Para Rubén Isidoro, no hay información sobre el paradero de su esposa e hija, quienes abordaron el autobús 900 desde Santiago Tuxtla. Ni en la lista de lesionados, ni en los fallecimientos. Rubén ha recorrido Álamo, Tuxpan y Poza Tica y nadie puede aportarle información. Mientras que en Tuxpan y Poza Rica, hay dos cuerpos sin identificarse.
Rubén Isidoro Anteles teme la muerte de su esposa Esther Alvarado Charmín, de 32 años de edad, y su hija María Magdalena Isidoro Alvarado, de nueve años.
Con gráficas en mano de sus seres queridos, expone Rubén su caso ante los medios de comunicación en Álamo, luegodeque viajó más de ocho horas de camino, desde el domingo ha recorrido a las autoridades ministeriales de Álamo, Tuxpan y Poza Rica, pero ninguna pudo darle información.
Su cuñada Paula Alvarado fue al lugar donde, en el ministerio público de Álamo, se encontraban las últimas pertenencias que se recogieron en el lugar del accidente, ocurrido el viernes pasado.
Explican que Esther y la pequeña María Magdalena viajaban hacia el norte del país, a Nuevo Laredo, en Tamaulipas, para visitar precisamente a Paula.
De María Magdalena, la prueba de que es una víctima del fatal accidente, un zapato negro con agujetas rosas.
En tanto, en los SEMEFOs de Tuxpan y Poza Rica, permanecen los cuerpos de una mujer con edad aproximada de la esposa de Rubén y en el Hospital Regional de Poza Rica, el pasado martes muere una menor que aún carece de identidad.