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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Lupercales y candiles
Benjamín Garcimarrero
20 de enero de 2014
alcalorpolitico.com
Las Fiestas Lupercales, en la antigua Roma, se celebraban el día15 de febrero. Su nombre deriva de lupus (lobo), animal que representa a Fauno Luperco) e hircus (macho cabrío) o cabrón propiamente dicho, un animal impuro. Fueron instituidas por Evandro el arcadio en honor de Pan Liceo también llamado Fauno Luperco,
 
Un cuerpo especial de sacerdotes, los Lupercos o Luperci (Sodales Luperci o amigos del lobo) eran elegidos anualmente entre los ciudadanos más ilustres de la ciudad y que debían ser adolescentes que sobrevivían de la caza y el merodeo en el bosque durante el tiempo de su iniciación a la edad adulta, lo que por aquel entonces era un tiempo sagrado y transitorio en que se comportaban como lobos humanos.
 
Se reunían el día 15 de febrero en la gruta del Lupercal, más tarde llamada Ruminal en honor a Rómulo y Remo en el monte Palatino. Según la tradición fue en este lugar donde Fauno Luperco tomando la forma de una loba (Luperca), había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo, y en cuyo honor se hacía la fiesta. La tradición cuenta que allí había una higuera cuyas raíces habían detenido la cesta en cuyo interior se encontraban los gemelos.
 

Bajo la sombra de esta venerable higuera, celebraban mediante el sacrificio de un perro y de un macho cabrío (cabrón), animales que eran considerados impuros. Después se tocaba la frente de los luperci con el cuchillo teñido con la sangre de la cabra y a continuación se borraba la mancha con un mechón de lana impregnada en leche de cabra. Éste era el momento en que los lupercos prorrumpían en una carcajada ritual. Luego cortaban en tiras la piel de los animales sacrificados, llamadas februa, que junto con la deidad sabina Februo, y el sobrenombre Februalis (la que purifica), dieron nombre al mes de febrero. Con este atuendo, casi desnudos, sólo tapados con unas tiras de cuero, salían alrededor del monte Palatino donde golpeaban a todos los que encontraban a su paso. El ser azotado por las tiras de cuero de los luperci equivalía a un acto de purificación llamado februatio.
 
Este acto de purificación comenzó en el reinado de Rómulo y Remo, cuando las mujeres romanas se hicieron estériles. Después de consultar el oráculo de la diosa Juno, en el bosque Esquilo, ésta respondió: "Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo". Y es ésta la razón por la que los luperci van desnudos ungidos en sangre de animales impuros, como si vinieran de caza, cubiertos con pieles de lobo, golpeando con el látigo como si fuera un miembro viril.
 
Para las mujeres, este rito aumentaba su fertilidad poniéndole las carnes de color púrpura. Este color representaba a las prostitutas de entonces, en particular las que ejercían la prostitución sagrada con los lupercos en el Ara Máxima, también llamadas lupas o lobas; de donde proviene el término Lupanar.
 

Esta celebración la adoptó el emperador Justiniano I en el imperio de Oriente el año 542, como remedio para una peste que ya había asolado Egipto y Constantinopla y amenazaba el resto del imperio.
 
Tiempo después, el Papa Gelasio I, en el año 494 prohibió y condenó, la celebración pagana de las Lupercales. Quiso cristianizar esta festividad y la sustituyó por el 14 de febrero, fecha incierta en la cual murió martirizado un cristiano llamado Valentín, personaje mítico, en el año 270 d. C.
 
Las lupercalias se trocaron en una procesión de candelas pidiendo, con cánticos y letanías la misma protección contra la muerte y la fertilidad que procuraba Fauno Luperco, A pesar de todo, esta procesión de las candelas desterró el rito pagano más efectivamente que todas las prohibiciones anteriores.
 

La celebración se unió más tarde a la liturgia de la presentación, por la referencia que Simeón hace, en su canto, a Cristo como "luz de las naciones", asociada a los cirios, antorchas y candelas encendidas en las manos de los fieles. Según el mito, el 2 de febrero se cumplían cuarenta días desde que, San Ambrosio, fijó el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús, también para desterrar el festejo pagano del culto al Sol.
 
De las lupercales procede hoy la tradición del carnaval característico del oriente de Galicia donde los participantes disfrazados azotan a la gente con débiles fustas de cuero, con cencerros en honor a los pastores de los que Fauno Luperco era dios, y golpeando con tripas de cerdo.
 
Al consumarse la conquista en México, las reminiscencias de esa festividad vinieron a sincretizarse en la cultura nuestra, y aunque se realiza en muchos lugares del territorio nacional, tomó especial significación en Tlacotalpan, Veracruz, donde el sacrificio es de toros para festejar a la Virgen de la Candelaria.
 

 Sigue teniendo el mismo sentido cruel y sanguinario, particularmente en la etapa del embalse y travesía de los toros nadando por el río Papaloapan. Sin embargo ha degenerado de una fiesta religiosa a una orgía alcohólica.
 
Las nuevas leyes de protección de los animales, se han hecho de la vista gorda y hasta participan en esas lupercales modernas que dejan buenas ganancias a las empresas cerveceras y a la mafia vaticana que aún persiste en nuestra entidad. Y después de los tamales viene el Carnaval.
 
¡Vivan los toros! ¡Mueran los güeyes!