Para los comuneros que habitan en las localidades que rodean la presa Miguel Alemán, no haber que comer, es cocinarse una mojarra o una carne de monte; ya sea de tepezcuitle, jabalí, iguana; o lo que caiga durante una noche de cacería.
Teniendo para las tortillas y el frijol, todo es más fácil, coinciden don Antonio Pérez, Bartolo Pragedes y Laureano Coronado.
Expresan que su vida en esta zona oaxaqueña es triste porque no conocen casi una ciudad, porque no tienen dinero para resolver sus necesidades más prioritarias; pero por comer no se preocupan.
Sin embargo, por esta situación económica, la gente de esta zona emigra constantemente a los Estados Unidos; porque dicen que no solo esperan seguir comiendo mojarras, sino un mejor bienestar para su familia.
Incluso, aseguran que cada vez, hay menos mojarra que pescar, porque se esta acabando; las parvadas de pato negro y el pato canadiense que acaba de emigrar a Canadá, se comen importantes toneladas de pescado.
Pero los que se quedan, que son los viejos y los niños, el día más pobre, llenan su estómago de pescado, principalmente de mojarras; ya sea asadas, fritas, en salsa, envueltas con tlanepa o como puedan.
Dicen que de lo que pescan y venden, sacan para comprar para su frijol y maíz, que teniendo eso, ya la hicieron, comentan, entre risas estos comuneros que invitaron a este reportero a comer mojarras a orillas de esta inmensa presa.
En esta región llena de naturaleza, se encuentran algunas comunidades como Guadalupe, La Capilla, Cancuncito, La Esperanza, Piedra Blanca, entre otras tantas que se ubican en esta zona ribereña.
En estos poblados, muy pocos saben leer y escribir, lo único que manejan muy bien es la atarraya, el tendal y las chalupas, quienes aseguran que desde los 6 años, ya saben remar y pescar.
Comentan que en los atardeceres, cuando no salen a pescar, se dedican a hacer nuevos tendales o atarrayas, listos por si se rompe el que traen en trabajo.
También se preocupan porque tener su lancha fuera de borda, porque es la que los lleva a pesar o a comprar sus víveres.
Los demás, dijeron, viene solo, porque dicen que la comida la tienen; con solo tirar la atarraya ya salieron las mojarras para irse al sartén y después al plato.