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Sección: V?a Correo Electr?nico

Ciudadanía, autoridad y democracia

Rafael Arias Hern?ndez 30/05/2012

alcalorpolitico.com

La democracia es un medio, un proceso que requiere de ser evaluado, corregido, mejorado. No es, un sistema concluido y perfecto; mucho menos ante realidades diferentes, de condiciones distintas. Avanzar, mejorar requiere, entre otras cosas, de identificar virtudes y defectos, aciertos y errores.

Hay que hacerlo, valorar y evaluar su forma vigente, particularmente cuando se requiere que funcione bien. Tanto en su aspecto representativo, que se resalta en tiempo de elecciones; como en el participativo, que debería extenderse en todo tiempo y lugar.

En este contexto, que mejor oportunidad que la época de elecciones para detectar consistencias y defectos, fortalezas y debilidades.

Así, tal vez valdría la pena preguntar y preguntarse, una vez más, si el fin justifica los medios. ¿Hasta dónde se está dispuesto a llegar para gobernar?

Y concretamente, ir al meollo de la cuestión, a la pregunta de siempre. ¿Ser o no ser…delincuente electoral? Pregunta que, en plena crisis y combate a la delincuencia es imposible ignorar, minimizar o distorsionar.

En este contexto no es extraño encontrar que se afirme, que la delincuencia activa empieza con la complicidad gubernamental; que la pasiva, con la omisión, el disimulo y el dejar hacer, de la burocracia en general; y que, lo que más alienta el crimen organizado o desorganizado, espontáneo o improvisado, es el desinterés personal y la indiferencia social, la desidia ciudadana, el abandono político y la insensibilidad de los medios de comunicación que, a conveniencia, callan o no informan, oportuna y objetivamente, o que deforman y desinforman intencionalmente.

Unos y otros, todos somos responsables, en diferente grado o nivel; aunque siempre lo son más, quienes obligados a imponer la ley, no lo hacen; y aquellos, que se favorecen, obtienen utilidades y beneficios del hecho delictivo.

¿Antes, durante y después de las elecciones, debe aprobarse y apoyarse los mayores o menores actos de violación a la ley por particulares?

¿Y qué hacer, en los casos de notorio uso y abuso de recursos públicos, de atribuciones institucionales y de actos de autoridad, de cualquier ámbito y nivel gubernamental, empresarial o social. Sea internacional o nacional. Federal, estatal o municipal, Desde abajo, hasta arriba del escalafón burocrático?

¿Debe ignorarse o aceptarse el condicionamiento y manipulación de programas de desarrollo y asistencia social y económica gubernamental? ¿Qué hacer?
Los reclamos ciudadanos son evidentes, los cuestionamientos democráticos frecuentes. ¿Qué hacer incluso ahora?, ante un organismo supuestamente autónomo, dirigido por “comisionados ciudadanos” que no son propuestos por la ciudadanía, pero sí impuestos por partidos políticos que representan otros intereses. Nombrados e integrados, en el momento que quieren, o cuando se les obliga a hacerlo; y no en los plazos y formas establecidos por la ley, como es el caso de la reciente y completa integración del IFE, casi de último momento y, más que todo, obligados por otra autoridad y por la presión de sociedad y medios de comunicación.

Sin duda, en el ámbito electoral, la preocupación está latente. Cuando la Corte, el tribunal, el juzgado y en general las autoridades encargadas, no hacen justicia eficaz y oportuna. Cuando la aplicación de la ley es negada o simulada, condicionada y favorecida, negociada y distorsionada, entonces se estimula y alienta la desconfianza y la inconformidad social. En muchas formas, la pérdida de eficacia y credibilidad en la procuración y administración de la justicia, se convierte en un multiplicador de problemas y conflictos sociales. Hechos presentes, razones de sobra que, ante elecciones muy competidas y cerradas, podrían propiciar un ambiente conflictivo más difícil y complejo. ¿Qué necesidad, la de provocar falta de credibilidad y confianza, que puedan desembocar en inestabilidad y hasta en violencia?

Las lecciones están ahí y no hay que olvidarlas. La democracia es responsabilidad ciudadana y social, de uno y de todos a la vez. Mejorarla es obligación ineludible y condición necesaria, para garantizar y mejorar la convivencia civilizada y pacífica.

Antes que todo, hay que advertir, que conste que no se trata de hablar o promover el sistema perfecto, ni de exaltar e imitar la vida de santos, o el ejemplo de Dioses infalibles o superhéroes invencibles. No.

Se trata simplemente de no caer en el conocido caso opuesto, lleno de vicios, defectos, y fallas. Delincuencia electoral notoria y reiterada. En una posición sin valores ni principios, que anula, limita o condiciona la estabilidad presente, la motivación de la esperanza, el esfuerzo y la certeza de un futuro mejor.

Defectuoso, imperfecto, incompleto el sistema democrático tiene que corregir defectos y errores, evitar fracasos y pérdidas, así como ampliar alcances y oportunidades de ejercer derechos y libertades. Todo esto y más, en una democracia, es sobre todo, responsabilidad ciudadana, es decir, nuestra y de nadie más.

CONSTRUCCION DE LA AUTORIDAD
Imprescindible fortalecer el derecho y la institución, para garantizar la legalidad y legitimidad de la autoridad constituida. Credibilidad y confianza. Causalidad, el por qué y sus consecuencias. La ciudadanización simulada. ¿Comisionados ciudadanos?

En otro sentido, es autoridad, se le reconoce y respeta como tal, sólo si protege y apoya, la defensa y ejercicio de derechos y libertades; o si reclama, el cumplimiento completo y puntual de responsabilidades y obligaciones; aún mas, en los casos en que se viole la ley, se abuse o se cometa una injusticia, la presencia, intervención y decisión de la autoridad, crece en importancia y se convierte en un factor determinante de sacrificios y perdidas (algunas irreparables), o en utilidad y beneficios (incluyendo los ilegales).

La presencia de la “autoridad” es, en cualquier sociedad, clave para la solución de conflictos y problemas; y también para garantizar la convivencia civilizada y pacífica, así como para proteger el patrimonio e integridad física de las personas. Por lo tanto, no es ni puede aceptarse la autoridad que permite, alienta y hasta realiza actos delincuenciales; si apoya y fomenta, en forma activa o pasiva, múltiples formas de conducta criminal.

Luego entonces, hay que tener especial cuidado y atención, cuando el sistema electoral establece el momento de decidir el cambio, cuando se realizan las elecciones, porque para la sociedad los problemas se multiplican y profundizan, sobre todo, si la forma de elegir gobernantes o autoridades se intenta hacer democráticamente; pero, se detecta y manifiesta, la creciente presencia de una influyente cultura de delincuencia electoral, antes, durante y después de elecciones. Alterándolas, distorsionándolas o anulándolas, según su propio interés o beneficio.

VERACRUZ HOY.
Información oficial reciente de Turismo, reporta a Veracruz-Boca del Rio, con 8,844 cuartos, de los cuales, por estrellas: 1,481 de cinco; 2,329 de cuatro; 1,906 de tres; 1,606 de dos; y 1,522 de una. Con un porcentaje de ocupación de 42.0.
Y una llegada de turistas al año de 1, 925,816, de los cuales 1, 888, 510 son nacionales y 37,306 extranjeros.

Información básica para hacer análisis y propuestas consistentes; y también, para hacer bien las cuentas de visitantes, de la derrama económica y de la importancia del sector.