Desde su creación, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) se propuso que sus entidades académicas no actuaran de manera críptica y aislada; también, que estuvieran atentas a los desafíos de su tiempo. Tales características de su perfil institucional son aún pertinentes en el sistema universitario nacional. Ya se ha comentado en artículos pasados las virtudes de las universidades como sistemas abiertos, transparentes; ahora corresponde hablar sobre su relación con el tiempo.
El estudio del pasado exige “apertura” intelectual para aprender cabalmente sus lecciones. El análisis transdisciplinario “abre” el abanico de herramientas que permiten una visión panorámica y multi-causal del ayer y del hoy. Hay tendencias del pasado que continúan magnificándose en el presente y que pronostican caos; esto puede conducirnos hasta la desaparición en unas cuantas décadas del planeta que conocemos y de la especie humana misma. Se debe actuar de inmediato: cambiar patrones culturales, de organización social, de manejo de la naturaleza, de producción, de convivencia; sobre todo, acabar con la patética desigualdad social.
La respuesta colectiva que se necesita implica un compromiso de primer orden por parte de las organizaciones inteligentes y la suma de esfuerzos en cada rincón del mundo. En ese contexto, las universidades deben constituirse en “casas abiertas al tiempo”, en sistemas sociales dinámicos que redefinan su actuar conforme a su estratégica misión social.
Ahora hay que formar profesionales y técnicos humanistas con capacidad de acción ante lo que viene, recrear y distribuir conocimiento y tecnologías relevantes para una época acechada, acercar soluciones a problemas cruciales de la vida comunitaria de mediados y fines del siglo XXI, enriquecer el bagaje cultural de una sociedad que debe estar mejor organizada, porque es más consciente y solidaria con sus semejantes y con la naturaleza.
Según los evolucionistas, la inteligencia se mide por la capacidad de adaptación a un medio cambiante y ello implica anticipar, prever, actuar hoy para sobrevivir mañana. Ante las amenazas que enfrenta nuestro planeta y que ya son parte fundamental de la agenda de organizaciones multilaterales como la ONU, las universidades no pueden funcionar como antes. Es indispensable recrear un nuevo paradigma institucional que equilibre la libertad de pensamiento y de cátedra con el gran desafío colectivo que enfrentamos.
Ahora se necesita más que nunca la convergencia de las corrientes del conocimiento, de las disciplinas y de las aportaciones culturales que fortalezcan la capacidad de respuesta colectiva ante el predecible caos.
Si antes la política educativa nacional estimuló la atomización del conocimiento, como fue el caso del Programa de Mejora del Profesorado (PROMEP) y de los programas de fomento a la investigación que propiciaron cientos de líneas de investigación en una sola institución, ahora se requiere una política nacional que agrupe esfuerzos temáticos mediante la colaboración multidisciplinaria, interdisciplinaria y transdisciplinaria sobre los grandes temas de la contemporaneidad.
Mientras eso ocurra y en el marco de su autonomía, la Universidad Veracruzana (UV) podría iniciar un nuevo reagrupamiento funcional de sus
485 líneas de generación y aplicación del conocimiento y de sus
315 cuerpos académicos (de los cuales sólo el
23% son grupos consolidados), para atender con mayor fortaleza institucional temáticas de alta prioridad social. A tales agrupamientos temáticos, se podrían sumar los aportes de la investigación básica y aplicada provenientes de otras instituciones y sectores para acrecentar la factibilidad de su aplicación y su nivel de impacto social. Esto significa que más allá de las normas administrativas nacionales en la materia, las universidades autónomas pueden emprender alianzas estratégicas tendientes a un “agrupamiento funcional” que no requiere crear nuevas estructuras que conllevan crecimiento burocrático y mayor costo operativo.
A final de cuentas, si las normas burocráticas nacionales inhiben esa innovación funcional, las universidades pueden, gracias a su autonomía, decidir sobre su operación académica y traducir luego sus reportes conforme a los criterios y formatos oficiales de la Federación. Lo que no es admisible es que una norma burocrática secundaria pretenda irrumpir el rango autónomo de las universidades que les fue concedido constitucionalmente.
Tampoco son admisibles las restricciones administrativas impuestas por una visión burocrática al interior de la universidad. Lo hemos comentado antes, la operación expedita y eficaz de la academia requiere la existencia de un sistema ágil de apoyo administrativo que la haga florecer. Hay que prestar atención especial a ese asunto, porque hoy se observa la desmedida pretensión de un pequeño sector de la jerarquía administrativa de la UV que ha impuesto limitaciones a lo académico, de tomar el control de la rectoría universitaria sin importarle poner en riesgo su alta misión social.
Por último, el tipo de innovación universitaria del que se está hablando conlleva una reingeniería institucional de lo ya disponible, soportada por redes virtuales de colaboración y enriquecida con la aportación de recursos provenientes de otras fuentes. Las tecnologías y sistemas de gestión a distancia más evolucionadas no sólo hacen factible su operación a pesar de las barreras físicas, sino que permiten articular en un mismo esfuerzo institucional las tres labores sustantivas de la universidad.
Una innovación de tal magnitud requiere un auténtico liderazgo académico en la figura de la máxima autoridad unipersonal de la UV, que cuente con una sólida formación académica en programas de reconocido prestigio; con una trayectoria destacada en la docencia, la investigación y en la procuración de servicios; alguien que tenga una visión horizontal de diversas disciplinas académicas, con experiencia en la gestión universitaria y en la relación con sectores externos del país y el extranjero, que tenga facilidad para comunicarse y convocar el máximo talento a favor de la misión universitaria que exigen los desafíos del mundo actual. En la próxima entrega se comentarán algunos rasgos de personalidad característicos de un líder que sabe reconocer la fortaleza de los demás y unificarlos en búsqueda del bien común.
Ver serie de artículos:
El liderazgo que la UV necesita (I)
El liderazgo que la UV necesita (II)
El liderazgo que la UV necesita (III)
El liderazgo que la UV necesita (IV)
El liderazgo que la UV necesita (V)
El liderazgo que la UV necesita (VI)