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Columnas y artículos de opinión
Bienvenido General
Luciano Blanco González
20 de noviembre de 2020
alcalorpolitico.com
Calumniado, vejado y remitido a su país como reo custodiado por Sheriffs para ponerlo a disposición de las autoridades mexicanas, así regresa a México el General Salvador Cienfuegos Zepeda, uno de los símbolos de gallardía honor y honradez de las fuerzas armadas, al que en un primer momento su gobierno abandono a la suerte que los Estados Unidos le deparaban en franco atropello a una autoridad moral indiscutible, desde aquel infausto día 20 de octubre en que fue detenido junto con su familia en el aeropuerto de Los Ángeles, California.
 
En el momento de su vejatoria detención, nuestro Presidente muy apegado a la imparcialidad y a la justicia sin tapujos, calificó de lamentable que Salvador Cienfuegos fuera detenido por vínculos con el narcotráfico y afirmó que los funcionarios de la Secretaria de la Defensa Nacional involucrados en el caso serán suspendidos y puestos a disposición de las autoridades.
 
Dio la impresión de que esta detención no era mala para el país por el contrario era muy buena porque servía finalmente para desenmascarar un régimen de supuestas corrupciones y maridajes de las autoridades con la delincuencia encabezada desde las altas cúpulas civiles y militares de por siempre y a todos los niveles incluyendo a los expresidentes, pero sobre todo al más reciente Enrique Peña Nieto, que se obstina en estar metiendo las narices mediante sus operadores en la prensa, en las cámaras, con su partido y con los gobernadores afines.
 

Era el instante ideal para embarrar al Peñismo, hasta ahora intocado ante la opinión pública que se ríe por la forma burda y torpe que se presiente en el caso más sonado del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, montado sobre un escenario Kafkiano en que las gallinas se comen al lobo y los patos le tiran a las escopetas,
 
Así Emilio, a pesar de ser delincuente confeso de cohecho y de sobornador de diputados y senadores con fondos supuestamente provenientes de la petrolera Odebrecht, disfruta de protección oficial en sus lujosos departamentos, sin el caso Odebrecht desde el pasado régimen se presume como delincuente electoral desde aquella memorable acusación de Santiago Nieto en contra de Lozoya, que le valió a Santiago Nieto ser cesado como titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales,
 
Para fruncir al Peñismo que se atrevió a difamar a la familia presidencial, contraatacando mediante la exhibición de punzantes videos, las baterías de la mafia del poder que maneja a Lozoya se enderezaron en contra del otrora poderoso Ex Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, el hombre más cercano al corazón y cariño de Peña Nieto por lo que de seguro el golpe sería devastador.
 

Pero qué mejor oportunidad para exhibir las monstruosidades de los regímenes neoliberales cuando uno de sus principales operadores, aunque no político, pero toda una figura, fuere detenido en medio de un escándalo nacional con repercusiones mundiales que caló hasta la medula en los miembros del Ejército Mexicano por el desprestigio que el acto en sí mismo provoca y porque nunca se les había tratado de esa manera tan irreverente e irrespetuosa.
 
A los militares se les ha tratado de inmiscuir en actos obscuros y reprobables como la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa y la masacre de Tlatlaya, en que los señalamientos no han pasado de una orden de aprehensión dictada a un desafortunado capitán que recogía información aquella tarde trágica de Iguala, pero siempre se les ha tratado con las consideraciones y la gracia de la ley, pero incomunicar y sumir en una fría crujía a un señorón como el General Cienfuegos, nunca en los tiempos de paz que conocemos había sucedido.
 
Fue hasta el día 21 de de octubre que las autoridades mexicanas dejaron de tirar cohetes de júbilo, escandalizados por las declaraciones del embajador Christopher Landau, quien en una conferencia académica manifestó que él si tenía conocimiento de la detención que se preparaba contra el General Cienfuegos, pero que era un asunto de Estado muy delicado que lo obligaba a guardar silencio, por lo que el canciller, Marcelo Ebrard, convocó al embajador Landau a sus oficinas para expresarle verbalmente la sorpresa y descontento de México por no haber sido enterado con anticipación de la investigación en contra del general Cienfuegos.
 

Como que no queriendo y a regañadientes, el 28 de octubre, Marcelo Ebrard envió una nota diplomática a la Embajada de los Estados Unidos en México, manifestando el profundo extrañamiento por la falta de información sobre esta investigación y la aprehensión del general Cienfuegos.
 
El día 30 se recibió un oficio con 700 anexos por parte de la DEA, conteniendo información sobre las causas y las supuestas pruebas por conducto del ministro consejero de la Embajada y por ello el día 2 de noviembre, la Secretaría de Relaciones Exteriores turnó dicho oficio, junto con el anexo, al Fiscal General de la República, en virtud de estar referidos a posibles actos ilícitos. El resultado de todas las gestiones e intercambio de información fue, según nos dicen lo que nos quieren decir, lo que convenga que se sepa y lo que quieren que se crea.
 
Así de simple fueron los tarjeteos y las llamadas para tomar una decisión tan grave que cimbra los cimientos jurídicos y políticos de ambas naciones, pero una bomba tan explosiva no se pudo generar en cartitas legaloides, ni en supuestas amenazas, ni en argumentados roces de la intocada soberanía, ni en reclamos de colaboración mutua, ni en la confianza recíproca que se cuestiona.
 

No, al presidente Trump, esas cosas no le interesan, ni le conmueven, máxime en este momento en que la derrota electoral lo debe de tener molesto, como para tener tiempo para estar atendiendo asuntos que nada tienen que ver con su desconsuelo y tampoco tenemos que pensar que un colaborador le dijo al oído que no convenía que se actuara en contra de un viejo colaborador, que tantas glorias le había brindado con la detención de delincuentes de alta monta como el General Cienfuegos, cuyas tropas arriesgando la vida se habían enfrentado a los grandes carteles de la droga, tampoco Marcelo le dijo que al interior del Ejército existía un gran malestar que ponía en riesgo el dinamismo en la colaboración de las dos naciones en contra de los carteles de la droga.
 
No, al presidente Trump sólo pudo haberle llegado un hombre de mucha confianza, amigo y colaborador como su yerno Yared Kushner, esposo de Ivanka, hija consentida de Donald y él, amigo muy cercano del pasado gobierno, mediante quien se cabildeaban asuntos muy delicados, Yared actuaba como mensajero entre ambos gobiernos sobre todo en materia de seguridad vía Luis Videgaray y éste debió de haber intervenido directamente en el rescate del parco General, quien sobre el incidente y los supuestos trámites diplomáticos no se ha pronunciado.
 
Finalmente, es admirable la convicción que tiene y sostiene el Presidente respecto de la impartición de la justicia y su convicción de que se debe de desterrar la impunidad y de llevar a los tribunales judiciales a quien cometa un delito sin importar quien sea, así lo ha subrayado y así se hará en el caso de Cienfuegos, aquí no se aplicarán las leyes interesadas y corruptas que compran testigos como en los Estados Unidos, que ofrecen protección y privilegios a los delincuentes que se alían con ellos para hundir a inocentes ( Emilio Lozoya es una excepción) y arrancarles todos los bienes como indemnización al tesoro norteamericano.
 

El General Salvador Cienfuegos es inocente, (no se dice hoy, se afirma en la nota anterior) como lo dejó perfectamente claro desde el primer momento y así lo hubiera demostrado si hubiera seguido sometido a las cortes de justicia de los vecinos del norte, aquí la Fiscalía General lo declarara así, sin necesidad de someterlo a los juzgados, a menos que quiera cumplir con el compromiso que está adquiriendo, pero las pruebas no existen y las que están remitiendo sus causadores, son nulas de pleno derecho ya que fueron obtenidas de manera subrepticia (grabaciones de llamadas, videos de imágenes, fotografías) y el derecho penal mexicano no las admite y las desecha de plano.
 
Es momento de sentirnos honrados, más lo estaríamos si, en pleno respeto a nuestra soberanía, las autoridades norteamericanas nos enviaran disculpas porque al avergonzar de esa manera a un connacional de ese rango nos ofende y nos humilla sin causa a todos los mexicanos.- por el bien de la causa.