, pues nadie quiere vivir intranquilo “creo que cuando se hacen las leyes se deben de cumplir por eso están los legisladores” y recordó “como le dijo Jesús a Pilato tu no tendrías una autoridad si no te la hubieran dado de lo alto”.

Por eso dijo que los presidentes, los gobernadores y alcaldes deben gobernar en nombre de Dios, que se pregunte si las decisiones que toman las aprobaría Dios, o si sólo están trabajando abusando de su autoridad.