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Columnas y artículos de opinión
Teodoro Cano García. Doctor Honoris Causa
Rafael Martínez Zaleta
5 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
Hace unos cuantos ayeres en el museo de Antropología e Historia de esta ciudad, se celebró un evento muy trascendental. A iniciativa de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz –cuya rectoría esta a cargo del distinguido pedagogo Dr. Guillermo Zúñiga Martínez-, el gobierno interno de esa institución tuvo a bien distinguir al maestro Teodoro Cano García, con el título honorífico de “Doctor Honoris Causa”, presea que únicamente pueden otorgar las Universidades acreditadas, tanto del país como del extranjero.

Este hecho tan relevante, es un merecido reconocimiento a quien ha dedicado toda su vida al arte y la cultura. A quien durante mas de 30 años le ha entregado a la juventud su quehacer docente y académico. Teodoro Cano es un ejemplo vivo del esfuerzo y la superación. Su labor artística siempre callada, comenzó en 1945 a los 14 años de edad allá en la hermosa Papantla. En el parque “Israel C. Tellez” conoció al excelso pintor Diego Rivera. Al despedirse el célebre personaje le obsequio una tarjeta al imberbe jovenzuelo para que lo buscara cuando fuera a la ciudad de México. Ni tardo ni perezoso Teodoro Cano llegó a la hermosa ciudad de los palacios en 1946, donde fue recibido como pupilo por el maestro Diego Rivera.

El fiel de la balanza de la vida se inclinó, para que desde ese momento se fijara un objetivo, y en lo mas profundo de su alma surgiera un minúsculo rayo de esperanza. Meses mas tarde Diego Rivera sugirió al tutor de Teodoro Cano, Alberto Andrade Valencia, que lo mandara a un entrenamiento académico y después que retornara con el, extendiéndole una carta dirigida al entonces Gobernador del Estado Don Adolfo Ruiz Cortines. Una fresca y lluviosa mañana, Cano García, un ilustre soñador de 15 años de edad, llegó a Xalapa anhelando con persistencia obtener una beca para poder estudiar en la academia de San Carlos. Meta que logró gracias a la generosidad de Don Adolfo.


De esa suerte, la ilustre academia fundada el 25 de diciembre de 1783, abrió sus puertas al joven Teodoro. Quien hubiera imaginado que aquel optimista muchacho, algún día, con el poder de su imaginación y creatividad divulgaría nuestra cultura más allá de nuestras fronteras. Esa sensibilidad que tiene en la yema de sus dedos lo ha convertido en el espejo fiel de la cultura Totonaca. El arte de Teodoro Cano descubre caminos olvidados, fiel a su pasado sus frescos cubren los grandes muros de los edificios públicos. Sus manos obedientes e inspiradas se han deslizado sobre el lienzo o con energía han sostenido el cincel y el martillo para esculpir a la materia inerte y exaltar la perfección de las formas. Teodoro Cano es un hombre de genio, de genialidad y de ingenio, salido de la entraña rural, que es la región donde se recoge mejor el espíritu de un pueblo y donde le pudo dar mayor énfasis a sus perspectivas artísticas.

Pero los héroes del olimpo suelen abandonar su morada, para hacer vida común con los seres humanos. Y fue así como Teodoro Cano conoció y trató a una respetable dama, su nombre: Yolanda Assaleih Novela. Producto de esa relación enriquecida con el amor y la comprensión, contrajeron matrimonio el 3 de julio de 1955, en la iglesia del sagrado corazón de Jesús, ante el sacerdote Luis Guillermo Vogues, en la ciudad de Poza Rica. La bendición de Dios y el milagro de la naturaleza hicieron brotar cuatro espigados retoños, Leticia Margarita, Yamil Teodoro, Yolanda y Miguel Ángel.

Don Teodoro Cano García, como pintor, como escultor y docente, se registra con este evento en las páginas más gloriosas de nuestra patria chica y de la historia nacional. Su manera sencilla al hablar, su forma especial de ser y de pensar, lo convierten en un ilustre personaje, en un símbolo de nuestra identidad. Por todo ello alabamos ese gesto noble de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz y de todos los que colaboran con esa institución. Don Teodoro Cano –hoy respetuosamente el Doctor Teodoro Cano García- en Octubre de 2006 nos dijo estas conmovedoras palabras “Yo soy feliz con mi vida de pintor y jefe de familia; necesitaba un lugar en donde dejar mis recuerdos de paso por esta vida, e hice de Papantla mi propio monumento”


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