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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
EUA vs RUSIA: El juego del poder
Rebeca Ramos Rella
17 de marzo de 2014
alcalorpolitico.com
Pretenden distraer a la opinión pública mundial con la escalda de un conflicto para tapar su irresponsabilidad e incapacidad para resolver el agravamiento horroroso de otro. La reedición de una minúscula evidencia de lo que fue la Guerra Fría entre las superpotencias, atiborra la nota internacional y trata de diluir el tercer aniversario de la deleznable Guerra en Siria.
 
Rusia y Estados Unidos protagonizan el juego de fuercitas, como siempre, de forma extraterritorial. Se confrontan, se advierten, discuten fuerte; a los negociadores se les desdibuja el rostro por la frustración, no llegan a nada, pero dialogan y siguen hablando, por lo menos.
 
El 15 de marzo estallaron las bombas y los balazos, en Siria, hace 3 años. Los saldos son cruentos. Ya certificados por la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU como crímenes de guerra. Se reportan 140 mil muertos; el primer año eran 9 mil. Éste es el ascenso del conflicto abominable.
 

La ONU, ACNUR, UNICEF y las ONG’S, Save the Children, World Vision y Mercy Corps, registran que la guerra civil ha destrozado la vida a 5.5 millones de menores de edad en Siria; que 3 millones ya hace mucho no van a la escuela pues la quinta parte está destruida por los bombazos y ataques u ocupada por las fuerzas militares del Gobierno del nefasto Bashar Al Assad, que a nadie escucha y arrogante y despiadado, apoyado por Rusia y China, arremete contra todo y todos, -niños mujeres, población civil- lo que le huela a la Coalición rebelde.
 
Lo que padece la población siria ya es intolerable, denigrante, estrujante para cualquier sensato. La violencia, la muerte; familias por siempre mutiladas; el odio y la radicalización que logra un coctel alzado de insurgentes de distintas sectas del Islam; de diversos intereses políticos y la participación de grupos extremistas como Hezbollah y los terroristas de Al Qaeda, han complicado aún más. Hoy ya se cuentan 6 millones de desplazados y 2 millones exiliados en otros países. No alcanzan los dólares ni euros para sostener a los refugiados -1.2 milones menores- en Líbano, Jordania, Turquía, Irak y Egipto. Las heridas físicas y emocionales en los niños, desgarran. El futuro es negro y doloroso para los 37 mil niños nacidos durante el tiempo del conflicto. Es, como aseguran los especialistas mundiales, la generación perdida de Siria.
 
De nada sirvió que por fin el Consejo de Seguridad de la ONU, el pasado 22 de febrero, lograra consenso –con el indispensable aval de Rusia y China- en la Resolución 2139 para exigir a las partes a detener el asedio sobre ciudades y permitir el acceso de ayuda humanitaria. Rusos y chinos condicionaron su firma. Nada compromete a su aliado sirio, en caso de incumplimiento, no hay sanciones para el Gobierno represor. Así que la población de varias ciudades sirias, sigue atrapada en un cerco macabro de destrucción y exterminio, sin que nada ni nadie obligue al régimen de Assad a permitir que les llegue lo básico para subsistir.
 

En tanto, los infantes y jóvenes sufren hambre, escasez, están para siempre bajo el trauma de la guerra. El 60% de los centros de salud están devastados; una tercera parte de las plantas de tratamiento de agua no existen más. Proliferan enfermedades. Es el caos y es desolador. Y no se le ve final. A menos que la novedad y la subida de tono en Ucrania y en Crimea, abran una posibilidad.
 
Para los rusos, Siria es la última línea roja. Aliado en seguridad; socio comercial, buen comprador de armas rusas, hospeda a la única base militar rusa en el exterior, que estratégicamente, desde el puerto de Tartus “resguarda” sus intereses. Además el régimen de los Assad ha sido el parachoque para contener a movimientos separatistas en las repúblicas rusas “autónomas” del Cáucaso Norte, con fuerte presencia musulmana sunní.
 
El Presidente ruso Vladimir Putin, sin importarle el sufrimiento de niños y mujeres en Siria, ha optado por proteger a su aliado y según él, también  la integridad y seguridad de su país. Pero Ucrania ha sido su jaqueca;  hoy ya migraña. Viktor Yanukovich era hasta el 22 de febrero pasado, el amigo obediente de Putin y Presidente de Ucrania. Pero no pudo operar con la oposición que favorecía anexar a Ucrania como miembro de la Unión Europea. Lo mayoritearon y le dieron Golpe de Estado.
 

Occidente y los Europeos mancomunados quieren a Ucrania a su favor, porque eso les significa un tanto “arrodillar” a Putin. No olvidan cómo los arrinconó a ellos cuando se amachó y apoyó a Al Assad, al descubrirse el uso de gas sarín contra la población civil siria. Obama explotaba, tuvo que retroceder. En conjunto nada pudieron hacer más que negociar su destrucción escalonada. Y las mesas de diálogo no han llegado a nada. Rusia amedrenta. No quiere entregar a Al Assad.
 
Ucrania es importante país productor de vehículos de transporte, naves espaciales y es el líder mundial en la producción de misiles y en tecnología armamentista. Desde su independencia compra el 35% de gas natural ruso y otro 40% de rutas de Asia Central que Rusia controla. Su dependencia energética de los rusos es casi total. Pero quizá lo más relevante y estratégico para Putin, es que una Ucrania a modo de los intereses supremos, es vital para el 85% del gas ruso que pasa por territorio ucraniano, en dirección a los compradores europeos Alemania, Italia, Reino Unido, Francia Grecia, Austria y Finlandia que necesitan por lo menos el 25% del gas ruso para cubrir su demanda. En tanto los países de Europa del Este lo consumen al 100%.
 
De manera que el nuevo gobierno que ha sacado al amigo Yanukovich y que, sí acepta la anexión como miembro de la UE, le significa a Putin, disminución de hegemonía en la región y pérdida de control sobre el mercado y los recursos energéticos. Y a los europeos les gana un aliado y un socio comercial más autónomo de Moscú, que perfilan hasta incluir en la OTAN. Y esto no le conviene a Putin, jamás.
 

Por eso, la deposición de Yakunovich y un gobierno más amigo de Occidente, causó el beneplácito de Washington y de Bruselas; de Obama y Merkel. No obstante, la situación se complicó. Putin movió sus fichas. Ante la crisis política de Ucrania, movilizó fuerzas armadas; alentó el nacionalismo del 80% de la población rusa de la provincia de Crimea, que estas fechas, ya ha votado, entre 80% y 93%, su separación de Ucrania y a favor de su adhesión –reunificación- a Rusia.
 
Crimea es península geoestratégica para Rusia y la región. Conecta por el Mar de Azov al oso ruso con el Mar Negro, el Mar Mármara y de ahí al Egeo y, al Mediterráneo. Es un resort de gran prestigio y belleza natural e histórica, tanto que le ha dado a Ucrania, el cetro de la octava potencia por flujo turístico global acorde a la OMT, más las divisas, inversiones y los ingresos que ello supone.
 
Pero el referéndum separatista que Occidente considera ilegal, tanto ilegítimo como el nuevo gobierno, -que por cierto Obama ya reconoció al reunirse con el recién entronado Primer Ministro ucraniano-, es hoy la manzana de la discordia entre Rusia, que no renunciará a Crimea ni tolerará la rebelión política de Ucrania, frente a Estados Unidos y la UE, que anhelan dominio geopolítico, energético y militar con un aliado renovado en Ucrania, más autónomo de Putin, gobierno que hoy descalifica el referéndum y repudia la separación de Crimea de su territorio y que además pide a sus aliados poderosos, apoyo total.
 

Para la Rusia de Putin, Siria y Ucrania, han sido zonas de influencia; la cerca de protección. Al Assad y Yakunovich han sido sus aliados estratégicos. Uno se sostiene; el otro ya cayó. Seguramente Al Assad observa los movimientos de su amigo Putin pensando si lo sacrificará. Y podría ser. Esta vez se trata del territorio y control político de su país, no de rebeldes y mercenarios matándose a lo lejos; ni de niños, mujeres y pobres padeciendo el horror.
 
Por lo pronto, Estados Unidos ha impulsado presiones a Rusia: restringió visas a rusos y ucranianos y suspendió la cooperación militar. Los europeos consideran ilegal la partida de Crimea. Si Obama arremete con sus aliados, podrían canjear respaldo y soluciones: Desvincularse de Ucrania; retrasar su membresía al sistema supranacional europeo; Crimea dentro de Ucrania a cambio de la deposición de Al Assad. El problema en Siria son los grupos de variados intereses que tampoco quieren ni Washington ni Europa al frente de un eventual gobierno sirio.
 
Sin duda, este es un laberinto riesgoso por todas aristas, pero las muertes, la sangre derramada y el daño bestial a la población civil siria deberían ser la prioridad para resolver.
 

La diplomacia en aquella región está en punto de ebullición. Si Rusia interviene militarmente en Ucrania y conserva Crimea, será la guerra, más allá. Con Occidente. Por esto, los analistas internacionales alertan sobre el peligro que enfrenta la paz mundial.
 
Esta vez, la defensa frenética de los intereses políticos, económicos y de seguridad de Rusia, pueden avizorar la solución a la guerra horripilante en Siria, pero, a la vez, marcarían el inicio de hostilidades más severas; de mayores riesgos en otra región.
 
Pero las superpotencias insisten en revivir la escalera de la Guerra Fría. En tanto, los niños sirios esperan un día más de muerte y sangre; los crimeos quieren su adhesión y los ucranianos, su libre autodeterminación. Europa, quiere su gas y un nuevo aliado en el Mar Negro; Obama apoya a sus amigos y quiere someter a Putin y éste, quiere seguir cosechando supremacía y poder político, dentro y fuera de su país, que es lo único que lo sostiene.
 

En este contexto, si no quieren guerra, ni caliente ni fría; ni más condena mundial, todos, salvo los inocentes, tendrán que ceder.
 
Y los vemos. Los poderosos acomodando su tablero, reciclan el umbral del precipicio y siguen olvidando a la humanidad. Para ellos vale más la hegemonía, que el futuro. Sus intereses por encima de las vidas. Es el juego del poder y es despreciable.

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