En un comunicado emitido con motivo de la Navidad y de año nuevo, los obispos de México exhortaron a la población a buscar los caminos de paz y reconciliación que el país necesita, debido a los desafíos no resueltos en la nación.
“Hermanos y hermanas: que el Niño de Belén renueve su presencia esta Nochebuena en sus corazones. Que la Sagrada Familia bendiga sus hogares y los convierta en santuarios de la vida y de la fe. A ustedes familias, que resisten las adversidades de cada día con amor; a ustedes jóvenes, que buscan luz en medio de la oscuridad; a ustedes que llevan el peso de la enfermedad, de la soledad o el destierro”.
La Iglesia Católica también alentó a los migrantes, cuyo rostro definieron como el de Cristo peregrino, a seguir adelante y no olvidar que la esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en los corazones. Los prelados de todo el país que integran la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) rogaron porque el 2026 sea un año de gracia. “Que seamos un México donde Dios sea ensalzado, donde su amor sea puesto de manifiesto, donde cada hijo suyo encuentre un hogar”.
Este mensaje, expresado en víspera de la Navidad, fue emitido con esperanza y alegría, a pesar de los problemas pendientes en la patria. “Hoy queremos hablarles desde el silencio del pesebre, desde la contemplación del misterio de esa noche que nos envuelve a todos con renovados sentimientos de asombro y esperanza. San Agustín nos ayuda a comprender lo incomprensible: Se hizo hombre quien hizo al hombre. El que sostiene el mundo cabe en un pesebre. El Pan de vida tiene hambre. La Fuente tiene sed. La Luz duerme. Este es el misterio y la gloria de nuestra fe: Dios se hace pequeño para hacernos grandes. Dios se hace vulnerable para sanar lo que en nosotros está roto, Dios se hace cercano para que nosotros seamos hermanos”.
Pidieron que en la Nochebuena y el día de Navidad la presencia de Cristo ilumine el corazón herido por la discordia y que el Niño de Belén recuerde a los fieles que son amados por Dios, quien no los abandona en sus anhelos y sufrimientos. “José y María, en su pobreza, en su camino incierto hacia Belén, en su búsqueda de posada, nos revelan algo esencial: la familia es el santuario que Dios eligió para hacerse presente en la historia, la familia es el lugar sagrado donde la vida se comunica, se recibe y se ama”.