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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Los guardianes del orbe
Rebeca Ramos Rella
24 de junio de 2013
alcalorpolitico.com
En sus inicios, en 1973 los unió una crisis financiera global, tan dolorosa como la Gran Depresión. Primero, fueron pláticas y consultas entre los ministros de finanzas de Reino Unido, Francia, Alemania, la aún Occidental y Estados Unidos; después, se invitó a Japón; el Presidente francés elevó a nivel de gobernantes esas reuniones e incluyó a Italia, en 1975. Un años más tarde entró Canadá. La cúpula del G7, que por años se blindó contra el Oso soviético y su hegemonía, lo aceptó reformado tras la caída de la URSS; la Rusia en transición fue invitada como miembro en 1998. Así se conformó el Grupo de los 7+1 o Grupo de los 8, las naciones más industrializadas del orbe. La elite de las elites del mundo.
 
El formato de estos encuentros ha superado los tiesos protocolos.  Esa es su gran virtud y su atractivo. Por un par de días cada año, los líderes de las economías más poderosas, se encuentran en mangas de camisa, conviven en un espacio relajado, para solitos, sin asesores, traductores, gabinetes, poder abiertamente y ellos dicen, francamente, debatir y compartir, analizar y acordar, líneas estratégicas y acciones sobre la economía mundial, sobre la geopolítica y la seguridad internacional y quizá, al respecto de otros asuntos de su interés nacional y colectivo. 
 
El G8 se asume como el director de la orquesta internacional. Ellos tocan el son, los demás bailamos y, bueno, hay que reconocerles que a veces permiten proponer. De ahí su relevancia y su oportunidad.
 

Es claro que en esas charlas “en corto” los jefes de los hegemones discuten y reorientan lo que afecta, para bien o para mal, al resto de la comunidad. La agenda es la económica y la financiera, pero de pasadita aprovechan para dirimir ciertos fenómenos o conflictos que los aquejan y que inciden en la política y en la economía del planeta. Así de un tiempo a la fecha, su lema circunda “proveer de directriz y estabilidad al mundo impredecible y…avanzar en los pasos hacia el crecimiento y prosperidad en el orbe”.
 
Hace unos días, el G8 se reunió en Irlanda del Norte y su anfitrión fue el Primer Ministro Británico. A ellos y a la mujer más poderosa del mundo, la Canciller alemana Ángela Merkel se les unieron José Manuel Barroso, el Presidente de la Comisión Europea y
Herman Van Rompuy, el Presidente del Consejo Europeo. Usualmente los líderes invitan a algunos Jefes de Estado y de Gobierno de países desarrollados y emergentes, en un gesto de distinción estratégica de sus naciones representadas.
 
Así, este año, el Presidente de México fue el único latinoamericano presente, lo que de entrada lanza el mensaje positivo y de reconocimiento a nuestro país y al gobierno federal, que hoy acuerda reformas fundamentales en la mesa del Pacto por México, que este octeto ha visto con muy buenos ojos. Por esto el Presidente Peña insistió y reiteró en los logros que este gran acuerdo nacional ha alcanzado y hasta se aventó a adelantar que en dos o tres meses, se discutirán en el Congreso federal, la reforma fiscal y la reforma energética.

 
Este 2013, la agenda del G8 estaba particularmente densa: Europa no sale de los efectos de la crisis financiera; Grecia, España e Italia, no ven la luz al final del túnel; Alemania tiene la posibilidad, pero se avecinan elecciones federales; se ha complicado el escenario de seguridad regional en Medio Oriente, con la guerra civil en Siria y sus efectos en el precio del petróleo, en la ayuda humanitaria y en la venta de armamento y uso de químicos prohibidos contra la población; el acelerado crecimiento y competencia de China, tiene nerviosas a las potencias y el tema de las Coreas y las amenazas de la norteña, más.
 
En un resumidísimo comunicado, los 8 se pronunciaron por abiertas economías, abiertas sociedades y abiertos gobiernos, como la base de crecimiento y estabilidad. Acordaron pasos concretos para promover la generación de empleos, para jóvenes y desempleados; seguir alentando la recuperación global, asegurando las finanzas públicas e impulsando reformas.
 
En reconocimiento a que juntas, sus economías congregan la mitad de la economía global, acordaron en el tema comercial, romper las barreras proteccionistas. Avanzaron en las negociaciones hacia el Acuerdo Unión Europea-Estados Unidos; en progresar las que fortalezcan, en el marco de la Asociación Trans –Pacífico, el tratado comercial entre Estados Unidos y Japón y el de EUA-Canadá. Aquí, reparo en las posibles consecuencias de estas nuevas alianzas para el comercio de México con EUA y de Europa vía México, con el vecino.  Por esto, el Presidente Peña anda muy activo diversificando con posibles socios fuertes, como China.

 
Los Jefes reforzarán a la Organización Mundial de Comercio y la integración comercial de Rusia con países de Occidente. Van a apoyar a las naciones en desarrollo a eliminar barreras y a dinamizar el comercio. Se destaca el tema de los sistemas de impuestos. Coincidieron en intercambiar información, crear un estándar global junto con la OCDE para castigar la evasión fiscal y en fortalecer con un capítulo de transparencia gubernamental, la rendición de cuentas.
 
Se comprometieron a dar la batalla contra la pobreza y  la pobreza alimentaria en el bloque menos favorecido, en particular en alentar el desarrollo sostenible en África. Van a perseguir a los terroristas del norte de ese continente y en Medio Oriente; a ayudar a los gobiernos con  apoyo político y “práctico” para desmantelar esas redes y a combatir los pagos por secuestros de civiles e inocentes y toda actividad ilícita que financie al terrorismo.
 
En vista de que Obama no convenció a Putin para detener la venta de armas al régimen de Al Assad en Siria y el ruso se negó a una zona aérea libre y a envío de apoyo militar, el G8 propuso celebrar una Conferencia sobre Siria, en un intento por hallarle salida política a un conflicto que ya la rebasó. Al respecto, atinaron en reiterar que seguirán brindando ayuda humanitaria para los refugiados sirios y condenar la persistente violación de derechos humanos y el uso de armas químicas por parte del dictador. Hasta ahí.

 
Aunque las prioridades son economía, comercio y finanzas, mucho más debió conversarse en esas encerronas y caminatas sin protocolo. La competencia de China; el diálogo pospuesto entre las Coreas; las protestas civiles en Brasil y Turquía y, el bandazo autoritario en ese país; Libia, Irak y Egipto que construyen su modelo democrático, aún a riesgo y la prospectiva del nuevo gobierno en Irán. Ojalá, hayan debatido sobre el cambio climático y las nuevas alianzas con potencias regionales como México. Quizá hasta salió a relucir el tema vergonzoso pero “necesario” según Obama, sobre el espionaje de Washington.
 
Lo cierto es que muchas definiciones globales, salen de estas cumbres. No de espacios más democráticos como la ONU; ni de la otra elite del Consejo de Seguridad. Pareciera que el G8 es la última instancia para cualquier asunto escabroso mundial.
 
Pero veamos los saldos de esta cumbre 2013: el callejón sin salida es Siria, que sigue siendo la discordia y la bomba de tiempo. La amargura de Obama frente a la terquedad de Putin es la evidencia. No hubo acuerdo.

El éxito: la globalización de la batalla contra la evasión fiscal y el refuerzo al comercio internacional, ahora, ellos dicen, sin proteccionismo. Ya se verá. Y si EUA, Japón y la UE, logran sus tratados comerciales con dedicatoria a al adversario China, los socios comerciales de países emergentes tendrán que jerarquizar alianzas económicas y más, tendrán que sopesar sus apoyos a asuntos globales, en la arena política. Quid pro quo.
 
Al final, el G8 es la materialización de la geopolítica al más alto nivel. Ellos se asumen como los guardianes de la bonanza del orbe. Y nos la venden. Anteponen sus intereses al resto. Claro, sin rehuir su responsabilidad global, porque ciertamente no olvidan; hoy en este “mundo impredecible” como ellos mismos lo definen, todos necesitamos de todos y hay que apoyar al crecimiento, gobernabilidad democrática y estabilidad en el mundo. Ese es el precio que pagan los que guían, los que lideran. Este fue el mensaje.
 
 
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