Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Broma y tiranía, antesala de dominación

José Manuel Velasco Toro 20/01/2022

alcalorpolitico.com

En la historia hay pasajes tortuosos donde el terror asalta en el instante menos previsto, donde la narrativa conduce al lector por laberintos de asombro que acicatean la curiosidad para enterarse, más y más de los acontecimientos, hasta llegar al desenlace que provoca el gozo intelectual al repensar y reflexionar pasajes, descripciones, sucesos narrados e inevitablemente compararlos con la realidad que se vive.

Louis Antoine León de Saint-Just (1767-1794), militar y político revolucionario francés, fue un ferviente partidario de Maximilien Robespierre (1758-1794). Durante la Revolución Francesa, Saint-Just sobresalió por su retórica política e implacable persecución contra figuras de la monarquía, así como con miembros del propio movimiento revolucionario durante la etapa conocida como el Período del Terror.

Sus máximas, muchas de la cuales retomó Albert Camus en su extraordinario ensayo El hombre rebelde, son dignas de recordar, pues no solo reflejan la obtusa conducta del político hambriento de poder, sin compromiso social ni sentido claro de futuro colectivo que aparece siempre, cual epidemia recurrente, en el escenario de la historia. Historia que nos muestra, y recuerda, que toda facción divide y al hacerlo niega la unidad; que la facción siempre abusa del poder en cuyo ejercicio distorsiona la verdad para crear su propia ficción; que la facción violenta la ley e institucionalidad para imponer su voluntad que es consigna contra la libertad.



Veamos algunas de sus máximas que fueron parte de su retórica política. Al referirse al despotismo monárquico, Saint-Just dijo: “El que bromea al frente del gobierno tiende a la tiranía”. Y reafirmó, recurriendo a la historia romana, la cual conocía bastante bien, “Si Bruto no mata a los otros, se matará a sí mismo”, por eso mató a los otros. Aseveraciones realistas que podemos observar en varios actores de la historia que ascendieron al poder, como la de Benito Mussolini que dijo: “La mayoría de los cargos del país están ocupados por fascistas de confianza.

Lo que no hagan con fidelidad, lo harán por temor, ya que no ignoran que se les fiscaliza. La traición se castiga terriblemente.” O esta de Nicolás Maduro: “Cristo redentor se hizo carne, se hizo nervio, se hizo verdad en Chávez”. Y estas de Augusto Pinochet: “Soy el general de los pobres”, la que complementó con ésta otra, “Reflexionando y meditando, soy bueno. No tengo resentimientos, tengo bondad”, una bondad para los leales, pues desapareció a cientos de chilenos, lo mismo que Rafael Videla quien dijo, “Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca me soltó de la mano”, mano que dirigió represión, asesinatos de ciudadanos argentinos, persecución política y terror.

Arengas ególatras, delirios mesiánicos y mandamientos fervientes diseñados como herramienta de poder encobijados por un manto moralista de supuesta eficacia. Ante ello, señala Camus, cuando el gobernante declara que es un “solo jefe” que cree es “un solo pueblo” con el cual va de la mano, se manifiesta el perfil de “un solo amo y millones de esclavos”. Y así podríamos seguir dando ejemplos de broma, poder, autoritarismo y tiranía, lo que nos recuerda a Frederic Nietzsche cuando exclamó: “La tiranía es más natural que el arte para los mediocres”.



Afirmación nada alejada del contexto contemporáneo. Cuando la ley que nos gobierna y la unidad de principios institucionales se dislocan para dar paso a la voluntad de un solo individuo, entonces ocurre que al no haber ley no habrá libertad, y sin libertad y sin ley se crean situaciones que impelen a las facciones, a los facciosos, a negar “hasta la unidad necesaria”, asintió Saint-Just. Aspecto que, retomando a Camus, refiere al hecho de que entre las “facciones se añaden a las facciones, las minorías a las minorías”, y cuando “se manifiesta una sola facción, el razonamiento se desmorona”. ¿Realidad vivida o situación imaginada? Usted reflexione y dirá.