Además de incidir notablemente en el padecimiento de cáncer y diabetes, el consumo excesivo de carbohidratos repercute en los niveles de concentración de los niños, sobre todo si se encuentran en etapa de desarrollo cognitivo ya que afecta su evolución intelectual.
De acuerdo a la documentación que ha obtenido, la especialista Eli Alejandra Garcimarrero Espino señaló que las malas conductas de alimentación en la actualidad, parten de una cultura familiar.
Explicó que desde que son bebés, los padres calman a sus hijos con alimentos, cuando es muy posible que la irritación del menor se deba a otros factores.
“Y cuando crecen, los padres también buscan el control dándoles comida, entonces los niños pueden llegar a confundir el alimento con la satisfacción de una necesidad, que no necesariamente se combate con la ingesta”, abundó.
En los menores de edad repercute la obesidad y tienen como consecuenciala aparición de enfermedades, detalló.
La Catedrática de la Universidad Veracruzana (UV)declaró que el consumo de gran cantidad de carbohidratos, específicamente todo lo que contiene azúcar y almidón“alenta” el pensamiento así como la respuesta motora, causa somnolencia.
También, da como resultado que no haya una respuesta rápida del pensamiento, incluso conductual.
Más tarde, la obesidad provoca otro tipo de problemáticas como la violencia, porque las personas con obesidad por lo regular son objeto de abuso, ya que sus características físicas lo hacen vulnerable a ser violentado.
A los padres de familia recomendó que en el momento de detectar una conducta alimenticia completamente disfuncional, deben de inmediato buscar ayuda profesional, pero al mismo tiempo proveer comida dependiendo de las necesidades que el hijo tiene.
Garcimarrero Espino dijo que hay que estar alerta cuando se observa que los menores comen en horas no habituales, como en el momento de hacer la tarea, al ver la televisión o entre comidas; en ese momento hay que enseñar que se necesita alimentarse sólo cuando hay una necesidad energética.