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Entre zombis jolivudenses, los clichés de la muerte, a caer por una gripe

Eric Ahumada Xalapa, Ver. 01/05/2009

alcalorpolitico.com

No quiero convencer a nadie de nada. Tratar de convencer a otra persona
es indecoroso, es atentar contra su libertad de pensar o de creer
o de hacer lo que le dé la gana…
Jaime Sabines
Si algo nos ha enseñado el cine de poca monta del vecino del norte y el mexicano es que para huir de una pandemia hacen falta tres cosas: pasarse por alto las reglas cívicas, tener un arma y (¡diablos! para los que no tenemos ni una de las dos últimas) un vehículo para deslizarse atropellando zombis o cristianos mal ubicados*.

Lo reconozco, mi atractivo pesimista y sombrío reprime el sentimiento de pertenencia: no seré parte alguna de la histeria colectiva, mas respeto a quien la esté pasando, al que haya muerto y, sí, habrá más cadáveres. Sin embargo, las diferencias son abismales entre morir de un infarto viendo el televisor, o de llevar una vida de oficinista haciendo panza, frente a ¡saberse perseguido, cual bofetada ontológica, por una epidemia! Cualquier crisis —como lo demuestran los tipos abyectos y absurdos de El Decamerón de Boccaccio huyendo de la Peste Negra o Bubónica— diluye el automatismo tanto como una granizada en verano satura de coloremas una ciudad, francamente, mojigata. A simple vista, la vida recobra el concepto fugacidad y la muerte se oculta en los besos de la amada; meterle la lengua hasta la garganta deviene en acto temerario digno de domares de leones como en El Cantar de Mio Cid, o para aquellos también valientes pero de hazañas quijotescas. ¡Oh flébil y sana lejanía de tus babas melifluas!

Es una lástima que seamos un hato de esquemas fijos. Como turba perseguida por fieras salvajes o zombis, sólo nos falta evacuar despavoridos la ciudad por horarios reivindicadores de la vida de almanaque y saturar la carretera con vehículos sin tumbaburros. Demostrar el espíritu gregario del género humano no significa seguridad. Por algo siempre me había parecido de mal gusto la cercanía con otros hombres.

(“Mientras tanto en el Salón de la Justicia”** se acaba de aprobar el dictamen de iniciativa de ley para ‘portación’ de dosis mínima de droga: 5 gramos de marihuana y otros souvenirs. ¿Alguien recuerda al Chupacabras? ¿Alguien sabe si el congreso local han ¡vetado! ya la ley de interrupción del embarazo?)

Oscar Wilde afirmaba que el “arte es más bien inútil” y tuvo siempre la razón en todo. Aquí les dejo el poema “Lo fatal” (1905) de Rubén Darío:



Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Para el gusto más conservador, unos versos de la “Oración para encomendar a México por la epidemia de Influenza” (2009) de la Arquidiócesis de Xalapa (en énfasis en negritas es mío):

Santa María de Guadalupe:
A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta epidemia
que ha venido a afectar nuestra nación.
Cúbrenos con tu manto,
líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades
y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
y en particular a quienes son más vulnerables

Quiero suponer una terrible errata de la Arquidiócesis: ahí donde está “Ruega por todas las autoridades/ y por quienes tienen poder de decisión…”, quizá deba decir: “Ruega por el prójimo desprotegido”.




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*Véanse la trilogía Resident Evil, o las mejorcitas: La noche de los muertos vivientes de George A. Romero, 1968 y la británica Exterminio (28 Days Later) de Danny Boyle, 2002.
En otro talante, el del tópico del autómata y el del expresionismo alemán, véase El gabinete del Dr. Caligari, de Robert Wiene, 1919.

**Dice Selene Márquez (2009).