En el marco del ciclo Castillos de la Memoria se efectuó el pasado 30 de mayo en el Museo de Arte del Estado de Veracruz, en la Ciudad de Orizaba, Ver., el Conversatorio denominado “Elogio al Ser Maestro”.
Fuimos invitados para participar como ponentes en ese evento los maestros Víctor Raúl Domínguez Rodríguez, Alberto Flores Callejas y un servidor, así como la Dra. Mirtha Febe Peña Pérez en calidad de moderadora. La maestra Milena Koprivitza Acuña, titular del citado Museo de Arte de Orizaba precisó que ante los agitados tiempos que vive la profesión de ser maestro, es ineludible revisar los diferentes momentos que en la historia ha confrontado la actividad docente, así como las huellas que los diferentes proyectos de estado le marcaron y aludir a las nuevas responsabilidades, retos y desafíos del educador contemporáneo. Entre la temática a considerar se significaron: Los orígenes de la profesión, La educación como proyecto transformador del hombre y la sociedad, El liderazgo académico de Veracruz en la formación de docentes y Los compromisos actuales del magisterio.
Durante casi dos horas, con el acompañamiento de una pertinaz lluvia refrescante, intervenimos los sustentantes, la moderadora y varios asistentes a la reunión correspondiente. Se contó con la presencia de docentes en servicio, profesores jubilados, ciudadanos invitados y jóvenes normalistas. El Mtro Víctor Raúl Domínguez Rodríguez aludió a la lucha del pueblo mexicano durante la Guerra de Independencia, a los propósitos de esa gesta, al ideario de Hidalgo y Morelos, al incipiente proyecto de nación y a la legislación respectiva para conformar al ciudadano, en medio de las contradicciones y conflictos del siglo XIX. Por su parte, el colega Alberto Flores Callejas abordó los orígenes de la profesión docente y enfatizó sobre los esfuerzos desplegados por esos ayos, cuidadores de niños, mujeres esforzadas y encauzadores empíricos de las energías infantiles y adolescenciales, sin omitir la creación de las escuelas formadoras de docentes en naciones de Europa como Alemania y Francia.
En mi oportunidad resalté el papel protagónico que desempeñó Orizaba en las postrimerías del siglo XIX, con la instauración de la Escuela Modelo y después con el funcionamiento de la Academia Normal, bajo las directrices de los ameritados educadores Laubscher y Rébsamen, haciendo también referencia a los antecedentes de esa Reforma Educativa Liberal. Ni más ni menos versé sobre las posturas de avanzada de Lucas Alamán, de José María Ruiz Mora y de Valentín Gómez Farías; del protagonismo pernicioso de Antonio López de Santa Anna, de las embestidas furibundas de la Iglesia, de las asonadas y golpes de estado, así como de la lucha fratricida entre liberales y conservadores. Destaqué que la Constitución de 1857 abrió nuevos y promisorios horizontes; que Benito Juárez al expedir la nueva Ley Orgánica de Instrucción Pública (dic. de 1857) auspició una nueva era en la historia del México Independiente. Tal hecho representó el punto de arranque jurídico para que todas las entidades federativas se identificaran con el nuevo rumbo y legislaran sobre el particular. Aludí a los gobernadores veracruzanos visionarios como Francisco Hernández y Hernández, Francisco Landero y Coss, Apolinar Castillo y Juan de la Luz Enríquez, culminando mi alocución inicial con el surgimiento de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana y su singular trayectoria.
Casi para finalizar y a tono con los apremiantes nuevos tiempos, con la tónica neoliberal – empresarial existente y con el compromiso de que el docente de educación básica es el corresponsable de la conducción de vertebrales aprendizajes, de la formación axiológica de sus alumnos y de la integración de las nuevas generaciones a la vida social, nuestra moderadora nos cuestionó hacia dónde vamos en el terreno formativo y qué tipo de país y de ciudadano anhelamos. Fue el momento culminante donde varios, ponentes y miembros del auditorio, externamos nuestros particulares puntos de vista. Coincidimos que nuestros orígenes no debemos desdeñarlos y que a la luz de nuestro patrimonio pedagógico se impone reconsiderar a la educación como derecho a un desarrollo integral para la vida y para servir a un proyecto de ser humano y de sociedad.
Nos manifestamos en contra de esa formación instrumental, eficientista, burocrática y superficial que se pretende para los futuros docentes, indicando que el normalismo sigue siendo la alternativa más conveniente para garantizar una educación básica acorde a nuestra idiosincrasia. Que “la escuela normal no debe concebirse como una institución reproductora de un sistema injusto; que amerita ser un espacio de lucha, una ruptura contra las prácticas alienantes, un ámbito de resistencia, una posibilidad permanente para el cambio y un espacio para seguir construyendo sueños y utopías…”
JELF/halt
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga.