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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Confidencias de un fantasma
Benjamín Garcimarrero
13 de mayo de 2013
alcalorpolitico.com
La verdad nunca he creído en fantasmas ni aparecidos, a pesar de que mi niñez pasó entre una pléyade de tías fanáticas, creyentes y rezanderas expertas en contar historias fantasmagóricas sobre La llorona, La cochina con suecos y La paparrasola.
 
En la infancia, la mente del niño no distingue entra la realidad y el mito, entre la verdad y la ficción; es tierra fértil para sembrar la religión, los dioses y los santos, los demonios y las brujas, los íncubos y los súcubos, la política, la mentira y la fe.
 
A pesar de ello, hay veces en que se añora ser un señor fantasma con toda la barba; algo así como un ente que no siente hambre, que no tiene deseos ni envidias, ni placer ni dolor, ni pobreza ni riqueza; sino que se es un ser proteico, gelatinoso, ectoplasmatico, contradictorio e ilógico, porque se es y no se es, está pero no está.
 

 El trabajo del fantasma debe ser bastante sencillo y poco esforzado, pues como no le da sueño, por las noches puede deambular por las recámaras de los vivos, sin más tarea que aceitar sus cadenas para arrastrarlas estrepitosamente, otra actividad que me entusiasma es la de respirarle en la nuca a las muchachas bonitas y emitir quejidos cuando están amacizando el sueño.
 
Abrir puertas provocando un rechinido de esos que erizan los pelos, también debe ser muy divertido y luego azotarlas de una solo golpe para sacudirle al espantadizo, hasta los cálculos renales.
 
Supe de un fantasma, según mi tía Pancha, que exactamente a las tres con treinta y tres de la madrugada, se sentaba en la orilla de la cama, acezaba tal cual si hubiera subido a pie el Pico de Orizaba, y luego resoplaba en los oídos del durmiente como si estuviera entrando una surada. Aquí entre nos, no sé por qué extraña sugestión, indefectiblemente yo me despierto a las tres horas con treinta y tres minutos. Lo bueno es que yo no me espanto, simplemente, me levanto del escritorio y me voy a mi casa a comer.
 

Otro lugar plagado de fantasmas, es el Congreso, claro que me refiero al federal, el local está completamente frío…quiero aclarar que hablo del de Colima.
 
Pocos saben que La Llorona, tiene una hermana que ocasionalmente la sustituye cuando la titular tiene garraspera de tanto gritar por las noches; pero a decir de la mismísima llorona, según entrevista realizada por Fray Efraín González Vázquez, franciscano y seguidor de la leyenda precolombina de la llorona, representada veces como Coatlicue y otras como Cihuacoatl, le confió lo siguiente:
 
- EFRAIN.- ¿Es cierto que tiene una hermana y que le sustituye con cierta frecuencia en sus correrías?
 

- LA LLORONA.- Lo de mi hermana es cierto, pero solo una vez le cedí mi lugar y no lo volví a hacer porque es un poco pendeja.
 
- EFRAÍN.- ¿Cómo, por que afirma eso tan categóricamente?
 
- LA LLORONA.- Una noche que se me cerró la garganta por este tiempo tan inestable, le pedí el favor que ella fuera a gritar, iniciando a las doce de la noche en punto, en la puerta de la Catedral, así que le di escrito el texto con el grito: “Aaaaaayyyyyyyyyyyy mis hijooooooooos”.
Pues no me lo va usted a creer, pero a la hora de la hora, se apostó en la puerta de catedral y al sonar la doceava campanada del reloj, empezó a gritar: “Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy mis sobrinoooooooooos.

Desde entonces llegué a la convicción, de que no hay mejor cosa que la que se hace uno mismo.