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En El Mangal gente atrapada por la creciente del Cotaxtla

- La velocidad y potencia del caudal se disparó de sus niveles normales - Pobladores brincaron de la cama para salvar pertenencias y animales domésticos

Ignacio Carvajal Garc?a Medell?n de Bravo, Ver. 08/09/2008

alcalorpolitico.com

Docenas de familias de la comunidad de El Mangal, municipio de Medellín, fueron tomadas sorprendidas por la creciente del río Cotaxtla. Lo más impactante: la velocidad y potencia del caudal, que se disparó de sus niveles normales a las tres y media de la mañana, cuando el pueblo dormía. La mayoría de los habitantes tuvo que dejar las sábanas para poner a salvo sus pertenencias y animales domésticos. El Cotaxtla amenazaba con arrastrarlos.

En lo que quedó de un árbol derribado por la inundación, alentada por el instinto de supervivencia, una parvada de gallinas trata de ponerse a salvo del agua arrojada violentamente por el río. Otras más, de plano, ni bajaron de los palos donde habitualmente pasan la noche.

“No sé, jamás imaginé que ese árbol tan fuerte fuera a caerse, y en la madrugada se lo arrastró el río como si hubiera sido una escobilla”, dice la señora Donaciana Ortega Santos mientras mira en su patio los restos del árbol caído. “No nos podemos ir de de nuestras casas, a pesar de que el río siga creciendo; muchos tenemos animales, pollos, gallinas y borregos y se los puede llevar la corriente”, cuenta.

Su temor se entiende en sus verdaderas dimensiones al observar la fuerza avasallante del río que ruge en cada recodo y arboleda de su paso; arrastra palizadas y basura; con mucha facilidad derriba frondosos árboles como si su impulso viniera de las alturas.

Pero este día el mayor de los dramas de los habitantes de El Mangal se refleja en el caso de la señora Victoria Estrada Lara, de casi cien años de nacida, está atrapada en su casa, asentada a menos de cinco metros de donde el río rompe con furia la tranquilidad del campo. “No tiene hijos, ni nadie que la cuide, vive sola desde hace mucho, pero ya no puede caminar, ni ve ni oye bien, me da mucho miedo”, cuenta Donaciana.

Desde hace tiempo solicitaron apoyo al DIF de Medellín y su personal no ha venido a El Mangal. El mayor clamor del pueblo este día no son despensas, ni albergues, mucho menos giras de funcionarios por el rumbo, solo que alguien del gobierno acuda al rescate de doña Victoria, pues temen que de un momento a otro, por la acción del caudal, los cimientos de su casa pueda ser derruidos y caerle encima.

Al despertar, después de ver que el inmenso árbol de mango terminó en el suelo por la corriente, el pecho de Donaciana se estremeció en rápidos latidos al recordar la condición de Victoria. En ese momento salió para donde ella y pidió a un vecino apoyo para colocar una hilera de ladrillos bajo el catre de la viejecita, de tal forma que no fuera alcanzada por la humedad; sin embargo, quieren mandarla a un sitio con mayor seguridad.

Victoria no tiene familia, vive en la casa que le presta Donaciana. Llegó a El Mangal desde hace unos 30 años, y se ganaba la vida lavando ropa y preparando comida; no obstante, le alcanzó la edad, y sus achaques la mantienen inmovilizada. Los colonos planeaban sacarla de su maltrecha vivienda, pero hay mucha agua de por medio y no quieren arriesgarse sin el equipo necesario, por eso hacen llamado al gobierno municipal.

Hasta antes del mediodía, la gente de El Mangal permanecía a los bordes de la carretera federal, esperando la ayuda de Protección Civil. Los hombres y las mujeres que no acudieron a trabajar, desde muy temprano iban de casa en casa de familiares y conocidos para saber cçomo les había ido con el desbordamiento y prestarse ayuda si era necesario. Fue la carretera el punto de encuentro para coordinarse y esperar que los niveles del río bajen; sin embargo, al cierre de esta crónica la situación era crítica. Se esperan daños en viviendas y sobre todo en cultivos.