Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: V?a Correo Electr?nico

Denuncia maltrato a su hijo y mala práctica docente en jardín de niños

Su hijo fue diagnosticado  por la profesora de su grupo con déficit de atención; nunca le dieron atención psicológica

29/11/2013

alcalorpolitico.com

Señor director,
A la opinión pública y autoridades competentes:

Estos son tus primeros días en el Jardín, te aferrarás con fuerza a la mano de mamá y papá buscando seguridad, cercanía, refugio, en este ambiente lleno de gente extraña. Miras a tu alrededor, te distraes con los juegos, dibujos y decoración que hemos preparado para ti, a tu lado otros niños y niñas que te miran con ojitos tan asustados como los tuyos, como tú no quieren dejar la mano de mamá y papá.

Ya llega el momento de ir a la sala, yo te espero con una sonrisa, con ganas de conocerte y de presentarte el mundo

mágico donde ambos caminaremos para aprender. Nos miramos, somos dos extraños pero algo nos dice que este año será un viaje de colores, nuevos amigos, muñecas de papel y dedos pintados, un tiempo para construir juntos castillos de arena y escuchar muchas historias


Estas son sin duda las situaciones más normales a las que un niño aspira en su primer contacto con la educación; sin embargo, tristemente en este caso no es así, hoy por este medio me acerco a ustedes, autoridades de la educación, público en general, en busca de ayuda, en busca de aclaraciones, en busca de sanciones.

El día 19 de agosto de 2013 comenzó el primer contacto de mi hijo en el Jardín de Niños “María Esperanza Serrano Muñoz, turno matutino, clave 30dnj0253d, sector 30fj20003a, zona 3067p0010e, supervisión escolar 010, delegación regional Xalapa, ubicado en la Privada Virginia Cordero de Murillo Vidal s/n, entre Emilio Leyzegui y Enrique Z. Mercado, dirección a cargo de la profesora Edith Córtes Hernández.



Comenzaron los pagos de cooperaciones voluntarias de $300.00 pesos no reembolsables según los documentos que entregan en dicha escuela por concepto de inscripción. Pagadas de preferencia en una sola exhibición y no en “abonos” como lo “gritó” literalmente la directora en la explanada de la escuelita, mientras los padres esperamos turno para comenzar con las entrevistas con los “maestros” que comenzarán la educación de nuestros hijos. Aquellos que en otros tiempos consideraba yo, como los pilares de la formación de los niños y en un futuro de las mentes más fabulosas que pudieran obtenerse.

Es mi turno de entrevista, llenar un cuestionario básico que tiene por objeto conocer de manera muy ambigua a los pequeños y su entorno familiar. Así también como la entrega de la famosísima lista de útiles escolares, la cual debe ser comprada bajo exigentes marcas y entregada en tiempo y forma. Al momento de llegar al salón me atiende una “practicante” de la Escuela Normal Veracruzana, del cual no recuerdo su nombre pues apenas si se le escuchaba la voz, la cual, sí dejó muy claro que iba a comenzar ella las entrevistas y que ya iniciado el curso se hablaría con la titular, pues estaba ausente atendiendo un problema familiar.



Así transcurrió la entrevista en la que describí el hijo que tengo y que amo incondicionalmente. Un niño debo decir que contaba con pocas reglas y pocas normas obedecibles, por cuestiones de tiempo y presencia es un problema que reconozco en mis hijos y que nunca me he apartado que requieren trabajar más en ese aspecto. Como recuerdo las “risas burlonas” de dicha practicante al decir que sería algo difícil ese caso. Sin embargo no tome más conciencia en ese momento, excepto la de que era un comentario inapropiado de una persona seguramente sin experiencia.

No recuerdo exactamente las fechas, pero supongo fue todavía dentro del mes de agosto, que me presenté en la escuela, cosa que habitualmente hago en las escuelas de mis hijos para saber sus avances y aprendizajes y si hay alguna queja y cuál fue mi desagradable sorpresa, que me encontré a una “maestra” huraña, malhumorienta y con una lista de quejas… interminable.

Quejas que iban desde que

el pequeño no comía su lunch, hasta que la golpeaba, pasando por que les pegó a sus compañeritos, que se tiró en la puerta obstruyendo la entrada y salida del salón, que estaba colgado en la changuera y que ningún elemento de toda la escuela podía bajarlo, hasta que se había llevado una chamarra por equivocación.

A pesar de que no había servicio educativo debido a las constantes manifestaciones que todo el servidor público de esta liga hacía en pro de sus derechos laborables, las quejas iban en aumento de manera cotidiana.

Mi hijo, es hasta la fecha transportado por una señora que lo conoce desde que nació, sabe sus gustos, fortalezas y debilidades y con asombro me relataba algunos sucesos que la “maestra” refería de él, así como el hecho también de que mi pequeño hijo era tratado con desdén y era siempre el primero en salir “custodiado” debido a que no querían más problemas.



Fue entonces, cuando tuve la oportunidad de conocer y tener frente a mí a la maestra Aurora Jiménez Ramírez, profesora que atendió a mi hijo un par de semanas intermitentes y la cual con más o menos palabras me expresó lo siguiente, y según el “bullying” sólo lo ejercían los niños, que pena y tristeza, ver que esto no es así.

“El niño “------“, es un niño muy grosero, no conoce límites, no tiene reglas, no hace caso a nadie, hace berrinches en el patio, en el salón, se trepa a lugares insospechados, no come, le roba la comida a sus compañeritos, les pega y señora, francamente no puedo con él, con niños como estos, de este tipo, me arrepiento de no haberme jubilado el año pasado, salgo arrastrándome de atenderlo, no tengo tiempo de otra cosa, y ya no puedo, ya no quiero, ya pedí que lo evalué personal del CAPEP, porque es idéntico a otro niño que hay aquí en la escuela, su hijo tiene el mismo desorden y déficit de atención que el otro niño. Le voy a pedir un favor, cuando yo no venga a trabajar, le voy a avisar para que no mande a su hijo, es un problema que no le quiero dejar a la maestra suplente, o ningún otro maestro, pues no van a saber qué hacer. Lástima que no lo puedo suspender, porque me lo prohíben, pero de buena gana es lo que haría porque qué horror, que terror lidiar con un niño así”.

Tengo tan claras y tan grabadas esas palabras, que hoy día me llevan a escribir y dirigirme a ustedes, a estas alturas ya se habrán cansado de leer, pero créanme a más de un mes de sucedido esto, mis problemas y mi calvario sigue en esa institución y con esa maestra.



A esas palabras, me quede atónita, lo único que acate a decir, fue que yo conocía a mi hijo y que reconocía que algunas de las cosas que me relataba eran creíbles, porque de igual forma las hacía en casa, junto con su hermano mayor pero que las otras, definitivamente eran inverosímiles. Juegan pesado, se trepan por donde sea, brincan como sus superhéroes, pero nada que no haga un niño de su edad, con esa flexibilidad y destreza que al menos yo, ya perdí hace mucho.

Inmediatamente, busqué ayuda, suponía en ese momento que era psicológica y así lo hice, mis hijos comenzaron a recibir terapia y reconocimiento de un tercero para deslindar el pésimo enfoque que la “maestra” le dio a mi hijo dentro del jardín de niños. Hasta donde tengo entendido es maestra, no psicóloga, y tampoco mi hijo fue atendido por las autoridades que ella mencionó, pues tiene otros casos prioritarios que atender, desconozco su protocolo y tampoco me di a la tarea de investigarlo.

En otra fecha me presenté otra vez a la escuela, ya que habían pasado sus manifestaciones, ya que se habían anunciado las reanudaciones definitivas en las escuelas, recuerdo eso sí que fue un lunes, en el que supuestamente mi niño iba a participar en el homenaje a la bandera, pues el fin de semana se aprendió el juramento a la bandera. Mi sorpresa fue tal, que la maestra me recibió con un sinfín de quejas nuevamente, repetición de las anteriores más otras agregadas, avisos que jamás me llegaron, recados que jamás me fueron enviados, pues se atrevió a decir que ya me había mandado recados con la señora que transporta a mi hijo, y que evidentemente no era verdad, bueno, aquí fue cuando comprendí que la maestra mentía, como vulgarmente dicen por ahí “miente con todos los dientes”. Esa mujer me estaba demostrando ya, que estaba harta de mi hijo, estaba harta de tener que trabajar, estaba harta de tener que educar, estaba harta de tener que esforzarse un poquito más, estaba harta de tener que particularizar su aprendizaje, me estaba demostrando que no pretendía centralizar un poco de su tiempo en mi hijo.



Me dio tiempo de comentarle solamente que ya estaba en evaluación psicopedagógica y que hasta el momento los pedagogos y psicólogos que trabajaban con ellos descartaban el déficit de atención e hiperactividad.

Mi molestia, mi desilusión se infló tanto en ese momento que opté por no mandar más a mi hijo a esa escuela, ese mismo día me di a la tarea de reincorporarlo en otra institución y lo logré.

El 24 de octubre de este mismo año, mi hijo comenzó nuevamente su etapa preescolar en otra institución, con otros compañeritos, con otras maestras, con otra lista de útiles escolares, con el pago de otra colegiatura. Sin ningún problema, sin ninguna queja, con un festival, y con muchas estrellitas.



El día viernes 22 de noviembre, me fue entregada muy forzadamente la baja escolar expedida por el Jardín María Esperanza Serrano Muñoz. Tras repetidas visitas sin que me abrieran la reja, sin que me atendieran, negando a las maestras e incluso a la propia directora.

Hoy 26 de noviembre, recurro nuevamente a la escuela a solicitar la devolución de mi lista de útiles escolares que nada ocupó mi hijo, así como el reembolso de una colegiatura voluntaria que tampoco devengó mi hijo y me contesta la maestra Aurora Jiménez Ramírez, que no me devuelve nada, en tono burlón, déspota y poco cortés, va a intercambiar, según sus propias palabras los útiles escolares únicamente hasta que mi hijo no regrese una chamarra que se llevó equivocadamente, pues la sociedad de padres de familia están muy molestos por tal suceso. Aquí cabe mencionar que mi hijo también extravió una chamarrita azul de bolas de marca, única e inconfundible, y a tal situación la misma maestra contesto “la ropita es responsabilidad de los niños no mía”.

Entonces si esto es así, con qué dolo está actuando la maestra, cuál es su objetivo.



Pido aquí su intervención pronta y oportuna, exijo la devolución de mi dinero y de mis útiles escolares íntegra y en las condiciones que yo la deposité en la escuela y también, la sanción pertinente a la escuela y a los profesores involucrados en esta situación.

Atentamente