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Arriban marinos y cadetes al Puerto; llegan en el buque Papaloapan

Algarabía y euforia de familiares en los corredores del malecón

Ignacio Carvajal Veracruz, Ver. 22/09/2008

alcalorpolitico.com

Esta mañana arribó al puerto de Veracruz el buque-escuela Papaloapan, de la Armada de México, procedente de Portugal, la nave trajo a decenas de marinos y cadetes que ya eran esperados por sus padres en el Malecón.

La señora Margarita Sánchez Marvaes, madre de un cadete, esperaba sentada sobre uno de los corredores del malecón, acompañada de su familia, comentó que esperan desde ayer en Veracruz el arribo de su hijo y por eso hoy no fueron a trabajar.

Todo es alegría cuando llega el muchacho -cuenta la señora, originaria del Distrito Federal- pero cuando se marchan comienzan las preocupaciones y más cuando el país se ha vuelto tan violento por la delincuencia organizada. Ella reza diariamente para que su hijo no sea enviado a una misión contra narcotraficantes, y si lo mandan, por lo menos, que no le toquen muchos peligros.

Entre las satisfacciones de contar con un hijo en milicia naval, es que desde allí puede servir a la Patria y ser un hombre disciplinado y más responsables, aunque es una constante la preocupación por el crecimiento de la inseguridad y el papel que juegan los efectivos en su combate es mayor. “Si pasa algo, siempre los marinos y soldados son a los primeros que envían”, lamentó.

El arribo de la embarcación fue en el malecón porteño, y los familiares esperaban desde muy temprano a los cadetes. Madres, padres, hermanos, novias y esposas arregladas coquetamente para la ocasión (algunos marinos tenían hasta ocho meses sin ver a sus seres queridos) comían ansias porque los marineros no bajaban.

Micaela Barrán Pérez se fundió en un gran abraso con su hijo apenas descendió éste del buque. Hace dos meses no lo veía, el chico viene muy feliz porque conoció Portugal y otras islas de las Antillas.

Hay muchas ventajas de pertenecer a la Marina, cuenta la señora, desde las enseñanzas sobre el mar, la personalidad se vuelve centrada y seria, y hay buenas oportunidades de desarrollo, lo dice ella que su esposo también fue de las Armada: trabajó 36 años como capitán de fragata.

Sin embargo, acota, los tiempos han cambiado, porque a su esposo, durante ese tiempo, solamente le tocaron dos cosas que representaban un peligro, como los guerrilleros en Guerrero y el levantamiento Zapatista; a su hijo le toca dar servicio en un México cambiado por la expansión del negocio del narcotráfico, lo que representa una zozobra mayor para las madres.