La pérdida del poder adquisitivo en la entidad veracruzana y el alza en el precio de gasolinas y combustibles generó un estancamiento en las ventas de autos nuevos. En contraparte la compra-venta de motocicletas usadas como medio de transporte, incrementó.
Germán Villegas, gerente comercial de una marca de autos de importación en cinco municipios veracruzanos, explicó que en el presente año las ventas cayeron un 30 por ciento, siendo mayo el mes en que se esperaba un repunte con el pago de utilidades, pero no fue así.
“El magisterio y trabajadores de dependencias federales, que son buenos clientes, este año demostraron que aguardarán para decidir si invierten su dinero en un auto nuevo o lo suman a otros gastos. Lo que si te puedo decir es que incrementó la venta de autos usados con un valor de entre 40 y 70 mil pesos”, señaló.
Explicó que cada año el fenómeno de la inflación les pega, pero los finales de sexenio son los más difíciles porque existe mucha especulación en los mercados nacionales e internacionales, por la devaluación, entonces prefieren esperar.
Aunado a lo anterior, dijo que otro impacto ha sido el alto costo del precio de combustibles, de ahí que las camionetas y vehículos de seis y ocho cilindros no tengan la misma demanda por el consumo de los combustibles; de ahí que el mercado está cambiante.
“Todo ha pegado, pero la gente sigue teniendo la misma necesidad de transportarse a un menor costo. Vemos en marcas filiales de seminuevos, vehículos utilitarios y motocicletas que este último segmento tiene mayor movilidad. Como todo, están las motocicletas de doble propósito y que son las de mayor demanda; aunque de éstas las seminuevas, de un valor de 7 a 20 mil pesos, ocupan el primer lugar; luego tenemos rangos de 17 a 25 mil como las más vendidas”, señaló.
Refirió que a pesar de arriesgar su integridad, una familia de cuatro personas viaja en una motocicleta con un gasto de combustible de 120 pesos por semana, cuando pagando pasaje tendría que invertir cerca de 400; lo que debe ser un llamado de atención al Gobierno, pues las familias siguen perdiendo poder adquisitivo y con ello la economía se torna vulnerable.