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Sección: Vía Correo Electrónico

Cherán o la democracia según cinco mujeres rijosas

Sabino Cruz V. 19/11/2019

alcalorpolitico.com

Qué del estreno de Cherán o la democracia según cinco mujeres rijosas, de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio (LEGOM), dirección de Alba Domínguez que inicia una corta temporada (15 nov.-1 dic 2019) en la sala Dagoberto Guillaumin del Teatro del Estado, estarás esperando que te diga, mi bien amado, paciente y condescendiente lector(a); qué del texto, la dirección, las actuaciones y demás menudencias que se usan para crear el evento escénico en que participan actores/actrices de la Compañía Nacional de Teatro y de la ORTEUV; cuál es mi opinión, punto de vista y desplaceres que me provocó una vez más la narrativa del dramaturgo titular de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana.

Primero debo decirte que tenía muchas expectativas de ver una vez más a Luisa Huertas, oír su potente voz, su dominio de escena, la caracterización de personaje y cómo (inter)actuaría con los actores profesionales de la UV. Placer plenamente alcanzado, con dejo de admiración al ver cómo sorteó las limitaciones y carencias histriónicas de más de un actor local.

Confesado lo anterior, no tengo empacho en decir(te) que, lo que natura no da Salamanca no presta, es decir, que lo que talento, disciplina, honestidad, creatividad y compromiso con el teatro no da, por muy profesional que sea el actor/actriz/dramaturgo no se consigue el hecho escénico y por ende, hacer que vuele la imaginación e impulse el deseo de cambiar el momento actual, para alcanzar un estado ideal. En pocas palabras, hacer que el espectador se olvide por unos minutos de las penas, deudas, pesares que le agobien, o que levante barricadas contra la corrupción, prostitución de la política, la humillación, la conducta de burócratas culturales (para el caso específico) que sólo apoyan a los cuates o atienden a intereses particulares.



Pero vayamos por partes, como dijera el mítico Jack, mi bien amado(a) lector(a). Cherán o la democracia según cinco mujeres rijosas es, vil y llanamente, la caricatura de un movimiento popular e indígena contra el despojo y destrucción de los bienes naturales: madera, manantiales de agua, flora y fauna; la corrupción del poder local, despojo, ecocidio, secuestros y asesinatos. Levantamiento que después del 15 de abril de 2011, según registran las crónicas y análisis posteriores, surgirá “un nuevo sujeto político” que con plena autonomía decide cómo y quién lo gobierna, que no participa en proceso alguno de elección popular, pero lo más importante, una revuelta que logró el control y reapropiación del bosque y el pueblo que el crimen organizado les había arrebatado.

Y perdón legonistas (partidarios de LEGOM), pero este torpe intento de parafraseo popular: actores/actrices queriendo parecer indígenas —si es que esa fue la tarea escénica— herederos de la cultura purépecha, mentando madres, mandando a la chingada a cuanto pendejo se les cruza en el camino, rompiéndoles “su puta madre” a los jotos talamontes, es una burda estética estrambótica, bufonesco y deformadora de un hecho histórico que marca un hito en la relación de la administración pública. Si usted, señor Ortiz Monasterio, es incapaz de entender y resignificar el ethos de los pueblos originarios, si usted es incapaz de tejer un discurso escénico sin que haga uso de guarradas, busque otro tema para sus propuestas “vanguardistas” innovadoras y renovadoras de la escena nacional.

Haga el gasto y explore otra forma de tejer historia sin groserías, peladez y demás sandeces propias del lenguaje rustico e ignorante que sólo provocan la hilaridad fácil. Sea más consciente y respetuoso al patrón que sirve. No me juzgue de timorato, pero la Universidad Veracruzana es una entidad en la que se privilegia el saber, la cultura, el arte, la ciencia y la tecnología, además del buen gusto y la riqueza del lenguaje. El teatro universitario carga una tradición de más de 70 años y a esta altura de su historia, debería ser un laboratorio de búsqueda de nuevas formas de construcción gramatical para la escena. Regrese a los clásicos, pero no a esos que seguramente usted conoce: Sófocles, Esquilo, Eurípides, sino aquellos que ignora: Usigli, Novo, Villaurrutia, Ibargüengoitia, Rascón Banda. Ahí probablemente encuentre la razón y ser del Teatro.

En cuanto a los actores y la dirección, también seguramente estás esperando que diga algo mi bien amado. Qué quieres que te diga, mi apreciado y condescendiente lector(a), que no haya dicho ya. Valoro el esfuerzo de Alba Domínguez para trabajar con sus compañeros por lo limitado o incapaz de representarse a ellos mismos; valoro su valor para trabajar con una actriz que lleva más de 50 años en los escenarios y ha sido dirigida por las mejores mentes creativas; valoro que haya llevado a la escena un género sin género, en el entendido que no queda claro si es tragedia o farsa.



Le cuestiono la debilidad para exigir a sus compañeros de la ORTUV más investigación para la construcción de personaje, mayor riesgo actoral, exploración de otros tonos vocales; en fin, que haya sido condescendiente y acabaran siendo de algo que quizás alguna vez fueron: actor/actriz. El camino hacia el reino de la dirección de escena es agreste, si es este el camino que usted/tú quiere(s) tomar, adelante. Más esto, requiere muchas horas de estudio para oír la concavidad sonoridad de las palabras, para aprender y aprehender la polifonía de signos presentes en una escena.

En cuanto a la propuesta escenográfica y los atrezos empleados, te diré que la imagen de los árboles y luego los troncos es un buen recurso visual, que me hizo recordar la pérdida diaria de miles de árboles. La solución de las fogatas, me parece que fueron acertadas. Pero a lo que no encontré justificación fueron a las bancas ubicadas a los lados y el que veía más al actor que al personaje sentado esperando decir la parte que le toca. Como tampoco le encontré sentido al mostacho del Presidente Municipal.

Llegado a este punto de la lectura, muy seguramente, usted don Ortiz Monasterio y sus seguidores se preguntará qué me da valor para decir esto que quizás ni su peor enemigo, en su sueño más kafkiano, haya tenido el coraje de decirlo; de dónde saco tanta verborrea para cuestionar y rechazar a una gloria de la escena nacional, censor del buen teatro y de quien/quienes merecen tener una beca nacional o subsidio para producción/distribución teatral. Quién soy para poner en entredicho su lucidez creativa. ¡Nadie! En verdad nada soy al lado suyo, ni de los que le rodean. No soy actor, dramaturgo, director, ni mucho menos crítico de teatro bendecido por las deidades nacionales. ¡Nada de eso soy, señor!



Pero lo que sí soy, don Enrique, es un consumidor de arte escénico, visual y sonoro, consuetudinario que a forja de herrero ha desarrollado el gusto por los productos simbólicos adjetivados (García Canclini). Un individuo que con los años ha aprendido a distinguir el buen teatro de aquel que no aporta nada (Luis Reyes de la Maza) y mire que no estoy pidiendo que lleve al espectador a que purifique su alma con sus dramas; una persona que ve con tristeza y coraje cómo se gastan miles de pesos del presupuesto universitario para tenerlo de dramaturgo de cabecera.

Qué, le pregunto, ha aportado usted al teatro veracruzano; qué beneficio le reporta a la Universidad Veracruzana, su arte y talento, para la formación de actores/actrices, dramaturgos, etcétera. Qué ha hecho, además de bloquear a un colectivo escénico local para que no obtengan apoyos federales, para que el teatro veracruzano nuevamente sea referente nacional. Por favor, le pido, me lo haga saber, ya que mi ignorancia es mucho y su luminosidad inmensa.

Pero bueno, baste ya de rigores mi bien amado, paciente y condescendiente lector(a). Baste ya de esperar de este dramaturgo encantos shakesperianos, poesías lorquianas, desolaciones brechtianas, realismos cotidianos rasconianos. Baste ya de deseos vanos por un buen teatro universitario. Baste ya de esperar buenas actuaciones de los orteuvs. Baste ya de rigores, mi bien amado lector(a). Mejor aprecia con ojos propios y siente en tu corazón todo esto que aquí te digo. Tu opinión es la que cuenta al final.