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Sección: Estado de Veracruz

El Museo de los Escritores (VIII)

- Las USBIs fueron planeadas como repositorios y soportes para generación y distribución de conocimiento

- Hicieron posible la operación de un sistema bibliotecario integral en el campus central y en los regionales

- Fueron fuente de inspiración para aspirar a un sistema estatal de bibliotecas municipales

- Con las brigadas universitarias de servicio social, detonaron creación de 30 bibliotecas móviles, los vehículos Vasconcelos

Víctor Arredondo 21/10/2021

alcalorpolitico.com

En una entrega anterior, me referí a la iniciativa de Ptolomeo I de asociar la creación de una gran biblioteca con el Museo de Alejandría. Ambos espacios contiguos estarían intimamente relacionados. En el primero, se congregarían el mayor volumen de manuscritos provenientes del mundo conocido; y en el museo, convocaría a sabios y traductores ilustres para venerar a las musas de la memoria y la imaginación. No sólo pensaba en el resguardo del conocimiento; también, en utilizarlo para inspirar a las nuevas generaciones de creadores. Trataba de ser congruente con la filosofía helénica que realza el papel de la cultura, la estética y la educación como base de la prosperidad social.

En el discurso que ofreció Carlos Fuentes, en el año 2000, durante la ceremonia en que recibió el Doctorado Honoris Causa de la UV, se refirió a un concepto en el que siempre insistió: “No hay progreso sin información, no hay información sin conocimiento y no hay conocimiento sin educación”. Las bibliotecas, con sus documentos y bases de datos, son almacenes de información; pero se necesita integrarlos plenamente con las tecnologías y procesos de aprendizaje para llegar al conocimiento. Y algo más, se debe asegurar que la práctica educativa se adecúe a las necesidades y destrezas de aprendizaje de cada estudiante, con la finalidad de beneficiar al máximo sus respectivos repertorios cognitivos e intelectuales.

El diseño espacial de la primera USBI y de las seis que vendrían después, estaba intrínsecamente relacionado con la adopción de un nuevo modelo educativo. Los libros y la cibernética debían integrarse funcionalmente con los objetivos y contenidos de una educación integral y flexible. El espacio debía ser lo más amplio posible, pues se debía atender el máximo posible de alumnos y académicos. En el caso del proyecto original de la USBI de Xalapa, su gran patio exterior había que techarlo para convertirlo en un espacio de trabajo protegido de la intemperie típica de Xalapa y que debía permitir el flujo constante y múltidireccional de usuarios. Además, era necesario eliminar la torre de oficinas para enfatizar lo esencial, la administración es sólo un sistema de soporte a lo académico; por tanto, se debía asegurar la autogestión de los usuarios a través de un sistema de “biblioteca abierta” y las oficinas se ubicarían en una zona discreta.



Sobre tales bases conceptuales, invité a Enrique Murillo, Premio Nacional de Arquitectura y diseñador de obras arquitectónicas destacadas, a que se encargara de complementar el proyecto original. Él tenía relaciones profesionales con uno de los grandes estructuralistas del país, la dimensión del reto estructural que implicaba un techo de esa magnitud no era para menos. Y el éxito del nuevo diseño implicaba el trabajo colaborativo entre dos grandes arquitectos, José Torres Cházaro y Enrique Murillo. Los diseños constructivos que surgieron del genio de Enrique para complementar la primera USBI fueron tan convincentes que se le asignó esa labor para las demás obras realizadas durante la primera administración autónoma. Él aceptó hacerlo sin cobrar por cada proyecto nuevo, lo que haría cualquier despacho, sino que se convino con él una remuneración mensual. Nuestra casa de estudios ha trascendido en el ámbito nacional con obras surgidas de su gran talento.

Antes de abrir la avenida Presidentes, las instalaciones de la zona universitaria que están a lo largo de esa vialidad, constituían el patio trasero de la UV; y como tal, estaban descuidadas, maltrechas. Enrique se encargó de redimensionarlas con ajustes estéticos básicos que dignificaron su imagen. Con la inauguración de la avenida Presidentes, los xalapeños y turistas se sorprendieron al encontrar una área universitaria renovada y los rústicos “Campos Juarez” convertidos en una creciente, exhuberante y estética zona forestal y ecológica que enmarca dignamente el Campus de la Cultura, las Artes y el Deporte. El genial diseño de Enrique se complementó con la experiencia en ejecución constructiva de Miguel Ehrenzweig, lo que le permitió a la UV construir las seis USBIs restantes en el Estado y un destacado número de obras nuevas. La persistente capacidad creativa de Francisco Arredondo, don Miguel Hernández y su pequeño equipo de trabajo, a lo largo de 23 años y con presupuestos modestos, han hecho de varios campos universitarios, antes desolados, escenarios naturales que no tienen comparación estética ni de recuperación ecológica en el resto de los campos universitarios del país. Es una labor digna de ser documentada para mostrar que se puede recuperar la belleza natural, cuando se trabaja con pasión y profesionalismo.

Ahora bien, parte de esa inventiva universitaria no se ha circunscrito a la innovación intramuros. Gracias a la experiencia acumulada en la UV sobre proyectos pioneros en el país, fue posible trasladarla al resto del sector educativo estatal y más allá. Las aportaciones de entusiastas equipos de trabajo fue esencial para emprender las bases de un sistema digitalizado de información educativa de cobertura estatal con el liderazgo de Gustavo Balderas y Laura Martínez; con Edna Laura Zamora y la experiencia previa de Jesús Lau sobre bibliotecas virtuales y de Diana González en servicios bibliotecarios, se iniciaron las bases de una red estatal de bibliotecas municipales; con Luis Galarza, Ramón Parra y Ricardo Mercado, se puso en operación el Consorcio Clavijero, uno de los organismos multi-institucionales pioneros en la educación mexicana en línea; y con Mario Fernández de la Garza, auténtico misionero social, la operación del enblemático proyecto Autobuses Vasconcelos que tuve el honor de concebir.



Esta iniciativa se apoyó en decenas de equipos de brigadistas ejemplares y en 30 vehículos todo-terreno equipados con tecnología de frontera para llevar a las comunidades rurales de mayor rezago en Veracruz, el aliento de una vida mejor basada en su propio empoderamiento. Estas bibliotecas móviles, convertidas en auténticas fuentes de aprendizaje, utilizaban dinámicas de grupos, el acceso vía internet de una infinidad de recursos didácticos para afianzar la educación básica, la capacitación de adultos, la productividad y la organización comunitaria.

Sus impresionantes resultados llamaron la atención de la Fundación Bill Y Melinda Gates, cuyos directivos, después de verificar sus aportaciones en las propias comunidades y de comprobar la pulcritud de su administración, decidieron otorgarle el Premio Internacional “Acceso al Aprendizaje 2008”, presea por la que compitieron, en ese año, 28 países con alrededor de 300 proyectos. Como incentivo adicional, la empresa Microsoft le entregó al proyecto un número notable de licencias para instalar software en equipos de cómputo de uso comunitario y un millón de dólares para adquirir más vehículos y completar la meta de 30 unidades cabalmente equipadas y en operación. Una lección obvia de esta reseña, es que con talento, liderazgo compartido y trabajo en equipo, es posible alcanzar grandes metas, trascendencia institucional y aportes dirigidos al bien común.

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