La terrible adicción del alcoholismo actualmente está presente en cientos de jóvenes que utilizan esta droga legalmente permitida, como una puerta falsa para salir de los problemas que los aquejan, como una forma de liberarse de sus complejos o traumas o simplemente para “socializar”; sin embargo, una vez que se está inmerso en esta enfermedad, es difícil salir de ella, mas no imposible.
“Yo conviví con el alcohol desde pequeño, cuando era un niño, mi padre tomaba una o dos veces por semana y eso digamos que se controlaba por mi edad. Ver alcohol en mi casa era algo cotidiano, entonces yo crecí con esa idea de que el alcohol no era malo, hasta que caí en esta adicción”, testimonio de un joven que actualmente lleva dos años rehabilitado gracias al apoyo que encontró en un grupo de Alcohólicos Anónimos (AA) al cual hoy denomina como una fraternidad.
Por obvias razones, este joven que actualmente está por egresar de Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad Veracruzana, decidió mantener el anonimato; sin embargo, hoy día a sus 29 años de edad, admite su pasado alcohólico, pero al mismo tiempo celebra sus dos años sin ingerir una sola gota de alcohol.
“Yo empecé a consumir alcohol a los 14 años, en mi casa, nunca se vio el alcohol como un peligro, nunca se vio como algo malo, el problema se incrementó cuando entré a la universidad y comencé a salir a fiestas, porque para mí era una buena manera de interactuar con mis amigos, yo siempre he sido una persona muy introvertida y con muchos miedos y el alcohol me ayudaba mitigar esos miedos y liberarme; por sentirme bien y encajar en las fiestas, el alcohol empezó a convertirse en una necesidad”, relató.
Precisó que el alcohol es una de las drogas más engañosas para los seres humanos, pues el estado de efusividad que genera al momento es gratificante, el problema es cuando se convierte en una necesidad.
“A partir de los 18 años mi consumo se incrementó cuanto entré a la universidad, hasta que llegó un momento que todo empezó a fallar, iba mal en la escuela, la familia ya estaba muy preocupada porque ya no llegaba a mi casa, porque me veía perdido y pues yo ya no me sentía bien, el alcohol había pasado de ser una alegría a una necesidad, mi felicidad dependía del alcohol”.
La peor etapa fue cuando llegó a consumir alcohol 4 veces a la semana, sin límite y sin control, ya que, “el alcoholismo tiene una característica muy especial, causa inconciencia en el individuo que la padece, eso es lo más difícil, aceptarlo”.
Refirió que a pesar de que las cosas estaban críticas en su vida, nunca imaginó ingresar a un grupo AA; hoy comenta orgulloso que no imagina su vida sin el grupo de Alcohólicos Anónimos.
“Llegar al grupo de Alcohólicos Anónimos, para mí fue como la última opción, porque yo tenía otra idea de estos grupos, yo pensé que había gritos, maltratos, encierro, tenía la idea de que me iban a sermonear y fue todo lo contrario, realmente en el grupo de AA al que llegué, había jóvenes, adultos, personas maduras, había de todo y fue un lugar de mucha fraternidad, donde no me juzgaron, me entendieron y me explicaron que lo que estaba pasando ya era una enfermedad que se llamaba alcoholismo y que tenía que aceptarla”.
Su primer intento -a los 25 años- reconoce que falló, pues a los 7 meses de tratamiento tuvo una recaída. No obstante al año y medio regresó con la firme convicción de salir adelante y dejar de lado el alcoholismo, que hace dos meses cobró la vida de su padre, al morir de cirrosis hepática.
Es por ello que al mismo tiempo, invita a todos los jóvenes a cobrar conciencia sobre el daño que puede llegar a causar esta terrible enfermedad y los que ya la padecen, los alienta a sobreponerse y salir adelante.
"Los que la padecen se pueden dar la oportunidad de entrar a algún grupo de Alcohólicos Anónimos, esto es una fraternidad donde encuentras amor, compañerismo y sobre todo acompañamiento".
Es difícil entender que es una enfermedad y comúnmente no se dimensionan las consecuencias, hasta que estás inmerso y lastimas a terceros, pero es algo que se puede curar”.
Reconoce que enfrentar el alcoholismo es una labor muy difícil, pero subraya que depende de la voluntad de cada individuo por salir adelante. “Antes yo disfrutaba la vida bebiendo, yo vivía para beber; hoy, todo es diferente”, finalizó.