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Sección: Estado de Veracruz

Iglesia exhorta a mirar de manera justa a toda la humanidad

Obispo Emérito de Tuxpan dijo que Domingo de Ramos es la puerta de fieles a la Semana Santa

De la Redacción Tuxpan, Ver. 27/03/2021

alcalorpolitico.com


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El Domingo de Ramos es la gran puerta que introduce de lleno a la comunidad católica a la Semana Santa, en la que se recuerda el avance de Jesús hacia la culminación de su vida terrena, señaló el obispo emérito de Tuxpan, Juan Navarro Castellanos.

En la víspera de la conmemoración de la entrada a Jerusalén, ante lo cual decenas de vendedores de artesanías y ramos de palma circunda la Catedral Nuestra Señora de la Asunción, el prelado añadió que este pasaje es un grito de bendición y un himno de júbilo.

“Expresa la convicción unánime de que, en Jesús, Dios ha visitado su pueblo y ha llegado por fin el Mesías deseado. Se cumple la promesa de la bendición de Dios, la promesa originaria que Dios había hecho a Abraham, el padre de todos los creyentes: ‘Haré de ti una gran nación, te bendeciré… y en ti serán benditas todas las familias de la tierra’”.



Abundó que en ello se puede descubrir un primer gran mensaje que trae la fiesta del Domingo de Ramos, como la invitación a mirar de manera justa a la humanidad entera, a cuantos conforman el mundo, a sus diversas culturas y civilizaciones. “La mirada que el creyente recibe de Cristo es una mirada de bendición: una mirada sabia y amorosa, capaz de acoger la belleza del mundo y de compartir su fragilidad”.

Agregó que en esta Semana Santa la feligresía está llamada a seguir a su Rey, que elige como trono la cruz; “estamos llamados a seguir a un Mesías que no nos asegura una felicidad terrena fácil, sino la felicidad del cielo, la eterna bienaventuranza de Dios”, precisó.

Asimismo, el obispo emérito mencionó que el Domingo de Ramos debe ser para los jóvenes el día de la decisión de acoger al Señor y de seguirlo hasta el final, la decisión de hacer de su Pascua de muerte y resurrección el sentido mismo de su vida de cristianos.



“Los antiguos Padres de la Iglesia han visto un símbolo de todo esto en el gesto de la gente que seguía a Jesús en su entrada a Jerusalén, el gesto de tender los mantos delante del Señor.

“Ante Cristo –decían los Padres– debemos poner nuestra vida, nuestra persona, en actitud de gratitud y adoración. San Andrés, obispo de Creta decía: Así es como nosotros deberíamos postrarnos a los pies de Cristo, no poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas, que muy pronto perderían su verdor y su aspecto agradable, sino revistiéndonos de su gracia.

“Así debemos ponernos a sus pies como si fuéramos unas túnicas. Repitamos cada día aquella exclamación que los niños cantaban, mientras agitamos los ramos espirituales del alma: Bendito el que viene, como rey, en nombre del Señor”, concluyó.