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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Ascensión: progreso y riqueza

José Manuel Velasco Toro 30/06/2022

alcalorpolitico.com

La semana pasada llamó mi atención el título de un documental en el que se explora el progreso de la economía china: Ascensión (2021). De momento, cuando lo leí, pensé que trataría sobre ciencia ficción, pero no es así; por el contrario, es un documental en el que se explora y explica la paradójica persecución del progreso y riqueza en China a partir de la primera década del siglo XXI. Su directora, Jessica Kigdon.

El documental parte de una consigna implicada en la actual política económica china: “todo conocimiento debe ser monetizado”, consigna que devela la realidad del actual capitalismo en el que el saber tecnocientífico, conjuntamente con la información, la energía y la materia, constituyen los factores de la producción de la economía del conocimiento. De ahí que su estructura narrativa entrelaza lo que ocurre en los diversos conjuntos económicos y sociales, las diferencias excluyentes que genera esa dinámica y explica visualmente cómo y hacia dónde se dirige la riqueza generada.

Elemento constante a lo largo del documental, es mostrar cómo emergió y cómo está dominando la cultura del consumo que marcha al ritmo de las innovaciones, empezando a dominar el escenario del mercado a la par de producir la enajenación de la voluntad que parece dirigir el orden de los sentimientos hacia la racionalidad económica que constriñe la libertad. Cultura que permea desde el obrero manual (el proletariado clásico) hasta el trabajador del conocimiento (el cognitariado). Dinámica de cambio dirigido bajo una gobernanza centralizada cuyo objetivo es la dirección política del desarrollo industrial, estabilidad en las finanzas con apertura a la inversión, impulso decisivo a la educación científica e independencia emprendedora dirigida hacia la innovación tecnológica y empresarial.



China se muestra en el documental como una potencia económica y tecnocientífica de primer orden, como también muestra las profundas desigualdades, contradicciones sociales y ascenso de la riqueza derivada de la feroz competitividad. En los siglos de la época industrial, el capitalismo estuvo (en buena medida continúa así) orientado a producir objetos, bienes materiales, cosas para el intercambio de valor cuya producción descansaba (y aún lo hace) sobre los hombros de trabajadores manuales y operativos. Hoy, esa manera de producir para generar riqueza, ya se percibe arcaica y contra económica para el capital. La oración, “todo conocimiento debe ser monetizado”, así lo demuestra. Ya no es la mano de obra, ese ejército de reserva analizado por Carlos Marx la base de la producción, ahora lo es el capital cognitivo que adquiere, posee, crea, desarrolla e innovan las personas, conjuntamente con la información globalizada por las diversas formas de comunicación social que se entretejen en la red de Internet.

Hoy la dinámica económica fluye velozmente entre generación de conocimiento científico humanístico, innovación tecnocientífica e implementación de ese conocimiento fundamental y aplicado a los diversos procesos de la producción y del mercado. Vivimos, nos dice Kai-Fu Lee en su libro Superpotencias de la Inteligencia Artificial. China, Silicon Valley y el nuevo orden mundial (2020), “en un mundo donde la velocidad es esencial (…) y los competidores no se detendrán ante nada para ganar un nuevo mercado”, realidad que se muestra con cruda expresión en el documental Ascensión. Y en este escenario la Inteligencia Artificial (IA) se entrelaza, bajo un nuevo paradigma, con la economía.

Esto es, modernizar la economía china mediante la intensificación de los programas de educación, apoyo decisivo a la investigación científica e innovación tecnológica, sustento al espíritu empresarial creando incentivos fiscales y canalización de capital de riesgo, así como alentar la participación creativa de las masas y ampliar el mercado de consumo. En todo este proceso, un buen porcentaje de capital de riesgo se ha canalizado a la financiación de empresas de IA, lo que ha colocado a China como la segunda potencia, después de Estados Unidos, en esta materia. ¿Por qué el incremento de inversión en IA? Sencillamente porque el aprendizaje profundo de la IA, está marcando la diferencia entre una economía de productividad baja o mediana respecto a una economía de alta productividad.



Y esta paradójica relación está cambiando la organización económica heredada de la era industrial hacia una economía del conocimiento soportada en la generación, manejo y aplicación de grandes cantidades de información que permite optimizar un resultado deseado. En la era industrial el pensamiento giraba en torno a preguntas hechas sobre lo pasado para afianzar una identidad moderna; en la era del conocimiento el pensamiento se dirige hacia lo que no existe y es necesario crear. Una actitud mira al pasado, la otra al futuro.

El paso de una época a otra (y que no queremos reconocer que así es), está acompañado de cambios profundos en la visión del mundo, como también está agudizando desigualdades entre aquellos países que invierten en ciencia y tecnología innovadora, los que tendrán el control del conocimiento continuo de frontera con relación a los que (como México) no lo están haciendo y se escalará hacia una agregada dependencia tecno-económica.

Y ello será perturbador del orden social, pues la IA desplazará (ya ocurre en algunos campos de la producción y servicios) el trabajo humano. La realidad no la podemos soslayar. Muchos puestos de trabajo van a desaparecer en la medida en que irá aumentando la velocidad con la que se está sustituyendo el factor humano por el factor IA, proceso que afectará, sobre todo, a quienes tengan un bajo perfil educativo. Algo que al interior de la propia China ya se vive, según nos cuenta el documental Ascensión y Kai-Fu Lee en el libro mencionado. Y en México ¿qué haremos?