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Sección: V?a Correo Electr?nico

Abandonado el otro módulo de Policía en Las Garzas, por el lado de la Iglesia de los 12 apóstoles

Explica que pueden evitarse tragedias si se colocan vigilantes, más luminarias, envía fotografías que constatan su descuido

28/09/2011

alcalorpolitico.com


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Hola estimados señores de Al Calor Político

Me he tomado el atrevimiento de enviarles unas fotografías de la caseta ubicada a escasos metros donde fue encontrado el cuerpo ultrajado de la señorita que desapareció hace unos meses, es más que evidente el descuido y abandono en que se encuentra dicho módulo de protección ciudadana.

La presente es con el único fin de hacer constar que tal vez (y sólo tal vez), esto pudo haberse evitado, si tan sólo nuestras autoridades hubieran tenido la sensibilidad, de dotar con cuando menos con un elemento policíaco, dicha caseta que tanta falta hace en esta zona, donde la falta de seguridad es más que palpable, amén de la falta de mantenimiento a las luminarias de dicho parque ecológico, se vuelve a determinada hora diurna, una verdadera cueva de lobo.

Cabe recordar que es en esta zona precisamente, donde han ocurrido no un evento aislado, sino varios hechos (al parecer relacionados) con las mismas características.

Lamento mucho no poder contribuir de otra forma y por favor, Sres. de Al Calor
Político, espero que comprendan que debido al actual clima de inseguridad y poca certeza en la misma materia, no puedo darles una dirección fidedigna o mi nombre real de manera abierta, por ende si sus políticas les impiden publicar dichas fotografías comprenderé perfectamente su postura, pero realmente me gustaría que cuando menos, a las autoridades competentes les hicieran ver que esto pudo ser evitado, con una pequeña muy pequeña inversión, que por cierto no nos regalan ya que como es sabido, estar seguros es obligación del Estado, ya que por eso los ciudadanos cumplimos con nuestros respectivos impuestos.

Muchas gracias por la atención prestada a la presente, y me despido de ustedes no sin antes depositar en sus manos la estafeta de una persona temerosa, que no sabe en quien confiar, y que forma parte ya -lamentablemente-, de la histeria social y colectiva, en la que actualmente vivimos.